¡Qué triste es hacer las cosas a medias, sin compromiso ni dedicación!
Imaginemos cuál sería nuestra reacción si comiéramos un platillo que no ha terminado de cocinarse. O qué pensaríamos si nos regalaran un libro al que el autor nunca le hubiera escrito el final. Y qué decir si nos compráramos una chaqueta a la que no le hubieran cosido una de las mangas. ¡Qué haríamos con un disco con canciones que se acaban tras la primera estrofa!
El concepto está clarísimo: ¡a nadie le gusta aquello que ha sido hecho a medias!
«Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!»
(Apocalipsis 3.15)
Lo mismo ocurre con la fe y la confianza en Jesús. La Biblia está llena de referencias que hablan acerca de esta realidad y motivan a los seres humanos a entregarle el espíritu, el alma y el cuerpo a Dios, sin reservas ni condiciones.
Sería ridículo cantar los domingos en la iglesia, pero pasar la semana quejándose. Sería tonto decir maravillosas palabras acerca del amor, pero no ofrecerle ayuda a quien esté necesitado. Sería trágico memorizar un gran número de conceptos religiosos, pero nunca comprometerse de veras con Jesús.
Leer la Biblia, hablar con Dios en oración e intentar hacerle caso en todo son las claves para evitar la mediocridad espiritual y lograr una vida plena, llena de amor, paz y bendición.
¡Confiemos en Jesús y entreguémosle todo lo que somos, tenemos y anhelamos alcanzar!
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