El profeta Habacuc esperó tranquilo el día de la angustia y alentó a los piadosos que no estuvieran angustiados en la adversidad. Hoy cuando estamos enfrentando una amenaza aterradora necesitamos más que nunca recordar las palabras alentadoras del profeta.
«Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas falten en el aprisco y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en Jehová y me regocijaré en el Dios de mi salvación.
Habacuc 3.17-18 Reina Valera Revisada (RVR)