¿Qué significa que Dios olvida nuestros pecados? Esta es una buena pregunta y tiene una respuesta interesante. En la Biblia, cuando se habla de que Dios perdona y olvida nuestros pecados, se refiere a que él no guardará nuestros pecados que hayamos hecho ni nos juzgará por ellos, después de que nos hayamos arrepentido de los mismos y entregado nuestras vidas a Jesús. Dios borra nuestra culpa y nos limpia de todo pecado a través de su misericordia y gracia.
Sin embargo, como seres humanos, aunque Dios nos haya perdonado y haya olvidado nuestros pecados, seguramente no olvidaremos todos nuestros pecados y las consecuencias que pueden haber tenido. Nuestros pecados pueden haber causado daño a otras personas, y que ya no podemos solucionar, o haber dejado cicatrices emocionales en nosotros mismos. También es posible que nos sintamos avergonzados o culpables por lo que hemos hecho.
Aunque Dios nos ha perdonado, es importante que aprendamos de nuestros errores y tratemos de no volver a cometer los mismos pecados. Debemos arrepentirnos sinceramente de nuestros pecados y hacer todo lo posible por reparar cualquier daño que hayamos causado. Al hacerlo, podemos encontrar la paz y la sanidad emocional que necesitamos para seguir adelante con nuestras vidas.
Sin embargo, es posible que sigamos lidiando con las consecuencias de nuestras malas decisiones o acciones.
Además, como seres humanos, nuestra memoria y conciencia pueden recordarnos nuestros pecados pasados y las consecuencias que tuvieron, aunque ya hayan sido perdonados por Dios. Esto no significa que Dios no haya perdonado nuestros pecados o que no hayamos sido liberados de la culpa del pecado, sino que es una realidad natural de la vida humana. Sin embargo, podemos encontrar consuelo y sanidad en la certeza de que Dios nos ha perdonado y que él nos da la fuerza para seguir adelante y vivir en libertad.
La Biblia, en efecto, enseña que cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y nos volvemos a Dios, él nos perdona y nos limpia de toda injusticia: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1.9). Sin embargo, debemos darnos cuenta de que los pecados pasados pudieron haber establecido en nosotros hábitos de pecado de los cuales no somos conscientes. Es importante que reconozcamos esos hábitos de pecado que todavía persisten en nosotros, nos «deshabituemos» de ellos y, en su lugar, desarrollemos nuevos hábitos, esta vez de santidad. El apóstol Pablo dice en su carta a la iglesia de Éfeso: «En cuanto ala pasada manera de vivir, despójense de su vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; renuévense en el espíritu de su mente, y revístanse de la nueva naturaleza, creada en conformidad con Dios en justicia y santidad de la verdad» (Efesios 4.22-24). Es decir, «deshabituarse» de lo pecaminoso y «revestirse» de lo santo. Por ejemplo, dice Pablo: «El que antes robaba, que no vuelva a robar[deshabituarse]; al contrario, que trabaje[nuevos hábitos]y use sus manos para el bien, a fin de que pueda compartir algo con quien tenga alguna necesidad» (Efesios 4.28).
Ahora bien, el hecho de que nosotros no olvidemos nuestros pecados después de haber sido perdonados por Dios nos ayuda en ese proceso y en mucho más. Veamos algunas razones de que no podamos olvidar:
- La memoria humana: como seres humanos, nuestra memoria puede ser muy poderosa. Aunque Dios nos haya perdonado y haya borrado nuestros pecados, nosotros seguimos recordando lo que hicimos en el pasado. Aunque el recuerdo de nuestros pecados pasados ya no tiene poder sobre nosotros, todavía podemos sentir vergüenza, tristeza o arrepentimiento por lo que hicimos.
- La necesidad de aprender: a veces, el recuerdo de nuestros pecados es necesario para nuestro propio crecimiento y aprendizaje. Nuestras experiencias pasadas, tanto buenas como malas, nos ayudan a aprender y crecer como personas y como cristianos. A través de nuestros errores y pecados, podemos llegar a conocer mejor a Dios y comprender su gracia y misericordia.
- La responsabilidad: recordar nuestros pecados también puede ayudarnos a ser responsables de nuestras acciones y a ser más conscientes de nuestras decisiones en el futuro. Es importante recordar que, aunque Dios nos perdona, todavía somos responsables de nuestras acciones y debemos trabajar cada día para ser mejores personas y seguir el ejemplo de Jesús.
- No volver a repetir pecados pasados: recordar nuestros pecados perdonados y olvidados por Dios nos permite estar atentos para no repetir los pecados y vivir de acuerdo a la voluntad y propósito de Dios para nuestra vida.
- Comprender el costo que nuestro pecado demandó: recordar nuestros pecados pasados nos ayuda a comprender en profundidad el costo que nuestro Señor Jesucristo pagó por nuestros pecados. Si bien recibimos el perdón por gracia, no debemos creer que fue gratis. ¡De ninguna manera! El costo de nuestro perdón fue altísimo. Dios se hizo hombre, vivió entre nosotros sin pecado, sufrió y murió en la horrible cruz por nuestra salvación, y resucitó al tercer día para concedernos la vida eterna junto a Dios.
- Recordar de dónde nos ha rescatado Dios: esta es, quizá, la razón más importante. Cuando nos acercamos a Dios en arrepentimiento y en busca de perdón, por gracia y a través de la fe en Jesucristo, Dios nos acepta, nos perdona y nos añade a su familia, para su gloria y honra. Recordar nuestros pecados pasados nos ayudará a no olvidar nunca desde dónde fuimos rescatados. Hasta qué punto éramos pecadores.
Conclusión
Si bien el perdón de Dios de nuestros pecados, cuando acudimos arrepentidos a él y nacemos de nuevo, es total y él olvida nuestros pecados para siempre, como dice la Escritura: «Tú volverás a tener misericordia de nosotros, sepultarás nuestras iniquidades, y arrojarás al mar profundo todos nuestros pecados» (Miqueas 7.19), o el profeta Isaías, que dice: «Yo, y nadie más, soy el que borra tus rebeliones, porque así soy yo, y no volveré a acordarme de tus pecados» (Isaías 43.25), debemos agradecer a Dios que nosotros no olvidamos nuestros pecados pasados y que ese es un medio de estar siempre alertas para no repetirlos; es un recordatorio para estar siempre agradecidos a Dios por habernos rescatados aun cuando no lo merecíamos y de comprender el increíble costo que Jesús pagó por todos nuestros pecados. Dios perdona y olvida nuestros pecados pasados, nosotros no, ¡gracias a Dios por eso!