Aspectos culturales de la Biblia — Parte 2

Aspectos culturales de la Biblia — Parte 2

Otro patrón cultural de Génesis

Consideremos otro patrón cultural sumamente interesante, el cual se encuentra en el capítulo 24 del mismo libro del Génesis. Allí Abraham le pide a su siervo Eliezer que vaya a Canaán y busque una esposa para su hijo Isaac. Esto significa que quien buscará la esposa no será la persona interesada sino alguien más que actuará en su lugar. Esta clase de casamientos «por poder» es un patrón cultural. Y otro patrón cultural es la petición que Abraham le hace a Eliezer de ponerle la mano debajo del muslo. ¿Para qué le pide hacer tal cosa? Para que, mediante este acto simbólico, Eliezer se comprometa a cumplir su juramento.

Por Alfredo Tepox Varela

Hay aquí otro patrón cultural, del que puede decirse que existe en todas las culturas y en todos los idiomas, y que es cierto pudor al hablar. A pesar de tal pudor, lo que se tiene que decir se dice, aunque deba decirse por medio de un eufemismo, que es cierta manera de referirse a algo sin mencionarlo, especialmente cuando el tema se considera grosero o poco delicado, y que por respeto a los demás no es conveniente decir explícitamente. En este caso del juramento de Eliezer, todo parece indicar que este pone su mano, no debajo del «muslo» de Abraham sino en sus partes nobles (¡que es otro eufemismo!). Para los hebreos de aquellos tiempos esto era algo muy normal. De allí que Eliezer, como esclavo que era, haya obedecido para sellar su compromiso.

Aspectos culturales de la Biblia - Parte 2

Todos estos aspectos culturales están ahí, en el texto bíblico, y los hemos leído repetidas veces, sin que hayamos llegado a captar su sentido. Solo cuando el texto es puesto en su contexto cultural comienza a aflorar el sentido latente del mismo. Por ejemplo, en la escena en que Eliezer dirige una plegaria a Dios para pedir que se cumpla su petición, el lector asiduo del texto bíblico verá tal vez la respuesta de Dios a esa plegaria. Sin embargo, con un poco de atención verá también algo muy interesante, y es el regateo que tiene lugar entre Labán y Eliezer por la dote de la muchacha. Veamos la escena con detenimiento. Una vez que Eliezer ha convencido a la familia de Rebeca de que ella es la elegida por Dios para ser la esposa de Isaac, la familia dice: Bueno, quédate con nosotros unos diez días.

Literalmente, «diez días» son diez días; idiomáticamente, sin embargo, esta frase solo significa un número indeterminado de días, algo así como «unos días más». Pero esta frase, aparentemente cortés e inofensiva, tiene un propósito, y es el de iniciar un regateo no explícito entre el esclavo y la familia de la muchacha; mientras más interés muestre el esclavo por partir de inmediato con la muchacha, más alta será la dote que la familia pedirá por ella. Tenemos, pues, que estos «diez días» son el preámbulo para una transacción comercial. Claro que, desde nuestra perspectiva presente, no se oye bien hablar de «transacción comercial»; sin embargo, eso es lo que realmente acontece en este episodio. Si el esclavo accede a quedarse unos días más, mostrará con ello su interés por la muchacha; de lo contrario, rehusará quedarse y se irá a otra tienda a buscar otra esposa para su amo. Visto en su contexto cultural, resulta evidente que aquí tiene lugar un regateo. Cuando finalmente la transacción se lleva a cabo, parte la muchacha con la bendición de toda la familia, lo cual evidencia que tal bendición familiar no habría sido prodigada si quienes «vendían» no hubieran estado seguros de haber efectuado una operación comercial ventajosa para ellos.

Es probable que hasta ahora no hayamos visto en el texto tal cosa. Si acaso no lo hemos visto, se deberá a que las palabras, aunque eficientes vehículos de comunicación, no son toda la comunicación. Es un hecho que el lenguaje «dice», pero es también un hecho que, en ocasiones, es más lo que esconde que lo que dice. De allí que, para una correcta lectura del texto, la tarea del intérprete del texto bíblico sea la de conjuntar una serie de códigos de comunicación. (Uso el término «código» en su sentido técnico, como sinónimo de «lenguaje»). En la comunicación humana confluyen muchos códigos (hay gente que habla y se comunica por medio de los gestos de las manos y de la cara). Además, tenemos que ver quién habla, si el tendero de la esquina, con el mandil enrollado; o el químico en el laboratorio, vestido con su bata blanca; o el carnicero, que se acerca a nosotros con el cuchillo en la mano. Tal vez nos encontremos hablando con alguien que se acaba de bañar, que huele a perfume, y que se ha puesto corbata. La ropa es también otro código, ¡y vaya si comunica! Tenemos también el código de los colores, y la distancia que guardan las personas entre sí, y el lugar donde se habla. Porque no es lo mismo hablar desde un estrado, que hablar frente a frente, o charlar mientras se recorre un pasillo. Cada uno de estos aspectos, aparentemente insignificantes, son códigos que comunican un mensaje. Por tanto, cuando nos acercamos al texto bíblico debemos tomar en cuenta todos estos códigos para que, una vez reunidos y conjugados, podamos encontrar el mensaje cifrado en el texto.

