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Notas y comentarios sobre las traducciones,  libros y pasajes de la Biblia.

La Biblia en la familia – Parte 3

17 enero, 2021 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Cada integrante de la familia se desarrollará personalmente interrelacionándose con los otros. Si la tendencia actual es hacia el aislamiento, los principios bíblicos nos deben llevar a la integración en un contexto de amor.

Tercera parte del artículo «La Biblia en la familia». Para leer la segunda parte, haz clic aquí.

III – Del aislamiento a la integración

Por Marcelo Figueroa

Obviamente, la base y fundamento de la integración familiar primaria es el matrimonio. Desde sus primeras páginas, la Biblia nos ayuda a entender que la unión completa y complementaria de un hombre y una mujer es la base de la familia. A la integración marital bíblica —los dos llegan a ser como una sola persona— se agrega la separación familiar anterior —Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa (Gn 2.24, DHH)—, que, como veremos más adelante no significa el aislamiento irresponsable de los mayores.

La Biblia presenta en sus páginas variados ejemplos de familias. Sus integrantes son personas de carne y hueso, con sus victorias, pero también con sus miserias. Esta pintura humana y trágica de la vida familiar, especialmente la de algunos héroes bíblicos, nos ayuda a iniciar la búsqueda de los valores espirituales de la familia desde una perspectiva realista, y desde allí, encontrar la respuesta a los interrogantes para el día de hoy.

Ya el primer matrimonio humano tuvo problemas de integración. La crisis de Adán y Eva los llevó a acusarse mutuamente ante su desobediencia a Dios. Sin quitar responsabilidad a Caín y Abel, Adán y Eva, como padres, no consiguen que sus hijos aprendan a amarse, y, como una de las consecuencias, se produjo el primer crimen filial de la historia humana.

La falta de armonía en el matrimonio de Isaac y Rebeca provocó una crisis familiar profunda (Gn 25.28).

La Biblia en la familia – Parte 2

Más adelante, las evidentes diferencias afectivas que Jacob hizo con sus hijos produjo la lucha entre hermanos que desencadenó un plan siniestro para deshacerse de José. Un plan que se presenta como alternativa «misericordiosa» al fratricidio, y que construye la mentira de una muerte accidental para ocultar la venta de un hermano con fines de esclavitud. ¿Podemos imaginar la vida de esta familia en la que cada hermano desconfía que el otro pueda contar la verdad? ¿Podría existir algún tipo de integración sana entre estos y su padre? Por supuesto que no. Sin embargo resulta aleccionadora la noble actitud de José que, en base al perdón y el amor, logra integrar a esta familia cuando eso parecía imposible.

Los errores y las victorias de estos personajes bíblicos y sus consecuencias nos sirven como enseñanza y ejemplo aleccionador. Así lo remarca Pablo cuando asevera que las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, y cuando alerta al decir: y estas cosas les sucedieron como ejemplo. Los matrimonios y familias actuales haríamos muy bien si tomáramos estas enseñanzas y ejemplos muy en serio.

La Biblia guía la integridad matrimonial por los senderos más profundos del amor, y no olvidemos que en el Nuevo Testamento, el amor está modelado en la persona de Jesucristo. El esposo debe recordar siempre que su amor conyugal está guiado por el ejemplo sacrificial de Cristo (Ef 5.25-27). Por su parte, la esposa decide, ante el amor sacrificial del marido, sujetarse a él por amor a Jesucristo (Ef 5.22-24).

El Cantar de los Cantares resulta una inmejorable referencia inspiradora para la vida matrimonial. Allí se expone, en forma poética, la belleza y pureza de la intimidad marital.

Dios y su Palabra deben ocupar un lugar central en la vida de toda pareja cristiana que esté en una sincera búsqueda de la plenitud y de la integridad matrimonial. En efecto, la ausencia de cohesión espiritual en el ámbito conyugal está en proporción directa con la falta de integración bíblica.

Para el matrimonio, el cuidado y la formación de los hijos, así como su integración al continente familiar son tarea indelegable. Debería significar esto una de las experiencias más fascinantes y hermosas de la existencia humana. En el mundo actual, sobreinformado en lo general pero infrainformado en lo trascendente, los padres deben enfrentar el desafío de transmitir a sus hijos los valores y principios que regirán sus primeros pensamientos, así como sus conductas concretas. Esos valores y principios los llevarán consigo en su memoria por toda su vida. La instrucción bíblica temprana del niño le dará herramientas para que en su vida adulta no se aparte del camino de la vida trascendente (Pr 22.6).

La Biblia en la familia – Parte 2

Sin embargo, en la actualidad, muchos padres, para no ser considerados como autoritarios ni perder su cómoda pasividad, abandonan su responsabilidad de transmitir valores absolutos a sus hijos, arrojándolos a la tiranía del desvalor y de sus impulsos naturales.

Debemos reafirmar que es imprescindible para todo padre de familia transmitir esos valores y principios absolutos a sus hijos. Hay principios absolutos porque existe el Absoluto, hay valores trascendentes porque reina un Dios eterno. Como dice Jaime Barylko: «La religión es educación en la ética. Si Dios existe no necesita de ti; te necesita a ti».[1]La comunicación de los valores bíblicos a nuestros hijos es una obligación imprescindible. Barylko presenta como su postulado básico: «La religión es una parte de la cultura, que debemos conocer y dominar. Así como no hay derecho a criar a hijos ignorantes en matemáticas o en gramática o en ciencias naturales, tampoco lo hay para cercenarles la posibilidad de conocer los significados de la religión… A la pregunta ¿con qué derecho cría a su hijo en religión?, creo que corresponde otra pregunta: ¿Con qué derecho cría usted a su hijo sin religión?».[2]

Archivado en:Aprende Etiquetado con:La Biblia, Marcelo Figueroa, valores familiares

La Biblia en la familia – Parte 2

9 enero, 2021 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Las familias viven y se desarrollan en un contexto social y temporal determinado. En la actualidad, ese contexto presenta características singulares y contradictorias, que influyen en la vida familiar. Es mi deseo, que estas breves reflexiones sobre la Biblia en la familia estimulen a otros a continuar y perfeccionar estos pensamientos y de esta manera hacer que la Biblia signifique para la vida individual, familiar y de la sociedad actual no un libro más sino el horizonte y la guía indispensable para una vida más plena que dé honra a Dios, nuestro Padre, Creador del maravilloso continente llamado «familia».

