Introducción
Hay muchos tipos de cristianos. Están aquellos que son cristianos por herencia o tradición, y que solo asisten a la iglesia por algún motivo especial. Hay otros que han recibido algo de parte de Dios (pudo haber sido una sanidad) y que tienen una relación con Dios «muy a su manera». También están los que han recibido a Cristo en sus corazones, pero nunca han hecho nada para crecer y conocer más a su Salvador. Todos estos tipos viven sus vidas cristianas con relativa facilidad. Pero cuando alguien recibe a Cristo y se propone vivir de acuerdo a sus mandamientos la cosa se pone más comprometedora. Vivir una vida que agrade a Dios no es una cosa fácil ni algo que se hace una sola vez y para siempre.
Trasfondo
Pablo escribió la carta a los Colosenses, en parte para refutar a los fanáticos intelectuales que degradaban la persona de Jesucristo diciendo que era una emanación muy importante de Dios, pero no igual a Dios, al mismo tiempo que exaltaban el conocimiento humano como medio para conseguir un lugar junto a Dios. Para ellos, el conocimiento intelectual era el medio de caminar y congraciarse con Dios.
Pablo les presenta otra verdad. Él les dice que está orando para que ellos sean llenos de toda sabiduría e inteligencia espiritual (del Espíritu), lo que se reflejará en un andar digno ante el Señor. Por lo tanto, Pablo les dice que, impulsado por un razonamiento espiritual (y racional, pero nutrido del Espíritu – Romanos 12.1) todo cristiano debe caminar dignamente ante Dios.
De acuerdo a Colosenses 1.9-12, vemos cuatro claves para andar como es digno para Dios.
- Agradándole en todo (1.10)
- Temiéndole (Hechos 10.34-35)
- Con reverencia – Isaías 6.1-7 – Su presencia nos habla de…
- Su santidad (6.3)
- Nuestro pecado (6.5)
- Nuestra redención (6.7)
- Con temor – Cuando vivo como no debería vivir. Muchas veces debemos temer a la ira de Dios. Más allá de un temor reverente, debemos ser conscientes de que, en su eterna tarea de moldearnos a la imagen de su Hijo, el Padre nos tratará con severidad. El temor a esa realidad, muchas veces puede hacernos desistir de pecar o llevarnos a vivir vidas santas.
- Con reverencia – Isaías 6.1-7 – Su presencia nos habla de…
- Haciendo justicia (Hechos 10.34-35)
- Siendo justos
- Administrando justicia sabiamente; de acuerdo a la voluntad de Dios. Levantar las manos a Jesús sin brindar nuestras manos a las necesidades del prójimo puede llevarnos a una espiritualidad fuera del contexto en que vivimos, produciendo un vacío existencial.
- Temiéndole (Hechos 10.34-35)
- Llevando fruto de toda buena obra (1.10) – El verbo griego está en tiempo presente, indicando que llevar fruto debe ser algo constante.
- Resultado de actitudes internas (Lucas 3.8; Mateo 7.16-20)
- Resultado de aplicar la Palabra de Dios (Mateo 13.23, el sembrador)
- Resultado del ministerio personal (Romanos 1.13; Filipenses 1.22; 4.7)
- Resultado del control del Espíritu Santo (Gálatas 5.22-23).
Cuando la iglesia vive momentos en los que el poder del Espíritu Santo se hace notorio, debemos ser cuidadosos a fin de evitar que el diablo y la carne nos jueguen una mala pasada.
- Cualquier experiencia espiritual que no sea el resultado del mover del Espíritu no es avivamiento.
- Caer en el Espíritu es muy fácil; vivir en el Espíritu es lo difícil.
- Saltar, correr, gritar en el Espíritu no es avivamiento si no nos sometemos a la Palabra de Dios como nuestra única guía.
- Cuando Pablo nos dice que levantemos manos santas, el énfasis no está en levantar las manos, sino en que estas sean santas.
- Avivamiento es una desnudez total ante la santidad de Dios. Él debe estar en control de nuestras vidas si pretendemos vivir un avivamiento espiritual. Ser controlados por el Espíritu de Dios es la única garantía de estar viviendo un avivamiento espiritual.
- Creciendo en el conocimiento de Dios (1.10) – También está en tiempo presente.
- Para conocerle mejor (Filipenses 1.9)
- Para servirle mejor (Oseas 4.6)
- Para predicar mejor sobre él (2 Corintios 2.14; 4.6)
- Para crecer espiritualmente (2 Pedro 1.5-7)
La vida de Abraham es un claro ejemplo de esto. Abraham llegó a ser
amigo de Dios luego de desarrollar una creciente relación con su Dios.
- Dando gracias al padre (1.11)
- Con gozo – La alegría es superficial y transitoria. La felicidad es algo más profundo. Ambas se deben a estímulos externos. El gozo, por el contrario, no depende de estímulos externos y no tiene por qué ser pasajero. Es el producto del Espíritu Santo viviendo y reinando en nuestro corazón.
- Porque nos hizo apto de la herencia eterna.
- Por sus bendiciones
- Muerte redentora de Cristo
- Bendiciones y cuidados diarios.
Conclusión
Las cuatro claves del andar digno son claras: (1) Agradarle en todo, (2) Llevar fruto de toda buena obra, (3) Crecer en el conocimiento de Dios, (4) Dar gracias al Padre. La pregunta es ¿cómo hacerlo?
La clave se encuentra en la Palabra de Dios, que es nuestro único absoluto. Las formas pueden cambiar y algunas serán mejores que otras, pero si queremos vivir dignamente, todo lo que hagamos o digamos debe ser sometido a la autoridad inapelable de la Palabra de Dios, que no cambia.
- El andar digno ante Dios no es un hecho externo sino una realidad interna.
- No depende de lo que hago sino de lo que permito que el Espíritu Santo haga en mi vida y a través de mí.
- El creciente conocimiento de Dios me ayudará a discernir la manera de caminar dignamente ante el Señor.