«Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.» (Mateo 5.45)

¡Es increíble que todavía haya desigualdad en el mundo! ¡Si todos los seres humanos hemos sido creados por Dios! ¡Si cada persona es tan valiosa para él que ha dado a Jesús como el camino de salvación!
Sin embargo, lamentablemente todavía existen muchos tipos de desigualdades alrededor del mundo, entre ellos:
- La desigualdad financiera, que hace que muchísima gente permanezca en la pobreza y no tenga lo necesario para vivir con dignidad.
- La desigualdad racial, que discrimina a los seres humanos por el color de la piel o la nacionalidad.
- La desigualdad de oportunidades laborales, que deja sin trabajo a las personas que no logran cumplir determinados requisitos que usualmente no tienen nada que ver con el empleo ofrecido.
- La desigualdad de género, que considera a las mujeres como seres inferiores a los hombres.
Los cristianos, por el contrario, seguimos el ejemplo de Jesús y tratamos a todos por igual. No hacemos ninguna distinción ni permitimos que se promuevan leyes o maneras de vivir contrarias a la realidad de un Dios que ama a todos y desea bendecir a quienes confían en él.
Por eso, al crecer y desarrollarnos como personas, nunca olvidemos tratar a nuestros semejantes con el afecto que proviene de un corazón que conoce el amor, el perdón y la paz que solo nuestro Creador puede ofrecer.
Sumérgete: Hagamos nuestra parte para que la igualdad de condiciones sea una realidad en nuestro país.
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