1 Reyes 13.1–32
Contexto
Desde Génesis hasta la división del reino (Jeroboam, rey de Israel, norte y Roboam, rey de Judá, sur).
Introducción
Se habla mucho hoy en día en los círculos evangélicos de la profecía y de las palabras de profecía. A veces se crea confusión cuando un profeta contemporáneo enseña o predica algo novedoso o cuestionable.
La historia muy extraña del pasaje de 1 Reyes nos deja muchas preguntas sin contestar, pero de ella sí podemos concluir a lo menos tres verdades generales en cuanto a la profecía.
I. Hay que obedecer la Palabra de Dios
La frase «Palabra de Jehová» aparece nueve veces en el pasaje y funciona como el tema central del mismo.
1. El que predica y el que oye deben obedecer.
2. Los resultados de no obedecer pueden ser desastrosos. La dureza del juicio divino fue proporcional a la importancia de la misión del joven.
3. Nunca debemos aceptar consejos que sean contrarios a lo que sabemos es la voluntad de Dios. Si el Señor nos ha hablado, debemos obedecerlo, sin importar qué nos dicen otros.
4. El profeta joven murió… no parece un juicio justo, ¿no es verdad? O al menos parece ser un juicio demasiado severo, pero ser engañados no es razón para desobedecer un mandamiento claro y directo de Dios.
II. Dios no se contradice.
1. El mensaje que Dios da es cierto e inequívoco.
(a) El mensajero puede equivocarse.
(b) El oidor del mensaje puede oír equivocadamente.
2. Hay que evaluar el mensaje con lo que sabemos de Dios.
(a) El mensaje del profeta anciano no concordaba con lo que el profeta de Judá ya sabía de Dios.
(b) Hoy debemos recordar que la Biblia es y contiene la palabra verídica.
(c) Lo que sabemos de Dios por experiencia propia es válido solamente cuando la Biblia lo verifica.
III. Hay que prestar atención a quién se escucha.
- El hecho de llamarse «profeta» puede ser insuficiente.
- Jeremías 23.16 – «No hagan caso de lo que dicen los profetas, pues alientan en ustedes falsas esperanzas; cuentan visiones que se ha imaginado y que no proceden de la boca del Señor».
2. Algunas características de un profeta verdadero son:
(a) El tiempo confirma sus profecías.
(b) Su integridad personal es incuestionable.
(c) Vive en evidente obediencia al Señor.
(d) Predica la veracidad de las Sagradas Escrituras. Nunca contradice las Escrituras, ni las suplementa.
Conclusión
En un tiempo en la historia de la Iglesia cuando se pueden oír mensajes contradictorios, hay que tener el cuidado de discernir a quién oímos y a qué mensaje vamos a prestar atención.
Esta historia manifiesta la importancia a la obediencia consistente y completa a la Palabra de Dios. Para esto, primero debemos conocer la Palabra y debemos estar firmes en lo que creemos; asimismo, debemos poder dar razón de nuestra fe, como dice el apóstol Pedro.