Uno de los intereses centrales de los pragmatistas es el análisis de los actos del habla. Los filósofos del lenguaje, Austin y Searle, señalaron que cuando los hablantes usamos el lenguaje, no solo decimos algo, sino que también hacemos algo. En español, algunas de las cosas que hacemos son prometer, amenazar, solicitar, advertir, ordenar, rogar, denegar, sugerir, quejarnos, reconocer, admitir, explicar, acotar, disculparnos, criticar, estipular, aconsejar, describir, invitar y censurar.
Actos del habla
Por L. Ronald Ross1
El español tiene centenares de verbos similares, los cuales se usan para nombrar diferentes actos del habla, que varios lingüistas han clasificado de muchas formas. Por ejemplo, Fraser sugiere la siguiente taxonomía de actos del habla:
[17] A. Actos de afirmación: acusar, abogar, afirmar, sostener, comentar, conceder, concluir, etc.
B. Actos de evaluación: analizar, valorar, certificar, caracterizar, estimar, calcular, juzgar, etc.
C. Actos que reflejan la actitud del hablante: aceptar, aclamar, advertir, concordar, disculparse, culpar, etc.
D. Actos de estipulación: abreviar, caracterizar, escoger, clasificar, describir, definir, designar, etc.
E. Actos de solicitud: apelar, pedir, rogar, apostar, imponer, implorar, ordenar, pedir, solicitar, etc.
F. Actos de sugerencia: advertir, aconsejar, abogar, prevenir, asesorar , exhortar, proponer, etc.
G. Actos de ejercicio de autoridad: abolir, revocar, aceptar, adoptar, aprobar, bendecir, condenar, etc.
I Actos de compromiso: aceptar, asumir, asegurar, comprometerse, dedicar, prometer, jurar, etc.
Nunca ha habido consenso en torno a las categorías específicas de los actos del habla ni a su número, y parece poco probable que se logre una clasificación que sea universal y a la vez tenga un número pequeño de categorías.2 Queda claro que existe una enorme diversidad en cuanto al número y tipos de actos del habla que se dan en unas y otras lenguas. El español y el inglés tienen una enorme colección, en tanto que las lenguas mayas no parecen requerir más de unos pocos (decir, contar, preguntar). Parece que el kaqchikel no tiene verbos similares a amenazar, advertir, reconocer, si bien es cierto que no tener nombres para actos del habla no implica necesariamente que una lengua no pueda llevar a cabo esos actos del habla. Presumiblemente los kaqchikeles pueden advertir a otros sobre el peligro inminente aunque no tengan un verbo para advertir. Pero sí pareciera razonable suponer que una lengua tenga nombres para aquellos actos del habla que son culturalmente significativos. Gumperz dice que «en todas las sociedades, los miembros reconocen ciertas rutinas comunicativas, las cuales ven como un todo diferente, aparte de otros tipos de discurso».3 Y agrega que, «Estas unidades a menudo tienen nombres especiales». Hymes considera que «una buena técnica etnográfica para llegar a los actos del habla… es mediante las palabras que las enuncian».4
Para Wierzbicka, los actos del habla son simplemente minigéneros del habla y sus nombres (preguntar, advertir, amenazar) son taxonomías populares que pertenecen a una lengua y cultura en particular. Es probable que nadie pueda debatir la conexión específica a una lengua de actos del habla como bautizar, absolver del pecado y proponer matrimonio. Sin embargo, Wierzbicka está convencida de que incluso actos del habla aparentemente universales como prometer, ordenar y advertir están igualmente ligados a una lengua. El kaqchikel, por ejemplo, no tiene una palabra que corresponda a prometer. La palabra que se usa para traducir prometer es la misma que se usa para traducir ofrecer y quizás incluya un grado menor de compromiso que el de prometer.
Wierzbicka señala que los géneros de actos del habla se describen en una de dos formas: desde fuera o desde adentro. Dice que cuando se estudian desde fuera, los investigadores examinan aspectos como: «Bendiciones y maldiciones en yakut». Cuando se estudian desde dentro, encontramos temas como namakke y sunmakke5 en kuna. Es decir, se enfocan los géneros del habla de una cultura dada según sus propios términos. La desventaja del primer enfoque es que le impone a una lengua la taxonomía popular de otra. Palabras como juzgar, aclamar y disculparse son parte de la taxonomía popular de los actos del habla en inglés, y las taxonomías de los verbos que indican actos del habla son específicas de las diferentes culturas, de modo que usarlas para analizar los actos del habla de otra cultura significa abordar los actos del habla propios de esa otra cultura a través del lente de los actos del habla del inglés. La desventaja del segundo enfoque es que términos como namakke o sunmakke no son muy asequibles para quienes no pertenecen a esa cultura en particular.