Por Marcelo Figueroa

Segunda parte del artículo «La Biblia en la familia». Para leer la primera parte, haz clic aquí.

II  Del individualismo a la unificación

La Biblia en la familia — Parte 1

De la mano del relativismo se transita hacia el individualismo y el hedonismo, donde la búsqueda de la felicidad se constituye en el motor único de la existencia. Esta felicidad consiste en la satisfacción inmediata de los deseos y apetitos más urgentes, los que paradójicamente se tornan en absolutos autoritarios. Los conceptos de libertad individual se reducen en la práctica al sometimiento a esos impulsos sin un fin relevante desde el punto de vista ético, moral o espiritual.

La familia actual, afectada por estos conceptos individualistas y egoístas, debe buscar en la Biblia los valores más sublimes del amor y la verdadera libertad.

En los Evangelios, Jesucristo enseña que la libertad viene del conocimiento de la verdad revelada en las Sagradas Escrituras, las cuales a su vez dan testimonio de él (Jn 5.39), quien a su vez encarna la Verdad (Jn 14.6). También el apóstol Pablo nos habla de la responsabilidad que tiene cada cristiano de no buscar su propio bien sino el del otro. (1 Co 10.24)

El abandonar los conceptos fundamentales de la vida familiar en manos del análisis subjetivo de cada integrante lleva en muchos casos al vaciamiento de la familia como una entidad.

En algunos casos, hasta la maternidad es considerada solamente como una experiencia de autorrealización individual, que no necesita de la formación de una familia. De esta manera, se puede considerar al hombre como mero semental al servicio de este concepto egoísta de maternidad. Por otro lado, hoy una mujer podría decidir ser madre a partir de un «padre» conocido o desconocido, vivo o muerto y hasta elegir los rasgos raciales del hijo que sean de su agrado.

Familias «a medida»

En un mundo dominado por el consumismo y sus principios de marketing y de satisfacción del cliente, no resulta extraño pensar en este atroz concepto de niño a medida y «familia» monoparental. Como lo expresa Lipovetsky: «No asistimos al resurgimiento del orden familiar sino a su disolución posmoralista, no es el deber de procrear y de casarse el que nos caracteriza… La procreación artificial hace estallar las normas estables del orden familiarista.»[1]

En el contexto individualista que estamos considerando, el narcisismo y el culto a la imagen son consecuencias de anteponer el «parecer» al «ser».

Uno de los aspectos que resulta más patético en la parábola de los edificadores que considerábamos al principio es que exteriormente, las dos casas parecían idénticas, pero en lo fundamental y profundo sus diferencias eran dramáticas. Mientras en un caso se puso el empeño y el esfuerzo en sustentarla en bases sólidas, en el otro se buscó el camino fácil de la apariencia, creyendo que los fundamentos eran un aspecto intrascendente de la existencia, mientras lo aparente era la meta última. Este aspecto de la parábola describe muy bien el pensamiento actual.

Los integrantes de una familia se ven muchas veces invadidos por esta exaltación de la apariencia y la imagen que proclama la sociedad actual. Esta superficialidad socava a la familia reflejándose, muchas veces en los adolescentes, en crisis de identidad y aceptación que pueden llegar hasta la bulimia o anorexia. Ante esto, los padres de familia cristianos deben dar un marco de contención que ofrezca a sus hijos principios de aceptación basados en el amor incondicional inspirado en la persona de Dios. Frente a estas enormes presiones de modelos estándares, la familia debe esforzarse en guardar su identidad particular. Más aún, ante estas tendencias masificadoras, debe promover en cada integrante el desarrollo de una identidad propia, resaltando el enriquecedor efecto de la diversidad que encuentra sus raíces en un Dios creador y amoroso.

Familias que aparentan

El mundo globalizado en que vivimos, ejerce una nueva forma de presión a sus habitantes al imponer sin fronteras un único modelo exitoso de apariencia e imagen. Esta imposición afecta a todos los integrantes de las familias, aún a los más pequeños que van creando una imagen de aceptación estética a través de muñecas desproporcionalmente estilizadas o esculturales superhéroes. Aun en  países culturalmente diferentes a los occidentales, como los asiáticos, gran cantidad de jóvenes cambian sus hábitos musicales, comida, vestido y hasta apariencia física con operaciones quirúrgicas para parecerse a los modelos publicitarios norteamericanos y europeos.

En la Biblia vemos cómo reconocían a Jesús, incluso sus detractores como quien no se basa en las apariencias y la imagen exterior de las personas: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad y que enseñas con verdad el camino de Dios, y no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres (Mt 22.16, RVR-95).Nosotros debemos imitar al Maestro en esa actitud valorativa hacia otros. También haríamos bien en cuidarnos de no caer en el error de los fariseos de este relato, que aun conociendo esto, intentaron ante el mismo Señor Jesucristo aparentar, y fracasaron rotundamente (Mt 22.18).

La Biblia en la familia — Parte 1

Cada integrante de la familia debe encontrar en su seno el ambiente de aceptación y amor para desarrollar su personalidad con autenticidad. En la riqueza de la diversidad de caracteres, debe hallar un lugar para vivir en armonía con todos y en comunión con Dios. En la Biblia, este concepto es frecuente, como cuando se compara la iglesia a un cuerpo donde todos sus miembros son importantes, porque se necesitan mutuamente. (1 Co 12.14-26).

En un mundo individualista el tener pasa a ser un absoluto indiscutible que sobrepasa al ser. El poder demoníaco de las riquezas (Mamón) se extiende a través de la sociedad capitalista neoliberal disfrazándose una vez más de ángel de luz o de ángel de felicidad.