Rut

A veces encontraremos en el texto palabras enigmáticas, como las siguientes, que Rut dirige a su suegra Noemí: No me pidas que te deje ni me separe de ti. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré enterrada. Así me haga el Señor, y aún me añada. Centremos nuestra atención en la frase «Así me haga el Señor». ¿Qué significa «así» en este caso? ¿«Así», cómo?

Es una lástima que en aquellos tiempos todavía no hubiera videograbadoras; de lo contrario, y en caso de haberse filmado esta escena, podríamos ver ahora qué gestos o ademanes hizo Rut al momento de exclamar «Así me haga el Señor». Ahora, a una distancia milenaria de los acontecimientos narrados, solo podemos preguntarnos: ¿Así, cómo? ¿Qué gesto habrá hecho Rut? A falta de mayor información, cualquier conclusión a la que lleguemos será solo una adivinanza. Tal vez la expresión haya sido equivalente a la nuestra: «¡Que me parta un rayo!», y habrá ido acompañada del movimiento de una mano bajando de la cabeza al vientre. No lo sabemos. Pero tenemos que reconocer que el texto nos permite, por lo menos, preguntarnos qué ademán hizo Rut cuando, bajo juramento, se comprometió a no abandonar a su suegra.

Y ya que hablamos de Rut, este libro es excelente para hablar de cultura en la Biblia. El texto nos muestra a dos mujeres, la suegra y la nuera. Según los estereotipos de nuestra cultura, la suegra y la nuera no suelen llevarse bien. Pero en este libro sucede todo lo contrario. ¿Por qué será que el autor de este libro decide presentarnos a estas dos mujeres como protagonistas de la historia? Si atendemos a la información implícita en el texto, estas dos mujeres representan a uno de los tres sectores más desvalidos de la sociedad de aquellos tiempos: las viudas. Los otros dos eran los huérfanos y los extranjeros. A estos últimos, la legislación bíblica los protegía al recordarles a los israelitas: Acuérdate que también tú fuiste extranjero en Egipto. Tenemos aquí, entonces, un aspecto cultural muy interesante: el escritor del libro de Rut nos presenta a dos mujeres desamparadas, una de las cuales tiene dos problemas, ser viuda y ser extranjera.

Un término clave en el libro es la palabra hebrea go’el, vocablo hebreo que generalmente se traduce como «redentor», y que más tarde habría de aplicarse a Jesucristo. Para sobrevivir en Israel, la extranjera Rut necesitaba contar con un «redentor». ¿Pero de qué habría de redimirla este redentor? Pues de su viudez, con lo que le daría la ciudadanía en un país extranjero. El punto cultural de interés para nosotros es que no cualquiera podría hacerlo; tenía que ser alguien en particular, alguien que fuera pariente cercano del esposo muerto. ¿Y a qué se debían tales restricciones? ¿Por qué solamente un pariente cercano del difunto, y no cualquier otro hombre que quisiera casarse con ella? La respuesta a estas preguntas puede ser también la respuesta al porqué de la presencia de este libro en el canon bíblico: el libro de Rut reafirma la validez y vigencia de la ley de levirato, ley para nosotros desconocida. ¿Y en qué consistía esa ley? En que, si algún varón israelita se casaba y llegaba a morir sin haber tenido hijos con su esposa, entonces algún hermano o pariente cercano del difunto tenía la obligación de casarse con la viuda y tener hijos con ella, a sabiendas de que esos hijos no serían contados como suyos sino como hijos del difunto. ¿Y cuál era la razón de una ley, para nosotros tan extraña? La razón era que la línea genealógica no debía ser interrumpida. Podemos ver entonces la trascendencia de este patrón cultural: entre los hebreos, cuya cultura era esencialmente patriarcal y patrilocal, la línea genealógica no debía jamás interrumpirse. Por lo tanto, Rut debía redimir su viudez casándose con un redentor que debía ser pariente cercano de su esposo muerto. El texto bíblico nos cuenta que, si bien Booz era pariente cercano, había otro pariente más cercano y, en consecuencia, con mayores derechos de redención. Booz no podría haberse casado con Rut a menos que ese pariente cercano renunciara a sus derechos, como en efecto lo hizo.

Toda cultura tiene sus leyes, y tiene también sus transgresores. Al leer con detenimiento el texto bíblico, podemos detectar otro elemento cultural muy interesante. A fin de que se decidiera finalmente cuál de los dos parientes cercanos se casaría con Rut, la cuestión debía llevarse a las puertas de la ciudad, que era el lugar donde se trataban todos los asuntos públicos. Habrá que anotar que, antes de eso, Rut ha estado espigando en el campo de Booz, o mejor dicho, ha ido recogiendo las espigas que los espigadores dejaban caer. En cierto momento de la cosecha, y por recomendaciones de la suegra, la hemos visto bañarse y perfumarse, y ponerse su mejor vestido para ir a pasar la noche en el trigal. Llegada la noche, y siguiendo los consejos de su suegra, Rut va y le «descubre los pies» a Booz. Quienes hemos leído este texto, y hemos escuchado las varias explicaciones que del mismo suelen darse, terminamos pensando que Rut hizo esto como muestra de humildad y agradecimiento por la bondad de Booz. En realidad, lo que Rut hizo no fue tenderse a los pies de Booz sino pedirle a Booz que la cubriera con su manto.