Un ejercicio interesante es examinar el ámbito de la sección sobre Comunicación (Sección 33) en la obra de Louw y Nida, Greek-English Lexicon. Un número sorprendente de entradas son verbos de actos del habla en griego que no tienen un equivalente monoléxico en inglés y, por lo tanto, requieren de explicación. Por ejemplo, el verbo paradidômi significa «dar instrucción tradicional, a menudo con la implicación de que se hace durante un período largo de tiempo». Las glosas en inglés que se dan son simplemente «dar instrucción, enseñar», términos que obviamente carecen de los rasgos «tradicional» y «durante un período largo de tiempo». El verbo sôphronidzô se define como «Instruir a alguien para que se comporte inteligentemente y según le corresponde». Las glosas son enseñar, capacitar. El verbo entrephô significa «Dar instrucción y capacitación, con la implicación de que se adquiere destreza en alguna área del conocimiento práctico». Las glosas sugeridas son capacitar, enseñar, como en el caso anterior. Los tres verbos se definen como enseñar. Obviamente si traducimos los tres como enseñar, perderemos gran parte de su significado, además de que en realidad son verbos diferentes. Incluso si explotamos las glosas al máximo y las traducimos respectivamente como instruir, enseñar y capacitar, no logramos captar la totalidad de los significados. Lo único que habríamos logrado es diferenciar entre ellas en la traducción.
El verbo en griego kaujaomai es uno de los favoritos de Pablo, y por lo general se traduce al inglés como gloriarse o jactarse. Pero en muchos contextos la traducción da la impresión de ser, en el mejor de los casos, forzada. ¿Cuál es realmente el significado de expresiones como jactarse de la ley o gloriarnos en la esperanza o me gloriaré en lo que es de mí? Muchos traductores simplemente suponen que este verbo de acto del habla en griego significa lo mismo que el verbo gloriarse en español, de modo que así lo han traducido. Sin embargo, a diferencia de gloriarse, kaujaomai no siempre se enfoca en el yo, ni tampoco significa hacer algo necesariamente negativo. Por lo tanto, traducirlo sistemáticamente como gloriarse o jactarse distorsiona el significado del texto. George Davis, autor de una disertación doctoral que versa sobre el uso del verbo kaujaomai en los escritos de Pablo señala que a menudo kaujaomai se asocia con el tema de la confianza, y sugiere que en Romanos 5.2 lo traduzcamos como tengamos confianza en (comunicación personal). Este sentido es muy diferente de gloriarse y deja de ser evidente la referencia a un acto del habla. David Baer (comunicación personal) señala que en la LXX este verbo y sus derivados nominales con frecuencia traducen palabras hebreas relacionadas con alabanza y regocijo, si bien parece no haber tenido estos significados en el griego clásico. De hecho, así lo han consignado algunos traductores modernos en algunos contextos.6 Cualquiera que sea el significado real de kaujaomai, queda claro que en español no existe un acto del habla equivalente.
Los hablantes de diferentes lenguas llevan a cabo diferentes actos del habla, pero difieren además en las estrategias que emplean para formular actos del habla similares. El español, tiene formas verbales imperativas y, por ende, la posibilidad de decir directamente: Abra la ventana. Sin embargo, en la mayoría de las situaciones el hispanohablante común evita usar el imperativo y prefiere utilizar una estrategia menos directa. Hay un continuum de lenguaje indirecto del cual escoger: ¿Puedes abrir la ventana? ¿Podrías abrir la ventana? ¿Te importaría abrir la ventana? ¿No te parece que aquí hace algo de calor? Wierzbicka señala que si bien tanto en español como en polaco es posible decir, ¿me puedes pasar la sal?, solamente la expresión en español se entendería como una petición.7 Cuando un polaco aprende español tiene que aprender tanto el significado proposicional de este enunciado como el hecho de que se usa para expresar una petición indirecta. Los polacos no usan preguntas para hacer peticiones, y cuando los hispanohablantes las usan suenan melindrosos a los oídos de los polacos. Los polacos se inclinan mucho más por usar simples imperativos y, por lo tanto, resultan un tanto agresivos a los oídos de los hispanohablantes. No obstante, los hispanohablantes no se perciben como melindrosos, sino corteses, en tanto que los polacos no se perciben como agresivos sino apropiadamente asertivos.