Los medios de publicidad globalizados constituyen el vehículo ideal para la extensión de este antievangelio materialista, «hasta lo último de la tierra». Muchas familias se desesperan y se endeudan para adquirir cosas inútiles, que han interpretado como urgencias existenciales por la influencia de la publicidad. Esta explota hasta la obscenidad esta locura, que dice que para ser feliz solo debe obtenerse tal o cual artículo, desde un suntuoso auto deportivo a un superfluo cosmético.

La Palabra de Dios enseña que la felicidad del hombre no se encuentra en los bienes que posee (Lc 12.15) y que ese amor al dinero que estimula no es otra cosa que el principio de todos los males, que hace tambalear la fe y produce efectos dolorosos (1 Ti 6.10). La avaricia, según la Biblia, es idolatría (Col 3.5), y Jesús llama a los suyos a una decisión moral definitiva: Dios o Mamón, pues es imposible servir a ambos (Mt 6.24).

Hay costumbres familiares concretas con que podemos enfrentar el materialismo, desde un punto de vista cristiano. Estas costumbres llevan a la familia a una vida de fe genuina en Dios (Heb 13.5). En mi familia, por ejemplo, disfrutamos con mi esposa el tiempo de ordenar la ropa al cambiar la temporada. En ese momento, identificamos las prendas que no hemos utilizado frecuentemente, las cuales separamos para donar a quienes las necesiten. Realizar esta experiencia selectiva junto con nuestros hijos nos ayudó a transmitirles esos valores, quienes rápidamente quisieron imitar la experiencia con sus juguetes.

Hay claros ejemplos bíblicos de desprendimiento y solidaridad, especialmente en la vida de los primeros cristianos narrada en el libro de los Hechos. En estos textos encontramos a las familias reunidas en sus casas, y en una actitud de alegría y sencillez atender las necesidades de cada uno ofreciendo sus bienes materiales al servicio de los otros (Hch 2.43-47; 4.32-37). Sin embargo, en contraste con el ejemplo piadoso de Bernabé, encontramos el de Ananías y Safira: lo que hacen tiene por meta la vanagloria y el engaño (Hch 5.1-11). Esta familia equivoca el camino, y utiliza una mentira para transformar un acto de amor sublime en una acción digna de las más graves consecuencias para sus vidas. En pasajes como estos, la Biblia nos enseña que la motivación y el amor genuino en la piedad familiar son más importantes que el hecho mismo que se hace en forma visible. Pablo también resalta este concepto en su primera carta a la iglesia de Corinto, cuando enfatiza que aunque en la práctica se den todos los bienes a los necesitados, si el amor está ausente, el acto resulta inservible. (1 Co 13.3).

También el apóstol Pablo llama la atención sobre reuniones en casa de familia donde se desvirtuaba la dignidad de la Cena del Señor (1 Co 11.17-34). ¿Por qué sucedía esto? Una de las causas fundamentales era que algunas familias más ricas se adelantaban para comer lo que habían llevado para el ágape comunitario, discriminando de esa manera a las familias más pobres. La familia se reunía alrededor del evangelio de Cristo, pero la piedad cristiana quedaba marginada al momento de satisfacer el apetito personal.

Es también importante que se inculquen en la familia valores de responsabilidad comunitaria hacia afuera. Pero es igualmente importante que estos principios se vivan dentro de su propio techo y de manera solidaria entre sus integrantes. Esto significa, por ejemplo, que las distintas tareas de la vida familiar puedan ser compartidas y llevadas adelante con el fin de afianzar los sentidos de pertenencia responsable. El uso del dinero debe tener también un criterio solidario. Debe contribuir al crecimiento de todo el grupo, y no ser usado de una manera egoísta o basado en principios de poder y dominación.

La solidaridad familiar toma una dimensión importantísima en momentos de enfermedad, dolor o dificultad de uno de sus integrantes. En la búsqueda de la solidaridad familiar real que enfrente a una sociedad insensible, Giorgio Campanini expresa: «En el seno de la familia, el dolor y el sufrimiento no pueden ser a la larga negados, porque están encarnados en personas vivas; allí los discursos abstractos sobre la humanidad se hacen encuentros concretísimos con el otro… De aquí pueden surgir, para incorporarse en lo externo, nuevas energías espirituales y morales que hagan un mundo más humano».[2]

Entre  los relatos bíblicos, la tragedia de Job es el ejemplo indispensable al considerar el sufrimiento privado y familiar. Incontables generaciones encontraron en sus páginas la fortaleza, el consuelo y la dirección para enfrentar situaciones difíciles de prueba y enfermedad. La mujer de Job es considerada como el ejemplo paradigmático de la insensibilidad familiar. Sin embargo, quisiera, en breves líneas, ir en un rescate misericordioso de esta mujer. Ella sufrió, como Job, enormes perjuicios económicos y dolorosas pérdidas familiares y, como si fuera poco, veía a su esposo sufriendo enormemente. Si criticamos a los amigos de Job porque teorizaron sobre el dolor ajeno sin comprometerse, creo que haríamos muy bien en no hacer lo mismo con la esposa de Job a quien, a diferencia de los otros, Dios no censura.

Para que la familia encuentre vías de consuelo y fortaleza en situaciones de dolor, es necesaria una lectura bíblica completa y cuidadosa, que nos ilumine para ver la realidad de dolor en una dimensión completa y realista de cada uno de los integrantes del grupo familiar. Ante el dolor, no caben los argumentos ni las teorías de responsabilidad. La identificación bíblica, en esos momentos, debe ser tan intensa como para llevarnos a mezclar con nuestras lágrimas el llanto del otro (Ro 12.5).

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La Biblia en la familia — Parte 1

1 enero, 2021 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Las familias viven y se desarrollan en un contexto social y temporal determinado. En la actualidad, ese contexto presenta características singulares y contradictorias, que influyen en la vida familiar. Es mi deseo, que estas breves reflexiones sobre la Biblia en la familia estimulen a otros a continuar y perfeccionar estos pensamientos y de esta manera hacer que la Biblia signifique para la vida individual, familiar y de la sociedad actual no un libro más sino el horizonte y la guía indispensable para una vida más plena que dé honra a Dios, nuestro Padre, Creador del maravilloso continente llamado «familia».

