Introducción
De qué se trata: Esta carta, destinada originalmente a judíos que vivían «en la dispersión» (1.1), no está especialmente interesada en enseñar cuestiones teológicas, sino en exhortar a los creyentes a que «pongan en práctica la palabra, y no se limiten solo a oírla» (1.22), pues, para el autor, la realidad de la fe en Cristo debe demostrarse por los hechos y actitudes de quienes la profesan.
Autor: Santiago (1.1); pero no se sabe a ciencia cierta cuál Santiago la escribió. Algunos biblistas piensan que se trata de Jacobo, el hermano del Señor, por ser una persona de relevancia en la iglesia en Jerusalén (Gl 1.19; cf. Mt 13.55; Mc 6.3).
Fecha de escritura: No puede saberse con exactitud, porque el problema de la fecha va unido al de la autoría. Algunos biblistas sostienen que pertenece a la década del 50; pero otros opinan que debe datarse por el 60 o 62 d.C. En cuanto al lugar donde fue escrita, posiblemente haya sido Jerusalén.
Período que abarca: La evidencia interna lleva a pensar en una fecha muy temprana, porque, por ejemplo: las reuniones de hermanos siguen llamándose sinagoga (griego, 2.2); los destinatarios son «las doce tribus que están en la dispersión», es decir, de trasfondo judío; además hay una preocupación marcada por la segunda venida de Cristo (5.7-8), típica de los primeros años de la iglesia.
Ubicación en la historia universal: Todas las provincias bajo dominación romana debían pagar impuestos al emperador (Mc 12.17). A menudo esta obligación tributaria sumía a la población en la pobreza, pues muchas veces se trataba de pequeños campesinos cuyas tierras apenas producían el sustento diario. Por otro lado, muchos se enriquecían gracias al comercio o a pactos políticos con Roma. Esta situación social de marcada diferencia entre pobres y ricos está puesta en evidencia en la carta de Santiago.