«Se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.» (Cantares 2.12)

Joana estaba confundida. ¡Y cómo no estarlo! Vicente, un amigo que conocía desde hacía muchos años, le había enviado un poema de amor por e-mail. Pero allí no se terminaba el asunto, pues debajo de aquellos versos figuraban las siguientes palabras: «Joana, te amo y quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Quisieras ser mi novia?»
Para abreviar diremos que luego de aquella declaración de amor, el impacto inicial, el latido acelerado de sus corazones y la respuesta afirmativa tardía –¡una semana después!–, ambos iniciaron un camino que tiempo después los llevaría al altar, y a formar una familia feliz.
¡Ay, el amor! ¡Cuántas cosas se escriben y dicen acerca de él, pero cuántos errores se cometen en su nombre! ¡Tantas parejas que terminan en fracaso! ¡Tantos que ya no creen que el amor pueda ser duradero!
Pero Dios, nuestro Creador, tiene una opinión muy distinta: todavía cree en el amor, uno de sus inventos más preciados, ¡y quiere que lo disfrutemos a pleno de acuerdo a sus planes! ¿Cuál será el secreto para que esto sea posible?
Experimentemos el amor de Dios en nuestra propia vida, descubramos lo que la Biblia enseña acerca del amor y las relaciones entre hombres y mujeres, y pidámosle a Dios que su Espíritu nos guíe en todas las decisiones. ¡Conoceremos el amor como nunca lo habíamos imaginado!
Sumérgete: Dios quiere conducir nuestro amor. Si hemos fallado, ¡comencemos de nuevo! ¡Contamos con su ayuda!