«Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.» (Jeremías 33.3)

La semana llegaba a su fin y el transporte público estaba lleno de pasajeros ansiosos por dejar atrás la última jornada laboral. De repente, una mujer comenzó a elevar su voz peleando con otra persona. ¡No había forma de evitar oír lo que decía!
«¡Tengo derecho a estar sola!», gritaba con gran enojo. «¡Eres un inmaduro, no entiendes lo que te digo!» Todos, incluso el conductor del autobús, fueron testigos involuntarios del fin de una relación amorosa… ¡mediante una llamada por celular!
Nuestro mundo actual permite ver tres realidades acerca de las relaciones interpersonales y la comunicación:
- Los seres humanos hablamos mucho, pero no siempre nos comunicamos. No se trata solo de decir palabras todo el tiempo, sino de aprender a relacionarnos con los demás.
- Queremos todo al instante, también aquello que lleva tiempo conseguir. ¡Qué problema es querer formar amistades «aquí y ahora», tener el aprecio de la gente al estilo del «llame ya» o «llame ahora» de algunos comerciales de televisión!
- Estamos en contacto con «todo el mundo», pero la mayoría de las veces nos sentimos solos.
Una realidad preocupante que caracteriza a un alto porcentaje de las relaciones humanas en las grandes ciudades.
¡Qué bueno es saber que Dios siempre está listo para atendernos y escucharnos! Y esa comunicación es más que un monólogo: se trata de alguien que no solo está «del otro lado» sino que además nos responde y desea relacionarse con nosotros.
Sumérgete: Comunicación es sinónimo de relación. ¡Aprendamos a comunicarnos efectivamente con los demás! ¡Celebremos cada oportunidad para crecer en nuestra relación con Dios!
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