Todos estos aspectos son algunos de los muchos patrones culturales que escapan a nuestra atención, simplemente porque el lenguaje, por sí mismo, dice y no dice. Solo cuando al lenguaje se suma la cultura, con todo lo que ello implica, los hechos y las palabras comienzan a cobrar su verdadero sentido. Solo entonces comienza todo a resolverse; solo entonces comienzan a aflorar las posibles respuestas.

Aspectos culturales de la Biblia - Parte 2

Hay otro aspecto cultural en este libro que resulta interesante considerar, y que es la forma de hacer negocios. Es frecuente encontrar en el texto bíblico la frase «a las puertas de la ciudad», o «en las puertas de la ciudad». En primer lugar, tenemos que situarnos en el contexto específico y comenzar por visualizar las ciudades de aquellos tiempos, que más que ciudades eran pequeños poblados, si acaso amurallados para proteger a sus habitantes de posibles incursiones de bandidos o de ejércitos enemigos. Estas ciudades amuralladas tenían una puerta principal, que a la caída del sol se cerraba. Durante el día, los negocios de la ciudad y los litigios se celebraban precisamente ahí. La puerta era el centro cívico de la ciudad, y por lo tanto allí es llevado el caso de la redención de Rut, a fin de decidirlo en presencia de testigos. Se trataba de una transacción comercial, y Booz haría valer sus derechos de redención, aunque solo después de que el pariente más cercano renunciara a los suyos. El texto nos cuenta que el compromiso se cierra de la siguiente manera: el que renuncia a sus derechos, se quita la sandalia y se la da al otro. El que renuncia pasa algo de sí mismo —en este caso, sus derechos— al que recibe la sandalia. Una vez efectuado este ritual, Booz puede ya casarse con la viuda. He aquí uno más de tantos aspectos culturales presentes en el texto bíblico.

Conclusión

Podríamos seguir en esta línea. Mi intención, sin embargo, es destacar la importancia de tener presentes, en nuestra lectura de la Biblia, aspectos culturales que, en no pocos casos, difieren radicalmente de los nuestros. Es mi intención, igualmente, recalcar la importancia de preguntarnos si lo que era válido para los hombres y mujeres de ese tiempo sigue siendo válido para nosotros. Me atrevería a decir que no. Y mi osadía se finca en el hecho de que los tiempos cambian, y en que la Biblia misma nos dice que Dios ha estado consciente de estas diferencias culturales y lingüísticas. Si fuera necesaria una justificación de mi postura a partir del texto bíblico, no podría encontrar mejores palabras que las que hallamos en Hebreos 1:1-2: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo». ¿Por qué «muchas veces»? ¿Por qué «de diferentes maneras»? ¿Por qué primero «por los profetas», y después «por el Hijo»? Simplemente, porque los tiempos cambian, porque las culturas son diferentes, y porque nuestra manera de comunicarnos es diferente y ahora esperamos, y necesitamos, un mensaje diferente.

Por supuesto, al decir «diferente», no me refiero a la esencia misma del mensaje; hablo, más bien, de la forma del mensaje y de cómo lo recibimos. Es mi impresión que, en la medida en que en nuestra lectura del texto bíblico tomemos en cuenta estos factores culturales y lingüísticos, el mensaje bíblico cobrará su verdadera dimensión. Solo de esa manera el mensaje de ayer para el pueblo de Israel y para los primeros cristianos seguirá siendo vigente para nosotros hoy.

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Libros recomendados

John H. Walton, Victor H. Matthews y Mark W. Chavalas. Comentario del contexto cultural de la Biblia-Antiguo Testamento: El trasfondo cultural de cada pasaje del Antiguo Testamento. El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2004.

Craig S. Keener. Comentario del contexto cultural de la Biblia-Nuevo Testamento: El trasfondo cultural de cada versículo del Nuevo Testamento. El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2003.

1 comentario en “Aspectos culturales de la Biblia — Parte 2”

  1. Es buena información, pero sobre los ejemplos expuestos creo que nadie debate que son actos culturales (y no creo que nadie los quiera aplicar hoy). Pero que hay sobre otras cosas mas transcendentes, como cuando Jesucristo dijo que la única razón permitida para un divorcio era el adulterio. Sobre este pasaje, hay quienes dicen que es un mandamiento cultural que se aplica solo en el contexto que fue dado, y que no aplica para hoy (osea que te puedes divorciar digamos por cualquier cosa). Como este ejemplo que te di, entre otros, creo que es necesario indicar lo que es o no es cultural, pues aquí si hay mucha confusion actualmente.

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