«Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.» (Lucas 24.27)
Cuando Jesús fue crucificado, muchos de sus discípulos perdieron la esperanza. Casi todos se olvidaron de que había prometido volver a la vida, y no prestaron atención a las instrucciones que él había dado; algunos abandonaron Jerusalén y regresaron al sitio –o momento espiritual– en el que Jesús los había encontrado…
Así ocurrió con dos de ellos, que caminaban hacia la aldea de Emaús cuando fueron alcanzados por Jesús, que había resucitado.
Jesús se les acercó y les habló, pero ellos no lo reconocieron. ¡Es que tenían tantas palabras, quejas y opiniones, que no podían ver más allá de su tristeza y decepción! Como los demás discípulos, ellos esperaban que Jesús fuera un caudillo revolucionario que derrotara a los romanos y consiguiera la victoria para Israel, por eso no habían creído aquello de la cruz y, mucho menos la promesa de volver a vivir.
Entonces Cristo los confrontó con la verdad prometida en la Biblia y les mostró quién es él en realidad. Algunos momentos después, estos discípulos comprendieron quién era el que estaba a su lado y, de inmediato, conmovidos y convencidos, regresaron al lugar del que nunca debieron alejarse.
¿Cuál es el verdadero Jesús? ¿Qué hacer con todo lo que hoy en día se dice acerca de él? Si de veras queremos conocerlo, leamos la Biblia cada día y descubramos su carácter, amor y guía para que nuestra vida tenga sentido y dirección.
Sumérgete: Leamos la Biblia diariamente para conocer a Jesús y aprender de su ejemplo.