Por Marcelo Figueroa

I  Del relativismo a los valores eternos

Jesús finaliza su Sermón del monte con una parábola en donde participan dos personas que construyen su casa. (Mt 7.24-29). Allí, el Señor traza una relación directa de dos conductas opuestas frente a un mismo hecho. Califica a uno de los edificadores como prudente y al otro como insensato. El prudente trabaja sobre bases firmes y el otro construye sin fundamentos sólidos. Luego, circunstancias adversas afectan a ambos por igual y las consecuencias resultan inevitables y evidentes. Para el insensato la ruina de su casa y para el otro la permanencia de su vivienda. Esta enseñanza magistral de Jesús, relaciona al prudente con aquel que oye la Palabra de Dios y la pone en práctica, y al insensato con aquel que oyendo esa misma Palabra no la obedece.

Se me ocurre trazar un paralelismo entre los edificadores de las casas de la parábola de Jesús y los integrantes de una familia y evaluar asimismo esos conceptos frente a las circunstancias que afectan la vida familiar en la época que nos toca vivir.

A los conceptos psicológicos que sostienen que todas las identidades, inclusive las familiares, están en permanente elaboración o construcción, debemos acercar el concepto bíblico de esta parábola. Asimismo, debemos considerar que san Pablo nos recuerda que además de poner cuidado en la piedra fundamental de la construcción se debe seleccionar diligentemente los materiales de la edificación (1 Co 3.10-14). En la construcción de una familia cristiana es fundamental la aceptación de la autoridad de la Palabra de Dios, que tendrá su manifestación práctica en el desarrollo de las virtudes cristianas como el amor, el servicio, la piedad, etc.

Paradigmas y relativismo moral

Hoy existe la extendida premisa que todo esta permitido mientras se enmarque dentro de la utilidad propia y el ejercicio privado. Esos paradigmas derivan  en un relativismo moral que enmascarado de tolerancia y respeto encierra tras de sí el antiamor de la indiferencia. Bajo estas premisas, nada es malo ni bueno en sí mismo.

La familia, está amenazada por estos conceptos. Y en muchos casos, los introduce y los adopta como propios. Esta siembra del «desvalor» en la vida familiar, lejos de ser en un signo de madurez, como se quiere mostrar, es la semilla de la permisividad que dará necesariamente como fruto la destrucción de la familia.

La Biblia en la familia — Parte 1

Frente a los embates de ese relativismo posmoderno, la Biblia debe significar para la familia cristiana la norma suprema, y su aplicación la única forma de mantenerse firme y sana.

El relativismo moral, la carencia de normas explícitas y universales sobre los principios fundamentales de la vida llevan al rechazo y menosprecio de cualquier normativa absoluta, sea de índole social, legal y especialmente espiritual. Rechazando normas absolutas se rechaza a un Dios Absoluto.

El Dios de la Palabra de Vida es un Dios absoluto y excluyente. En la revelación veterotestamentaria lo encontramos presentándose ante Moisés como Yo soy el que soy (Ex 3.14). Luego, en el primer mandamiento del decálogo, Jehová reclama exclusividad a sus seguidores cuando dice:No tendrás dioses ajenos delante de mí (Ex 20.3).En el Nuevo Testamento es Jesucristo quien se proclama el «Yo soy». Lo hace por ejemplo al declararse la manifestación visible de elementos o valores absolutos como la luz, el camino, la verdad, la vida, etc. en su dimensión espiritual. (Jn 8.12; 14.6; 11.25). También es Jesús quien se muestra excluyente cuando proclama que: El que no está conmigo, está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama (Mt 12.30, RVR-95).

Una realidad a enfrentar

Para el hombre de hoy no existen inconvenientes en creer en uno o en varios dioses, y eso no solo facilita el relativismo moral y la ausencia de valores sino que también lo promueve. Estos dioses convencionales y acomodaticios no hacen ninguna demanda moral y simplemente están al servicio utilitario de quien los invoque y los haga actuar con la fuerza y el mérito de su propia fe.

¡El Dios de la Biblia está lejos de esta concepción! Mientras que el Dios revelado en las Sagradas Escrituras crea al ser humano a su imagen y semejanza (Gn 1.26), hoy es el ser humano quien «crea» sus dioses a su propia imagen y semejanza.

La importancia de la Biblia en la familia

En estos tiempos, resulta imperioso que las familias abracen la Biblia y encuentren allí la fe en un Dios que es galardonador de los que le buscan y que da a sus seguidores leyes inmutables y eternas para que, al seguirlas, alcancen la plenitud de su existencia individual y familiar. Solo la familia que oye las palabras de la Biblia y vive de acuerdo a ellas, permanecerá firme frente a los problemas, pruebas y angustias de la vida.

Josué, en una actitud digna de ser imitada, tomó esa decisión para su familia y la comunicó así al pueblo reunido: Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová (Jos 24:15, RVR-95).

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Notas y referencias

[1]Lipovetsky, Gilles.El crepúsculo del deber(Editorial Anagrama, Madrid: 2000), 161.

[2]Georgia Campanini (citado por Enrique Fabbri), La familia fra publico e privato(Milán: Editorial Vita e Pensscero, 1979), p. 82

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El poder de la imagen

9 noviembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Una pregunta recurrente entre cristianos es: «¿Cómo llevar el mensaje de Cristo a un mundo necesitado?»

Tradicionalmente se mencionan tres elementos:

  1. La Palabra
  2. El Espíritu Santo
  3. El mensajero

Sin dudas, esos tres elementos están presentes en la proclamación del evangelio. Sin embargo, es importante añadir un factor no mencionado generalmente:

  1. La imagen que proyectamos

El impacto del evangelio en la iglesia primitiva no consistía solamente de los grandes conceptos de la gracia y del amor, aunque estos tienen un valor supremo… sino en el tipo de personas que proclamaban esas verdades.

Hasta entonces las voces que se escuchaban eran los pensamientos de los grandes filósofos de las épocas anteriores. Pero todavía no habían visto a hombres que estaban por encima de sus pensadores y moralistas.

Cuando en distintas épocas y circunstancias la imagen del cristiano se deterioró, la iglesia entera se debilitó, y el poder de alcanzar a la gente decreció.