Un traductor eficaz tendría esto muy presente al traducir entre dos lenguas de ese tipo. Una traducción del español al polaco sería defectuosa si los polacos resultaran dominantes. De igual manera, una traducción del polaco al español sería conducente a error si el discurso normal pareciera ser melindroso. Podría ser el caso que las diferencias en las estrategias de los actos del habla en griego y en inglés sean precisamente la razón por la cual la respuesta de Jesús al Sanedrín (citada en la sección «Principios de cooperación») nos parezca extrañamente evasiva aunque los jueces aparentemente la entienden como una aseveración. Los traductores deben recibir capacitación no solo referente a la teoría básica de los actos del habla, sino también a los actos del habla y las fórmulas específicas de la lengua fuente que contrastan con los de la lengua receptora, los cuales se les debe enseñar a identificar.
Una digresión amplia sobre ortografías
Los proyectos de traducción que trabajan con lenguas indígenas que carecen de una larga tradición literaria, a menudo enfrentan el problema de cómo escribir la lengua en cuestión. Los proyectos en el continente americano usan casi siempre el alfabeto romano, de modo que la selección de alfabeto no constituye un problema. Pero incluso cuando ya se ha elegido el alfabeto, existen posibles problemas ortográficos.
Es frecuente que se confundan los conceptos de alfabeto y ortografía. Un alfabeto es un conjunto dado de símbolos usados para la representación gráfica de una lengua. Por ejemplo, el alfabeto romano, que se usa para escribir en español y en otras lenguas europeas occidentales, es visiblemente diferente del alfabeto cirílico que se usa para escribir varias lenguas eslavas como el ruso, así como del alfabeto griego y, en especial, del alfabeto hebreo. La ortografía se refiere al uso convencional que se le da a esos símbolos para representar los sonidos en una lengua dada, y es aquí que surge el problema. Una de las controversias que surgen a menudo gira en torno al grado de detalle fonético que se ha de reflejar en la ortografía. Tomemos, por ejemplo, la p tal y como se usa en inglés. La mayoría de los hablantes suponen que una p siempre es una p. Sin embargo, esto no es realmente así. Cuando una p inicia una palabra, como en pot, por lo general se pronuncia con una leve explosión de aire llamada aspiración. Si se sostiene una hoja de papel cerca de la boca cuando un anglohablante dice pot, se verá que el papel se mueve. Sin embargo, si la p no es inicial, sino que va precedida de una s, como en la palabra spot, la hoja de papel se moverá mucho menos porque la p no se aspira después de s. En posición final de palabra, como en top, la p puede ser o no ser aspirada.8 Si queremos indicar estas diferencias de pronunciación para la p, podríamos hacerlo mediante una h como superíndice para indicar la aspiración. Así, escribiríamos pot como phot y spot simplemente como spot, mientras que top lo podríamos escribir como top (suponiendo que no hay aspiración) o como toph. Así, lograríamos representar la pronunciación de estas tres palabras en forma más exacta, pero tendríamos que pagar el precio complicando la ortografía.
Como hemos visto, en inglés la p se pronuncia diferente según aparezca en diferentes contextos en la palabra. Pero esto no quiere decir que haya más de una p en inglés. Tan solo significa que cuando la p del inglés se combina con algunos otros sonidos o con lindes de palabra, estos contextos influyen un tanto en la forma en que se articula el sonido. Si a propósito pronunciamos la p como un sonido aspirado cuando no debería aspirarse, o si eliminamos la aspiración cuando debe aparecer, el significado no cambia. De hecho, esto es exactamente lo que hacen muchos hablantes no nativos del inglés y es parte de lo que les da un acento extranjero. Todo esto interesa a los fonetistas y a los fonológos, pero ese tipo de información no tiene ningún uso práctico para la persona común que simplemente está tratando es leer un texto en inglés. De modo que es innecesario incluir toda esa información en la ortografía.9
Esta p del inglés, vista en abstracto y sin tomar en cuenta sus variantes contextuales, es un ejemplo de lo que los lingüistas llaman fonema. Se puede decir que los fonemas son los «sonidos» de una lengua de los cuales tienen conciencia los hablantes de esa lengua. Las variantes contextuales, en este caso dos (p y ph), se llaman alófonos. Es bueno presentar aquí esos términos técnicos porque son más precisos y causan menos confusión que sonidos.
En algunas lenguas, p y ph son fonemas diferentes. Eso significa que si una palabra normalmente se pronuncia (o se escribe) con p y alguien la pronuncia (o la escribe) con la otra, la palabra tendrá un significado diferente o no tendrá ningún significado. En tailandés, por ejemplo, hay tanto p como ph y el contexto no influye en nada. Son dos fonemas diferentes, de modo que en tailandés es necesario indicar esto en la ortografía. Por ejemplo:
[18] Tailandés
pàa significa >bosque
phàa significa >dividir
De modo que, en general, puede decirse que las ortografías prácticas deben representar todos los elementos del inventario de fonemas pero probablemente ninguna de las variantes contextuales o alófonos. Esas se llaman ortografías fonológicas y por lo general le dan al lector toda la información necesaria para leer su lengua, pero no más de lo necesario.
