Diótrefes, a quien le gustaba ser el primero

Diótrefes, a quien le gustaba ser el primero | 3

Serie: Personajes de la Biblia | 3

3 Juan 9-11:

«Yo le he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, a quien le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, cuando yo vaya, haré mención de lo que hace, pues anda hablando mal de nosotros. Y no contento con esto, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos les prohíbe hacerlo y los expulsa de la iglesia. Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.»

Revisión Reina Valera Comtemporánea (RVC)

El Nuevo Testamento nos presenta tres cartas atribuidas al apóstol Juan, uno del grupo de sus doce discípulos más íntimos, que Jesús reunió durante su actividad terrena, y que después de su muerte y resurrección se convirtieron en testigos privilegiados de su vida y su mensaje.

Estas cartas vienen, pues, identificadas con el sello de apostólicas. No tienen la misma extensión. La primera tiene 5 capítulos. Las otras dos, por su brevedad, se dividen solo en versículos. La segunda (2 Juan) tiene trece versículos y la tercera (3 Juan) solamente quince. Eran bastante conocidas en los primeros siglos del cristianismo.

El autor de 2 Juan y 3 Juan se presenta con el término griego « presbyteros», que significa «anciano» y, por extensión, se puede referir a toda persona que ha llegado a una cierta edad y está capacitado para ejercer alguna autoridad. Su autoridad viene de la experiencia. La figura del presbítero se aproxima a la figura del sabio.

El presbítero era una figura importante en el judaísmo del tiempo de Jesús. Es posible que esta figura haya pasado del judaísmo al cristianismo. El presbítero podría ser una persona eminente en las comunidades cristianas de la Iglesia primitiva, según se insinúa en el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles.

De las tres cartas, la única que expresa claramente al destinatario es 3 Juan: «El anciano a Gayo», v 1. El autor de 1 Juan se dirige a una comunidad para él conocida: ni más mi menos que su propia comunidad. Pero, ¿por qué escribió a su propia comunidad? Es muy probable que sea un discurso de despedida, un género literario conocido también con el nombre de testamento espiritual.

En la Biblia, tenemos varios ejemplos de esta clase de discursos. El autor de 1 Juan, el presbítero, quiso también dejar a su propia comunidad, como Moisés y como Jesús, su testamento espiritual. También él está a punto de terminar su vida. Dentro de poco tiempo, otros continuarán esta misión.

Después de la primera generación apostólica, y a punto de pasar a la segunda, comienzan a surgir algunos problemas en las comunidades cristianas. Claro está que nunca faltan problemas en cualquier época. Afrontados como desafíos, los problemas aparecen en todas —y para todas— las
generaciones. El propio Jesús se confrontó con la tarea de formar a sus discípulos y estos tuvieron el desafío de anunciar el evangelio y formar comunidades. Todo el Nuevo Testamento nos habla de los desafíos en los que se vieron comprometidos los primeros cristianos.

En ninguna de las tres cartas se indica la época y el lugar en que han sido escritas. Una antigua tradición identifica a la comunidad de Éfeso como la cuna de los escritos de Juan: evangelio y cartas. Si esta tradición tiene fundamento, es probable que estas cartas hayan sido escritas en Éfeso o en sus alrededores, en Asia Menor.

Es importante mencionar que estas cartas de Juan se escribieron a fines del siglo I d. C. La época de los apóstoles se acercaba a su fin. Tanto Gayo como Diótrefes probablemente eran miembros de iglesias vecinas. Ahora las cosas han llegado al colmo, dice Juan: Yo le he escrito a la iglesia (v. 9a). Ha de haber sido una carta enviada oficialmente a la iglesia y Diótrefes rechazó las instrucciones escritas del anciano.

Debe notarse que el presbítero o anciano poseía una autoridad aceptada colectivamente. Daba órdenes y esperaba ser obedecido, respecto a los mandamientos apostólicos que requerían obediencia.

Diótrefes era la excepción. No se iba a dejar mandar por Juan. Para Juan, los motivos que determinaban la conducta de Diótrefes no eran doctrinales, sino morales. La raíz de su problema era que: «Diótrefes, a quien le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe» (v. 9b). Diótrefes no compartía el propósito del Padre de que, en todas las cosas, Cristo tuviera la preeminencia, ni reverenciaba al presbítero o anciano. Quería la preminencia para él. Era ambicioso de posición y poder. No prestaba oídos a las amonestaciones de Jesús contra la ambición y el deseo de mandar (véase Mr 10.42,45). El pecado de Diótrefes era su arrogancia intelectual y exaltación personal.

En su visita, Juan se verá obligado a tomar alguna acción disciplinaria. Por alguna razón, Diótrefes estaba en contra de la instrucción de los hermanos (v10). No los honraba por haber salido en misión como seguidores del Señor, porque le interesaba más su propio nombre. Diótrefes calumniaba a Juan, repudiaba a los seguidores o misioneros y excomulgaba a creyentes fieles, porque se amaba a sí mismo y quería la preminencia.

Una palabra de consejo personal a Gayo: «Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios» (v. 11). Todos somos imitadores. Es natural que miremos a otras personas como nuestros modelos y las imitemos. Eso está bien, dice el apóstol, pero Gayo debe elegir cuidadosamente su modelo. El modelo de Diótrefes no conviene. Debe hacer lo bueno como parte de la familia de Dios. Esta es la
prueba moral. Hacer lo malo es demostrar que uno no ha visto a Dios (1 Jn 3.6).

El gran desafío que tenemos en nuestras propias vidas, como hijos del Señor, es seguir el modelo del Señor, mostrando su amor encarnado a los demás, el cual debe modelar nuestra propia conducta. Hacer lo bueno es la evidencia de nuestra propia conversión al Señor.

BIBLIOGRAFÍA

  • Claudio Vianney Malzoni, Comentario Bíblico Latinoamericano, Comentarios al Nuevo Testamento, Las cartas de Juan, Editorial Verbo Divino, 2003.
  • John R. W. Stott, Las cartas de Juan, Ediciones Certeza, Argentina, 1974.

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