La eficacia del ministerio depende más de la imagen del ministro, que de sus logros académicos o aun sus experiencias.

El ministro representa a Cristo, pero no es un exponente, sino una exposición.

Algunas imágenes falsas del ministerio:

  1. La imagen de la cultura teológica – Este tipo de imagen refleja solo hechos religiosos… mucho conocimiento, pero poca vida y experiencia. Somos grandes apologistas, pero tenemos poca vivencia de lo que decimos creer y enseñar.
  2. La imagen de la actualidad – Usamos todos los recursos naturales para hacer una obra que necesita, esencialmente, la presencia continua de lo eterno.
  3. La imagen de la falsa santidad – Utilizamos una pose exterior que no se condice con nuestro interior… incluso podemos pedir prestada la imagen de algún hombre de Dios… pero es solo una imitación. No es santidad, sino santurronería. 

Es importante que comprendamos que no solo llevamos un mensaje verbal —aunque proclamamos el evangelio—, ni tampoco escrito —aunque predicamos la Palabra… Cuando predicamos, en primer lugar, ¡nosotros somos el mensaje!

¿Cuál debe ser la imagen correcta?

Cualquiera que sea la tarea que realicemos en el ministerio, la imagen que transmitimos revelará la identificación que tenemos con el modelo original.

Juan el Bautista, por ejemplo, proyectaba una imagen que llegó a producir cierta confusión: «¿Eres tú aquel que había de venir? ¿Eres tú el profeta?». En Pablo fue la comunicación de la misma persona de Cristo – Gálatas 4.14: «… me recibieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús».

Algo del mensaje y de la Persona que proclamamos debe estar impreso en nuestra vida y nuestra comunicación.

Rasgos que se ven en Cristo:

  1. Un profundo amor a Dios – Juan 14.31
    Una persona enamorada de Dios reproduce el amor de Dios.
    No somos profesionales… somos profetas que proclaman la Palabra de Dios.
  2. Un profundo amor a las Escrituras – Juan 5.39
    Los sentimientos con los cuales la Biblia fue escrita deben prevalecer en nuestros ministerios.
  3. Un profundo amor a la tarea recibida – Juan 6.38
    No somos especialistas… somos hombres especialmente llamados para una tarea eterna.
    Lo que Jesús hacía en cualquier momento era la cosa más importante en ese momento.
    Algunos sueñan con acciones heroicas, pero cada acción debe ser heroica.

Conclusión

El hombre de Dios no lleva simplemente un mensaje, lleva una Persona: Cristo. Y esa Persona debe verse en todas las áreas de su vida y ministerio.

¿Dónde está la clave, el secreto, de ese ministerio? – 2 Corintios 3.18:

«Todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor».

Es imprescindible que contemplemos siempre a Cristo, y desde su perspectiva, interpretemos el ministerio y la vida cristiana.

Nuestra vida debe reflejar la vida de Cristo, para comunicar el mensaje y llevar honor y gloria a nuestro Señor a través de lo que predicamos y, especialmente, de lo que somos.

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Características de un líder cristocéntrico

9 noviembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Existen muchos líderes, pero no todos son cristocéntricos. ¿Cómo caminamos hacía un liderazgo basado en la doctrina de Cristo?

1. Que cuides la doctrina (1 Ti. 1.3-4)

La primera indicación de Pablo a Timoteo es acerca de la doctrina. En su indicación, Pablo enfatiza:

  • Que exija a otros que no se aparten de la verdadera doctrina (1.3)
  • Que enseñe la sana doctrina. Este es un término típico de las cartas paulinas. Implica enseñanza íntegra, sensata, verdadera.

2. Que cuides de tu propia fe (1 Ti. 1.18)

No es extraño que los líderes descuiden su propia vida espiritual al acercarse a la Palabra para darla a otros. Aquí Pablo remarca la importancia de dedicar tiempo y esfuerzo a desarrollar nuestra propia fe

3. Que cuides la casa de Dios (1 Ti. 3.14)

Cada aspecto del cuidado de la casa de Dios debe ser tenido en cuenta por el líder. Recordemos al profeta Hageo y la advertencia de Dios a su pueblo en cuanto a no descuidar su casa.

4. Que cuides a tus hermanos (1 Ti. 4.6)

Nuevo énfasis del rol de líder y guía espiritual. Aquí Pablo enfatiza varios aspectos:

  1. El líder debe nutrirse con las palabras de la fe.
  2. El líder debe seguir y enseñar la buena doctrina.
  3. El líder debe ejercitarse para la piedad.

5. Que cuides de ti mismo (1 Ti. 4.12-13)

En este pasaje, Pablo urge a Timoteo a ser ejemplo en 7 áreas:

  1. Palabra
  2. Conducta
  3. Amor
  4. Espíritu
  5. Fe
  6. Pureza
  7. Ocupado en la lectura, la exhortación y la enseñanza

En cada una de estas áreas debe permanecer.

6. Que cuides de tus relaciones personales (1 Ti. 5.1)

Cada grupo social debe ser atendido de acuerdo a sus necesidades específicas. Timoteo debe monitorear que cada grupo reciba lo que necesita para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.

7. Que cuides de no caer en el profesionalismo (1 Ti. 6.3)

  • Confórmate (vive de acuerdo) a las palabras de Jesús.
  • Confórmate (vive de acuerdo) a la piedad.
  • Evita la vanidad.
  • Evita las discusiones necias.
  • Evita tomar la piedad como fuente de ganancia.

Últimos consejos de Pablo a Timoteo (1 Ti. 6.11-14)

Sigue:

  • La justicia
  • La piedad
  • La fe
  • El amor
  • La paciencia
  • La mansedumbre
  • Pelea la buena batalla de la fe.
  • Echa mano a la vida eterna.
  • Guarda el mandamiento sin mancha ni reprensión.

En la segunda carta de Pablo a Timoteo, en el capítulo 3, el apóstol revela cómo serán los hombres en los últimos tiempos (3.1-9) y luego marca la diferencia que hay entre esos hombres y la vida de Timoteo.

