Introducción
De qué trata: En los capítulos 1 y 2, el profeta dialoga con Dios y se queja por la maldad y la injusticia. Dios, por su parte, responde que es conocedor de todo lo que acontece y que se valdrá de los caldeos para castigar a los malvados; aunque también Babilonia será derrotada ulteriormente. Eleva luego el profeta cinco ayes de clamor por la corrupción y la injusticia de esta nación. El capítulo 3 es una oración de Habacuc, cargada de lenguaje simbólico, en que ruega a Dios que destruya a las naciones corruptas.
Autor: Anónimo. La tradición lo atribuye a Habacuc, de cuya vida y ministerio nada se dice en la Biblia.
Fecha de escritura: Se especula que el escrito pertenece al siglo VII o tal vez al VI a.C.; no se cuenta con datos para aportar mayor precisión.
Período que abarca: Por la mención de los caldeos (1.6), algunos estudiosos piensan que Habacuc profetizó en tiempos cercanos a la destrucción de Nínive, otros biblistas piensan que su ministerio fue entre el año 605 a.C., principio del reinado de Nabucodonosor en Babilonia (Jer 25.1), y el año de la caída de Jerusalén (2 R 24.10-12).
Ubicación dentro de la historia universal: Egipto marchó contra Babilonia en el 609 a.C. El rey Josías de Judá intentó detener a los egipcios, pero fue herido y muerto en batalla (2 R 23.28–30). Posteriormente, Egipto fue derrotado por Babilonia, pero siguió controlando Judá y puso en el trono a Joacín (2 R 23.31–35). Sin embargo, en el 605 a. C. Egipto fue derrotado de manera definitiva en la batalla de Carquemis. De este modo Babilonia quedó como el más poderoso imperio. Nabucodonosor sitió Jerusalén, que cayó definitivamente en 586 a.C.