4. JUAN

Introducción

De qué trata: El autor deja en claro que fue testigo ocular de lo que narra en su evangelio y también especifica su propósito al escribirlo: «para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengan vida en su nombre» (20.31).

El contenido puede organizarse en dos secciones: a) caps. 1—12, que narran el ministerio público de Jesús; b) caps. 13—21 que, desde Jerusalén durante la última semana de Jesús, incluyen su pasión y muerte, y su resurrección.

Autor: Anónimo. Por su calidad de testigo ocular y por las referencias al discípulo al que Jesús amaba (13.23;19.34-37), desde el siglo II se lo identificó con Juan hijo de Zebedeo, el discípulo de Jesús. Otros opinan que se trata de Juan, conocido también como «el anciano».

Fecha de escritura: Fue el último de los evangelios en ser escrito; se supone que data del año 85 o tal vez del 90.

Período que abarca: Interesado en demostrar que Jesús es el Mesías, comienza con el himno al logos y finaliza con la comida de los discípulos con Jesús resucitado; escena final, en la que Jesús convoca a Pedro a apacentar sus ovejas.

Más del 90% del material de este evangelio es exclusivo, es decir que no aparece en los sinópticos. Juan está interesado en las enseñanzas de Jesús, pero no tanto en los milagros (a los que él llama «señales»), pues solo registra 8 de 35 que traen los otros evangelios. El primero es la conversión del agua en vino, en las bodas de Caná y el último es la resurrección de Lázaro, que desatará la ira de los fariseos y los planes para matarlo.

Ubicación dentro de la historia universal: Herodes el Grande fue un hábil gobernador que supo ganarse el favor de Augusto, gracias a lo cual le fueron devueltas tierras que Pompeyo había conquistado en 63 a.C. Tras su muerte (4 a.C.), Roma intervino y dividió su reino entre sus hijos: Herodes Antipas, Filipo, Lysanias y Arquelao. Este último obtuvo Idumea, Judea, Samaria; en tanto que Antipas fue nombrado tetrarca de Galilea y Perea.

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