En 2 Timoteo 3.10, Pablo dice que Timoteo reprodujo SIETE elementos de su vida cristiana:

«Pero tú has seguido mi…:

  1. Doctrina
  2. Conducta
  3. Propósito
  4. Fe
  5. Entereza
  6. Amor
  7. Paciencia

…en mis persecuciones y padecimientos.»

La relación del líder con aquellos que lidera es una de transferencia.

El líder transfiere lo que es, ya sea espíritu o carne.

En 2 Timoteo 2.22, Pablo repite una fórmula que había dicho en 1 Timoteo 6.11. En ambos casos le dice a Timoteo que HUYA de ciertas cosas y SIGA ciertas otras.

«Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.»

En este pasaje, esencialmente, el apóstol le dice a Timoteo:

  • Huye de aquello que puede controlarte aparte del Espíritu de Dios.
  • Sigue los valores que te convienen:
    1. La justicia
    2. La fe
    3. El amor
    4. La paz
  • Rodéate de hombres que, con corazón limpio, invoquen a Dios. Dicho de otra manera, busca y rodéate de personas santas que te ayuden a vivir el tipo de vida que Dios quiere.

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La Biblia y la sociolingüística

17 octubre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

«Dime con quién andas y te diré cómo hablas»

Los seres humanos nos distinguimos de las demás criaturas por la capacidad lingüística. Sin embargo, esa habilidad está condicionada por varios factores: edad, género,1 etnia y posición social. En otro artículo, Ronald Ross presenta un panorama de los aspectos en que la lingüística contribuye a la traducción de la Biblia. En este, mi propósito es profundizar en el aspecto sociolingüístico, referente a cómo esos factores sociales se relacionan con el habla: «Dime con quién andas y te diré cómo hablas». [Leer más…] acerca deLa Biblia y la sociolingüística

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Jerónimo, ese gran traductor

5 octubre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español 1 comentario

En su libro sobre la serie de HBO «Los Soprano», Chris Seay señala algo muy interesante sobre Tony, el personaje principal de la serie. Colgada del cuello de Tony hay una cadena de oro con un dije de San Jerónimo. Tony Soprano, a pesar de tener ese dije siempre con él, nunca cambió su vida, y siguió siendo un típico hampón que navegaba entre ser «religioso» y ser asesino. Muy diferente a lo que pasó con Jerónimo.

Jerónimo, ese gran traductor
Imagen: Ayuntamiento de Sevilla-Wikimedia Commons-Public Domain

 

 

 

 

 

 

 

Jerónimo de Estridón,  actual Croacia, nació hacia el 374 d.C. y murió en Belén en el año 420 d.C. en el monasterio donde pasó los últimos treinta años de su vida y donde discipuló a una gran cantidad de monjes y monjas en el camino cristiano.

Jerónimo fue educado por padres cristianos, y bautizado en la fe cristiana unos pocos años después. Si bien se sintió atraído por la vida monástica, alrededor de sus 30 años decidió ir a Oriente, donde se alejó de su religión y tuvo una crisis espiritual, que lo acercó al tipo de vida de Tony Soprano. Pero a diferencia de Tony, Jerónimo tuvo un sueño que cambiaría su vida para siempre.

En el sueño, se veía sentado ante el tribunal de Dios. Dios le preguntó: «¿Quién eres tú?». Jerónimo respondió: «Soy un cristiano». Pero Dios lo corrigió y le dijo: «Tú eres un mentiroso. Tú no eres un cristiano». Al despertarse, Jerónimo tomó el sueño como un mensaje de Dios. Darse cuenta de eso fue doloroso para él, pero cambió su vida por completo.

Jerónimo, ese gran traductor
(Vulgata_Sixtina_Public Domain-Wikipedia)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A partir de aquel momento trabajó duro para convertirse en el gran traductor de la Biblia que conocemos hoy. La Vulgata latina fue su obra cumbre. Doctor de la Iglesia, estudió en Roma y dominó a la perfección el latín, el griego, el hebreo y el arameo.

Tras ser ordenado como presbítero en Antioquía, en el año 379, viajó a Constantinopla, y estudió teología durante dos años con el renombrado padre capadocio Gregorio Nacianceno, que en aquel momento era obispo de Constantinopla. Luego regresó a Roma donde formó parte del Concilio reunido por el papa Dámaso, quien le pidió que preparara una nueva traducción de la Biblia al latín. Jerónimo accedió, y tardó veintitrés años en completar la tarea.

Si bien ya circulaban algunas traducciones de la Biblia, Jerónimo hizo una versión totalmente nueva, utilizando el Nuevo Testamento griego, y el hebreo original del Antiguo Testamento como base para su nueva traducción al latín. La terminó en el año 405. Fue una enorme obra de erudición, a la que se le llamó Vulgata, y pronto se convirtió en la traducción aceptada de la Biblia en el mundo occidental de habla latina, una posición que mantuvo hasta la Reforma del siglo XVI. (Vulgata procede del término latino para «común» —la Biblia común, es decir, aquella de uso común).

Su conocimiento del hebreo, le permitió comprender algo importante respecto a las Escrituras del Antiguo Testamento. Se dio cuenta de que la traducción griega del Antiguo Testamento, la Septuaginta, contenía ciertos libros que no se hallaban en el AT hebreo. Como mayormente los cristianos no sabían hebreo, y muchos hablaban griego, la iglesia usaba la Septuaginta en su adoración, su estudio y su predicación.

Jerónimo argumentó que los cristianos solo debían aceptar los libros que los judíos incluyeron en el AT hebreo. La Iglesia denominó apócrifos a estos libros adicionales, que es la traducción griega para «cosas ocultas» (esto se refiere a que los libros apócrifos no se leían en la adoración pública, porque la Iglesia no consideraba que estuvieran al mismo nivel del resto de las Escrituras).

Jerónimo, ese gran traductor
Bern,_Burgerbibliothek,_Cod._85,_f._52r_–_Biblia_Latina_(Vulgata_Evangelia-Imagen- Wikipedia-Public Domain

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El AT que los evangélicos usan hoy es el AT hebreo tal como Jerónimo lo definió. Sin embargo, en el año 1546, el Concilio de Trento decretó que los apócrifos eran de inspiración divina y que formaban parte del AT. (Antes de las tormentas de la Reforma, la Iglesia Occidental de la Edad Media no poseía una clara visión definida del canon del AT; distintos teólogos argumentaron a favor de posturas diferentes).

