¡Cuánto nos duele el quebrantamiento!

¡Cuánto nos duele el quebrantamiento!

Tanto el discipulado como la vida crucificada nos llevan a una posición donde el Señor puede hacer su obra: QUEBRANTARNOS.
Una vida quebrantada para que el Espíritu Santo se pueda manifestar y actuar a través de nosotros.

¡Cuánto nos duele el quebrantamiento!
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Quebrantados para resplandecer – Éxodo 34.29

La luz está en nosotros cuando vivimos en la presencia de Dios. ¿Cómo difundirla? Moisés no sabía que su rostro resplandecía, pero lo hacía. El fruto del Espíritu, dice Pablo en Gálatas 5.22-23, es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Es su fruto, no el nuestro, pero como el Espíritu Santo vive dentro de nosotros poco a poco debemos ceder el control de nuestra vida al Espíritu para que su fruto resplandezca a través de nosotros. Es como si fuéramos el prisma que descompone la luz del Espíritu Santo y resplandece e ilumina alrededor de nosotros.

Romper el cántaro para que salga la luz. Eso fue lo que pasó con Gedeón. Dios le ordenó que los 300 hombres elegidos llevaran luces dentro de cántaros y que en el momento elegido rompieran esos cántaros para que brille la luz en la oscuridad – Jueces 7.15-23 Es el quebrantamiento del corazón. Entregados completamente a Dios para que él obre a través de nosotros.

Quebrantados para adorar – Mateo 27.50, 51

El velo era una barrera que separaba la adoración; debía ser roto. Con su muerte, Jesús rompió ese velo, lo que permitió que entremos al lugar santísimo a adorar en la misma presencia de Dios. Nuestras fórmulas religiosas carecen de frescura. Nuestra adoración necesita ser refrescada por el quebrantamiento de nuestro ser. Debemos quebrantar la religiosidad para entrar frescamente al trono de la gracia – Hebreos 10.20

Quebrantados para alimentar – Mateo 14.15-20; 1 Corintios 11.24

Había una sola manera de alimentar a la humanidad: el quebrantamiento del cuerpo de Jesús.
Hay una sola manera de alimentar a las multitudes: el quebrantamiento de lo que somos – Romanos 12.1; 1 Corintios 6.19-20.
Todo eso implica la disposición a vivir y morir por causa de los pecadores: Filipenses 2.17; 2 Corintios 12.7-11

Quebrantados para amar – Marcos 14.3

¡El ungüento era muy valioso! Se usaba solo en dos ocasiones: en las bodas y en la muerte.
Es la prueba del amor puro. Solo cuando estamos quebrantados podemos adorar y amar al Señor en su santidad – Salmos 51.15-17
La única vida que agrada al Señor, y la única vida que él puede usar, es la VIDA QUEBRANTADA.

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