La antigua Biblia de Casiodoro de Reina se ha convertido en la versión de las Sagradas Escrituras más utilizada por el movimiento protestante hispanoamericano desde sus inicios. Se puede decir que, como «leche materna», hemos bebido de ella el mensaje redentor. Una versión que ha trascendido de generación a generación: la Biblia Reina Valera.

De tal manera los cristianos no católicos de esta parte del mundo la han hecho suya, que muchas de las expresiones y giros de su habla característica exhiben la huella inconfundible del lenguaje de Reina. El fenómeno se debe, sin duda, a que generación tras generación han memorizado frases, versículos y pasajes enteros, en los que encuentran una y otra vez consuelo e inspiración divina.
Algo curioso es que la Reina Valera se considera una versión culta, un clásico de la lengua española, pero, sin embargo, ocupa el lugar cimero entre los evangélicos de habla castellana como la más popular de las traducciones de la Biblia. En sus orígenes, cuando intentaba romper el cerco tendido por la Inquisición en torno de aquellos que luchaban por una renovación de la fe, a Casiodoro (llamado «de Reina» porque ese era el nombre de la villa cercana al pequeño pueblo donde nació) lo animaba el deseo de preparar una versión lo más comprensible y sencilla posible. Así, por ejemplo, vacilaba a la hora de utilizar aquellas palabras cultas tales como «alianza», de poco uso, o «pacto», derivada del latín, en lugar del vocablo «concierto», empleado por la gente para aludir a un concepto parecido, aunque no exacto, de lo que significa el término hebreo «berith». Según él, «entretanto que no son más usados, menos inconveniente nos pareció tomar un vocablo entendido, aunque no lo signifique todo, que otro que lo signifique todo, y por no ser entendido del común, pueda venir en abuso…».
Claridad pedagógica

Ese anhelo de simplicidad y claridad pedagógicas, asombroso en tiempos cuando la iglesia oficial pretendía mantener a cualquier costo el latín, tanto en la enseñanza como en la liturgia, otorgó a la prosa de Reina la cristalina belleza y la musicalidad del idioma hablado, o sea, de la lengua viva que se renueva constantemente en los labios de la gente sencilla. Al mismo tiempo, ello hizo que esta Biblia pasara a formar parte de las obras clásicas del «Siglo de Oro» de la literatura española, un período que en pureza de verdad transcurre entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII. Tras el auge literario renacentista de inicios del siglo, la traducción de Reina prácticamente inaugura el ciclo literario que culminaría con la obra de Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y Góngora.
Una traducción artística
A todas luces, el clasicismo de la versión Reina Valera, con su majestuoso y, en ocasiones, suave y tierno lenguaje, se afirma más allá de gustos y modas pasajeros en la ya centenaria preferencia de creyentes que son, pese a su diversa idiosincrasia y cultura, herederos de una misma lengua y depositarios de una misma fe.
El arte de verter los textos antiguos a un idioma que recién había completado su fase formativa, «contribuyendo así a la fijación del español moderno», no fue ajeno a Reina para aunar belleza y exactitud en su obra. Ello se pone de manifiesto sobre todo en los Salmos, en el lenguaje poético de los profetas y en la llamada literatura sapiencial. Aunque él pensaba aprovechar la traducción que del Nuevo Testamento y los Salmos hiciera su contemporáneo Juan Pérez de Pineda, circunstancias inesperadas (las autoridades francesas destruyeron la primera edición de esos textos a petición de Felipe II), lo obligaron a terminar solo, en una carrera contra el tiempo, aquella titánica empresa.
Para lograrlo tuvo que apelar a sus dotes de escritor y sus amplios conocimientos del griego: en apenas seis semanas completó lo que faltaba, de 1 Corintios a Apocalipsis, y entregó toda la Biblia a la imprenta. Si su Antiguo Testamento comunicaba mucho del ritmo de la poesía, envuelta ahora en la nueva sonoridad del castellano, así como el sentido de difíciles hebraísmos, su Nuevo Testamento ofrecía un fluido relato de los acontecimientos narrados en los Evangelios y el libro de los Hechos, así como toda la riqueza conceptual de las cartas paulinas.
Nuevas revisiones
Como se sabe, la obra de Reina ha sido objeto de numerosas revisiones a través de los siglos. Pero ninguna de ellas ha desvirtuado su carácter ni sus rasgos esenciales: la fidelidad de la traducción y la belleza del estilo. El trabajo realizado por los comités de las nuevas revisiones ha procurado resaltar esas cualidades, teniendo en cuenta la evolución del idioma y los grandes avances experimentados por las formas y medios de comunicación humanos. Conscientes de la gran responsabilidad que Dios ha puesto sobre los hombros de los revisores, se ha buscado siempre mantener diáfanos y tersos, como las obras de arte sometidas a un proceso de restauración, los clásicos textos de la Biblia Reina Valera.
Omar Díaz de Arce en «La Biblia en las Américas».