¡Adiós tristeza!

¡Adiós tristeza!

«El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos.» (Proverbios 17.22)

¡Adiós tristeza!
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¡Cuántas cosas pueden entristecernos! Una amistad que se quiebra, problemas en casa, las cosas que no salen como queremos, la situación de tantas personas que se mueren de hambre, la pérdida de un ser querido, no lograr lo que nos habíamos propuesto. Realidades que en mayor o en menor medida tienen la capacidad de hacernos sentir tristeza y frustración.

No es ninguna vergüenza ni tampoco es incorrecto sentirse triste. En la Biblia encontramos distintos pasajes que hablan de ese sentimiento. ¡Incluso Jesús estuvo triste y lloró por la muerte de uno de sus mejores amigos!

Sin embargo, debemos evitar que la tristeza se prolongue. Si no nos liberamos de ese estado de ánimo podemos caer en la depresión y ver la realidad en forma negativa, ¡sin esperanzas!

¿Cómo manejar la tristeza? Aquí van algunas ideas:

– Reflexionar acerca de lo que nos causa tristeza. ¿Es algo serio o un asunto pasajero?
– Dimensionar el problema a la luz de nuestra vida. ¿Todo se termina ahí o es una experiencia más?
– No reprimir los sentimientos. Si tenemos que llorar, hagámoslo. Si podemos tomarnos un tiempo, tomémoslo.
– Recordar que el tiempo no sana las heridas, sino el perdón y la restauración.
– Entregarle a Dios las tristezas. ¡Él quiere darnos su gozo!

Vivamos cada una de las emociones sabiendo que son parte de la experiencia de la vida, pero jamás permitamos que ellas dominen nuestro carácter y afecten nuestra relación con los demás.

Sumérgete: Busquemos en la Biblia los versículos que hablan acerca de la tristeza y pensemos qué dice Dios. En el libro de los Salmos hay muchas referencias a ese sentimiento.

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