«¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.» (1 Corintios 6.9-10)

Hoy en día da la sensación de que lo bueno y lo malo se han mezclado, nadie parece saber qué está bien y qué está mal, ¿no es cierto? Los medios de comunicación nos bombardean con imágenes y palabras que llegan a saturar nuestra capacidad de distinguir entre la verdad y la ficción.
Durante una reciente entrevista periodística, un popular actor latinoamericano de telenovelas hacía gala de su bisexualidad. Decía, mientras sonreía irónicamente ante la cámara: «Me gustan los hombres y las mujeres, ¿cuál es el problema?»
A los pocos días, la hija de una famosa cantante afirmaba su lesbianismo en una rueda de prensa. Ante un nutrido grupo de reporteros de distintos países, expresó: «Soy un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer.»
¡Cuánta confusión de identidades!
En las primeras páginas de Génesis, cuando se habla de la creación, la Biblia dice que Dios creó a los seres humanos con dos sexos bien definidos: hombres y mujeres.
No nos dejemos engañar. Dios nos trajo a este mundo con el sexo que tenemos. Más allá de lo que podamos sentir o lo que otros quieran imponernos, busquemos crecer en la identidad que el Señor nos ha dado cuando nos formó en el vientre de nuestra madre.
¡Dios nos ayudará a superar toda duda y vencer toda tentación!
Sumérgete: Podemos leer más acerca de este tema en Romanos capítulo 1, versículos 18 al 32.