La Iglesia Ortodoxa Oriental no ha alcanzado nunca un consenso universalmente aceptado sobre este asunto; en la actualidad, los teólogos ortodoxos griegos aceptan los apócrifos como inspirados, mientras que muchos ortodoxos rusos los consideran instructivos y edificantes para los cristianos, pero no al mismo nivel que las Escrituras como fuente de enseñanza.

Mientras estuvo en Roma, Jerónimo ganó a muchos miembros de la aristocracia romana, para que practicaran la vida monástica. Los paganos estaban asombrados de ver a estos eminentes personajes de la nobleza repartir toda su fortuna a los pobres y transformar sus magníficas casas señoriales en humildes monasterios.

Desde el año 386, Jerónimo vivió el resto de su vida en un monasterio de Belén, escribiendo y enseñando constantemente a los demás monjes. Abrió una escuela para los niños del vecindario. Produjo muchos comentarios académicos sobre los distintos libros de la Biblia, y tradujo al latín numerosos escritos teológicos griegos de importancia.

Jerónimo murió en Belén, enfermo y casi ciego, en el año 420. Su fama y su influencia entre los cristianos occidentales durante toda la Edad Media solo fueron superadas por las de Agustín de Hipona.

Hoy, 30 de setiembre, se celebra la vida y la obra de este gran traductor bíblico, que quedó para siempre en la historia de las traducciones bíblicas.

 

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Cómo estudiar la Biblia

4 octubre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Siguiendo artículos anteriores sobre métodos de estudio bíblico, en el presente artículo explicaremos de manera práctica cómo estudiar una palabra de la Biblia. A modo de ejemplo, analizaremos la palabra «avaros» de 1 Corintios 6.9-10.
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La importancia crítica de la Biblia Reina Valera

28 septiembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

La antigua Biblia de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera es el mayor aporte hecho por los cristianos evangélicos a la literatura española.

Su clasicismo y majestuoso lenguaje han garantizado su preeminencia. Como tantos otros evangélicos, no puedo separar la Biblia Reina Valera de mi peregrinaje espiritual. El primer ejemplar de la Biblia completa que llegó a mis manos había sido publicado por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, y forma parte de mi nostalgia por la juventud.

Con motivo de mi ingreso como miembro de número a la Academia Norteamericana de Lengua Española —y correspondiente de la Real Academia Española— se me presentó la oportunidad de ofrecerle un sincero reconocimiento a la versión Reina-Valera, a la que he asociado siempre con las glorias de nuestra lengua. El título del discurso de ingreso, pronunciado en Columbia University, es el siguiente: «Marcelino Menéndez y Pelayo: Historiador de las Religiones». No hubo necesidad alguna de acudir a mis propias palabras, sino más bien a las de nuestro erudito por excelencia, ya que el discurso era una evocación del más famoso de los críticos españoles. La contestación de rigor, a cargo de don Jaime Santamaría, miembro de las Academias Norteamericana y Filipina, y correspondiente de la Española, estuvo dedicada a exaltar nuestra amada versión castellana de las Escrituras. De repente, recordé que fue precisamente don Jaime Santamaría quien puso en mis manos, en los ya lejanos días de mi niñez, el Evangelio según San Juan de la versión Reina-Valera.

Importancia de la versión Reina Valera

La importancia crítica de la Biblia Reina Valera
(Photo by: Oscar Ivan Esquivel Arteaga from Unsplash)

Menéndez y Pelayo dejó un testimonio de la importancia de esa versión, situándola en su contexto histórico y literario. Esas palabras forman parte de su célebre Historia de los Heterodoxos Españoles: «Los trabajos bíblicos, considerados como instrumentos de propaganda, han sido en todo tiempo ocupación predilecta de las sectas protestantes. No los desdeñaron nuestros reformistas del siglo xvi: Juan de Valdés puso en hermoso castellano los Salmos y parte de las Epístolas de San Pablo, Francisco de Enzinas, no menor helenista, vertió del original todo el Nuevo Testamento; Juan Pérez aprovechó y corrigió todos estos trabajos. Faltaba, con todo eso, una versión completa de las Escrituras que pudiera sustituir con ventaja a la de los judíos de Ferrara, única que corría impresa, y que por lo sobrado literal y lo demasiado añejo del estilo, lleno de hebraísmos intolerables, ni era popular, ni servía para lectores cristianos del siglo xvi. Uno de los protestantes fugitivos de Sevilla se movió a reparar esta falta; emprendió y llevó a cabo, no sin acierto, una traducción de la Biblia, y logró introducir en España ejemplares a pesar de las severas prohibiciones. Esta Biblia, corregida y enmendada después por Cipriano de Valera, es la que hoy difunden, en fabulosa cantidad de ejemplares, las Sociedades Bíblicas Unidas por todos los países donde se habla la lengua castellana. El escritor a quien debió nuestro idioma igual servicio que el italiano Diodati era un morisco granadino llamado Casiodoro de Reina».

La importancia crítica de la Biblia Reina Valera

(Biblia del Oso-imagen Wikipedia-Public Domain)

Por siglos se había dependido de los reinos de la Península Ibérica de la Vulgata, versión latina que vino a ser la Biblia de toda la iglesia en el medioevo.

Isidoro de Sevilla había escrito comentarios al Antiguo Testamento y biografías de ochenta y seis personajes bíblicos. Otro gigante de la erudición medieval, Alfonso el Sabio, rey de León y Castilla, promovió la traducción del Antiguo Testamento y la encargó a un grupo de eruditos en Toledo. Al iniciarse los tiempos modernos, el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, arzobispo de Toledo futuro regente del Reino y Gran Inquisidor, publicó en España la Biblia, que se conoce generalmente como la políglota Complutense. Según el historiador Justo L. González: «Esta Biblia manifiesta un espíritu de erudición crítica que los estudiosos bíblicos no habían conocido desde tiempos de Orígenes en el siglo iii, de Jerónimo en el iv, o de Teodoro de Mopsuestia en el v». Sin embargo, sería un miembro ilustre de la pequeña minoría religiosa constituida por los reformistas de la Península, el escogido de Dios para la proeza de publicar, en agosto de 1569 el primer ejemplar de toda la Biblia vertida a nuestra lengua con una maestría no superada por ningún otro esfuerzo de esa naturaleza.

