2 Timoteo 4.14-15:
Serie: Personajes de la Biblia | 2
Alejandro, el calderero, me ha causado mucho daño; que el Señor le pague conforme a sus hechos. Cuídate también tú de él, pues se ha opuesto mucho a nuestras palabras.
Cuando nos damos cuenta de que estamos escuchando las últimas palabras de una persona que va a morir, las escuchamos con mucha atención. En nuestras vidas tenemos diferentes experiencias al respecto, y recordamos a las personas que ya partieron con mucha emoción y nostalgia.
Tenemos la bendición de tener registradas las palabras finales del apóstol Pablo, las cuales aparecen en su última carta (2 Timoteo). La fecha de su composición sería a mediados de la década del 60, del siglo i. Pablo sabía que le quedaba poco tiempo de vida: «Yo ya estoy a punto de ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano» (2 Tim 4.6).
Se acepta en general que 2 Timoteo es un discurso de despedida en forma de carta o un testamento epistolar. Hay que reconocer que ninguna de las Cartas Pastorales —1 y 2 Timoteo y Tito— presentan a Pablo en el lecho de muerte. Los destinatarios originales de 2 Timoteo sabían que Pablo —así como Jesús— había sufrido bajo el poder de autoridades políticas y religiosas. Esta carta da los cristianos de Éfeso —ciudad donde Timoteo era pastor— era algo así como la oportunidad de oír de lejos las últimas palabras de Pablo. Provoca también sentimientos profundos en aquellos que aprecian las enseñanzas que el maestro da, en sus últimos momentos.
Por su carácter de testamento, 2 Timoteo une y ata generaciones posteriores de fieles. Presenta un conjunto de directivas que el líder (Pablo) da como última voluntad a su sucesor (Timoteo), y a todos los que se identifican con el patrimonio religioso inaugurado por el líder buscando «a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros» (2 Tim 2.2, TLA).
En este último momento de su vida, Pablo hace referencia al daño que le había provocado una persona: «Alejandro, el calderero, me ha causado mucho daño; que el Señor le pague conforme a sus hechos. Cuídate también tú de él, pues se ha opuesto mucho a nuestras palabras» (2 Tim 2.14).
En la iglesia de Éfeso había varias personas que naufragaron en la fe. Personas que habían profesado con sus labios el nombre de Cristo, y que luego habían tomado un rumbo totalmente distinto en su vida. Himeneo y Alejandro, a quienes se refiere Pablo en su primera carta (1 Tim 1.20), eran líderes entre los herejes efesios. Eran justos en su propia opinión, anhelaban ser maestros de la ley aun cuando no entendían lo que hablaban, ni los temas que abordaban con tanta confianza.
Tan lejos habían ido en su error estos maestros de la herejía, que llegaban a burlarse de la verdadera presentación del evangelio. La acción de Pablo de entregarlos a Satanás tiene que ver con su expulsión de la iglesia («excomunión»), sentencia dictada por la congregación bajo la dirección de los ancianos (véase un caso similar en 1 Cor 5.2, 7. El apóstol está esperando que la disciplina —la pedagogía divina— tenga un efecto saludable en Himeneo y Alejandro, y los conduzca a un arrepentimiento genuino, de modo que ya no se burlen de la verdad y no blasfemen contra su Redentor.
Alejandro fue exhibido como un espantoso ejemplo de apostasía. Él había ayudado celosamente en la propagación del reino de Cristo, contra el cual después declaró la guerra abierta.
Se oponía a su enseñanza y doctrina. Era un artífice, y no tenía la preparación escolar para ser un gran controversista; pero los enemigos internos o domésticos de las iglesias, siempre han sido muy hábiles para perjudicar. La ignorancia maliciosa e imprudente, algunas veces produce molestias y dificultades mayores que lo que pueden producir los más grandes talentos respaldados por el saber.
Podemos inferir que, para Pablo, no había mayor ofensa que la de atacar la sana doctrina. Si Alejandro hubiera herido su persona o cometido algún daño, Pablo lo hubiera soportado pacientemente. Pero cuando la verdad de Dios es atacada, su ser arde con santa indignación.
Pablo no pide venganza al cielo; al contrario, aparece como su intercesor, rogando que él pueda obtener perdón. ¿Cómo es que se muestra tan severo e inexorable para con Alejandro? La razón es esta: cuando este hombre se levantó contra Dios con malicia y sacrílego atrevimiento, y abiertamente atacó la verdad conocida, tal impiedad no merecía ninguna compasión. Estas palabras tan fuertes son una imprecación. No es dada por el apóstol en forma de enojo o venganza contra él. Es dada con celo bien equilibrado, y guiado por el Espíritu de Dios.
Por último, podemos inferir de este pasaje, cuán querida para Dios es su verdad. La actitud de Pablo nos enseña cómo tratar a personas difíciles que nos han hecho gran oposición; o bien, nos han hecho mucho daño. ¡Qué lección y ejemplo nos da para nuestras propias situaciones difíciles que estemos pasando en la vida!
Juan Calvino, en sus Comentarios a las Epístolas de San Pablo, aconseja a tomar en cuenta aspectos dignos de notar. Antes de lanzar alguna imprecación o juicio severo contra alguna persona, como creyentes, tres cosas dignas deben de notarse: «Primero, no nos venguemos nosotros mismos de las injurias que nos hacen, no sea que el amor propio y una consideración de mera ventaja personal, nos haga actuar con violencia, como ocurre frecuentemente. Segundo, mientras sostengamos la gloria de Dios, no mezclemos con ella nuestras pasiones, las cuales siempre perturban el buen orden. Tercero, no pronunciemos sentencia contra todos sin discriminación, sino únicamente contra los réprobos, quienes, por su impiedad, dan evidencias así de su verdadero carácter; y así nuestros deseos estarán de acuerdo con el propio juicio de Dios …».
Hay tanto peligro de los falsos hermanos como de los enemigos abiertos, y es una advertencia y enseñanza a puesta vida también.
BIBLIOGRAFÍA
- William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento, Volumen 12 (1ª y 2ª Timoteo, Tito, Filemón), Asociación Editorial la Aurora, Argentina 1973.
- Guillermo Hendriksen, Comentario del Nuevo Testamento (1 y 2 Timoteo – Tito), subcomisión de literatura cristiana de la iglesia cristiana reformada, Grand Rapids Michigan 1979.
- Seán Martin, Comentario Bíblico Latinoamericano, Comentarios al Nuevo Testamento, Segunda carta a Timoteo, Editorial Verbo Divino 2003.
- Juan Calvino, Comentarios a las Epístolas Pastorales de San Pablo, T.E.L.L., Barcelona 1948.
- Carson, D., France, R., Motyer, J., & Wenham, G. (2000, c1999). Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno (edición digital) (2 Tim 6). Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Serie: Personajes de la Biblia
- Abel, la fe que Dios desea | 1
- Alejandro, el calderero que se portó mal con Pablo | 2
- Diótrefes, a quien le gustaba ser el primero | 3
- Enoc, el amigo de Dios | 4
- Epafras, el creyente que oraba siempre por los demás | 5
- Estéfanas, el creyente que todo buen líder desea | 6
- Evodia y Síntique, fieles creyentes que necesitaban ponerse de acuerdo | 7
- Lamec, su soberbia ante Dios | 8
- Jabés, su petición al Señor | 9
- La niña cautiva, que ayudó a un general del rey de Siria | 10