La importancia crítica de la Biblia Reina Valera
(Retrato de Cipriano de Valera -Wikipedia)

En aquella gloriosa era de Cervantes, Lope de Vega y Juan de Valdés, el Siglo de Oro de la literatura española, la incipiente comunidad evangélica dio a luz, mediante las abnegaciones de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, una versión que ya recibe el debido reconocimiento en las academias de lengua. Su mensaje sigue siendo el mismo: «La luz en las tinieblas resplandece».

Por Marcos Antonio Ramos en «La Biblia en las Américas»

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Belleza literaria de la Biblia Reina-Valera

24 septiembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

La antigua Biblia de Casiodoro de Reina se ha convertido en la versión de las Sagradas Escrituras más utilizada por el movimiento protestante hispanoamericano desde sus inicios. Se puede decir que, como «leche materna», hemos bebido de ella el mensaje redentor. Una versión que ha trascendido de generación a generación: la Biblia Reina Valera.

Belleza literaria de la Biblia Reina-Valera
(Photo by Joel Muniz on Unsplash)

De tal manera los cristianos no católicos de esta parte del mundo la han hecho suya, que muchas de las expresiones y giros de su habla característica exhiben la huella inconfundible del lenguaje de Reina. El fenómeno se debe, sin duda, a que generación tras generación han memorizado frases, versículos y pasajes enteros, en los que encuentran una y otra vez consuelo e inspiración divina.

Algo curioso es que la Reina Valera se considera una versión culta, un clásico de la lengua española, pero, sin embargo, ocupa el lugar cimero entre los evangélicos de habla castellana como la más popular de las traducciones de la Biblia. En sus orígenes, cuando intentaba romper el cerco tendido por la Inquisición en torno de aquellos que luchaban por una renovación de la fe, a Casiodoro (llamado «de Reina» porque ese era el nombre de la villa cercana al pequeño pueblo donde nació) lo animaba el deseo de preparar una versión lo más comprensible y sencilla posible. Así, por ejemplo, vacilaba a la hora de utilizar aquellas palabras cultas tales como «alianza», de poco uso, o «pacto», derivada del latín, en lugar del vocablo «concierto», empleado por la gente para aludir a un concepto parecido, aunque no exacto, de lo que significa el término hebreo «berith». Según él, «entretanto que no son más usados, menos inconveniente nos pareció tomar un vocablo entendido, aunque no lo signifique todo, que otro que lo signifique todo, y por no ser entendido del común, pueda venir en abuso…».

Claridad pedagógica

Belleza literaria de la Biblia Reina-Valera
(Image by ivkasap from Pixabay)

Ese anhelo de simplicidad y claridad pedagógicas, asombroso en tiempos cuando la iglesia oficial pretendía mantener a cualquier costo el latín, tanto en la enseñanza como en la liturgia, otorgó a la prosa de Reina la cristalina belleza y la musicalidad del idioma hablado, o sea, de la lengua viva que se renueva constantemente en los labios de la gente sencilla. Al mismo tiempo, ello hizo que esta Biblia pasara a formar parte de las obras clásicas del «Siglo de Oro» de la literatura española, un período que en pureza de verdad transcurre entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII. Tras el auge literario renacentista de inicios del siglo, la traducción de Reina prácticamente inaugura el ciclo literario que culminaría con la obra de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y Góngora.

Una traducción artística

A todas luces, el clasicismo de la versión Reina Valera, con su majestuoso y, en ocasiones, suave y tierno lenguaje, se afirma más allá de gustos y modas pasajeros en la ya centenaria preferencia de creyentes que son, pese a su diversa idiosincrasia y cultura, herederos de una misma lengua y depositarios de una misma fe.

El arte de verter los textos antiguos a un idioma que recién había completado su fase formativa, «contribuyendo así a la fijación del español moderno», no fue ajeno a Reina para aunar belleza y exactitud en su obra. Ello se pone de manifiesto sobre todo en los Salmos, en el lenguaje poético de los profetas y en la llamada literatura sapiencial. Aunque él pensaba aprovechar la traducción que del Nuevo Testamento y los Salmos hiciera su contemporáneo Juan Pérez de Pineda, circunstancias inesperadas (las autoridades francesas destruyeron la primera edición de esos textos a petición de Felipe II), lo obligaron a terminar solo, en una carrera contra el tiempo, aquella titánica empresa.

Para lograrlo tuvo que apelar a sus dotes de escritor y sus amplios conocimientos del griego: en apenas seis semanas completó lo que faltaba, de 1 Corintios a Apocalipsis, y entregó toda la Biblia a la imprenta. Si su Antiguo Testamento comunicaba mucho del ritmo de la poesía, envuelta ahora en la nueva sonoridad del castellano, así como el sentido de difíciles hebraísmos, su Nuevo Testamento ofrecía un fluido relato de los acontecimientos narrados en los Evangelios y el libro de los Hechos, así como toda la riqueza conceptual de las cartas paulinas.

Nuevas revisiones

Como se sabe, la obra de Reina ha sido objeto de numerosas revisiones a través de los siglos. Pero ninguna de ellas ha desvirtuado su carácter ni sus rasgos esenciales: la fidelidad de la traducción y la belleza del estilo. El trabajo realizado por los comités de las nuevas revisiones ha procurado resaltar esas cualidades, teniendo en cuenta la evolución del idioma y los grandes avances experimentados por las formas y medios de comunicación humanos. Conscientes de la gran responsabilidad que Dios ha puesto sobre los hombros de los revisores, se ha buscado siempre mantener diáfanos y tersos, como las obras de arte sometidas a un proceso de restauración, los clásicos textos de la Biblia Reina Valera.

Omar Díaz de Arce en «La Biblia en las Américas».

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