Las buenas ortografías también tienen otras características. Por ejemplo, a cada fonema le debe corresponder un grafema (letra o símbolo escrito). El inglés, cuya ortografía es notoriamente deficiente en tantos aspectos, tiene numerosos casos en los que un fonema se representa con varios grafemas. Por ejemplo, ch, c, q, y k pueden representar el fonema k en palabras como character, qadi, carat, y Kaiser. Por otra parte, hay numerosos casos en los que un solo grafema puede representar varios fonemas. La c puede pronunciarse como k en la palabra cat (>gato=) y como s en celery (>apio=). Las letras ph, f, y gh pueden pronunciarse como f, como en philosophy, filigree.y cough. Hay muchos otros ejemplos, sin contar las vocales, que ni siquiera hemos mencionado.
Algunas lenguas no tienen una ortografía claramente establecida o las ortografías no se han arraigado entre la gente, quizás debido a la alta incidencia del analfabetismo o por falta de material escrito en esas lenguas. Si un traductor o un consultor de traducción trabaja con una lengua así, debe aprovechar cualquier oportunidad que tenga de mejorar la ortografía. Esa mejora bien podría posponer la necesidad de futuros cambios y facilitarle la lectura a quienes no saben leer.
Mejorar la ortografía debería ser una tarea puramente objetiva y técnica, pero a menudo no lo es. Pocos aspectos exacerban tanto las pasiones de una comunidad como las ortografías, a pesar de ser totalmente convencionales. En muchos casos hay ortografías que compiten entre sí y un proyecto de traducción tiene que escoger una. Los criterios para tomar ese tipo de decisión pocas veces tienen que ver con las ventajas o defectos relativos de las ortografías en cuestión. Dichas decisiones más bien tienden a atascarse en medio de argumentos políticos e ideológicos.
En Guatemala, hace años los misioneros diseñaron una ortografía para las lenguas mayas que se basaba en gran parte en la del español. Sin duda el argumento era que si los indígenas ya sabían leer español, las similitudes ortográficas les ayudarían a leer en sus propias lenguas también. O, por el contrario, si no sabían español, las ortografías análogas podrían facilitarles al menos el aprendizaje de la lectura. Muchos NT se tradujeron a las diversas lenguas mayas del país usando esa ortografía tradicional. Pero el sistema ortográfico del español, sin bien es mucho mejor que el del inglés, está lejos de ser perfecto. Hay casos de grafemas múltiples para un solo fonema y de un mismo grafema que se usa para representar varios fonemas, al igual que el uso innecesario de dos letras (qu) para representar un solo fonema (k), y el caso es que la mayoría de estas desventajas fueron incorporadas en la ortografía maya.
Conforme numerosos lingüistas estadounidenses se interesaron cada vez más en la familia de lenguas maya, muchos comenzaron a frecuentar Guatemala e inclusive permanecieron ahí por largos períodos dedicados a la investigación. Estudiaron las gramáticas y les enseñaron a los indígenas a compilar y escribir sus propios diccionarios. Al ser lingüistas formados como tales, naturalmente sintieron la necesidad de contar con una ortografía más eficaz, lo cual lograron aunque algunos aspectos eran demasiado «técnicos» para el uso práctico, tales como el uso del número 7 para representar una oclusiva glotal.
A medida que los mayas salían de siglos de persistente opresión y menosprecio hacia su lengua y su cultura, fundaron la Academia Maya con el fin de promover y supervisar el desarrollo de las lenguas y la literatura mayas. Entre otras cosas, adoptaron una versión modificada de la ortografía reformada (por ejemplo, sustituyeron el número 7 por un apóstrofo para la oclusiva glotal) y lograron que fuera aprobada por un congreso maya y oficializada por el gobierno. Sin embargo, la Academia Maya tenía también otra agenda. Los líderes buscaban restaurar la religión tradicional y purgar la sociedad de toda influencia europea (es decir, española) y norteamericana. Sobra decir que esta fue una llamada a la lucha para los muchos miles de cristianos mayas que no tenían ninguna intención de abandonar su fe para complacer a la Academia Maya. Y así nació ruptura.
Cuando se inició el trabajo de traducir el AT para los grupos que ya contaban con el NT, se presentó el problema de decidir cuál ortografía usar. Para la mayoría de los misioneros y de los indígenas cristianos no había ninguna duda. Adoptar la ortografía reformada habría sido equivalente a tomar partido a favor de la Academia y contra Dios. Desde la perspectiva de la Academia, el que los mayas siguieran usando la ortografía tradicional era equivalente a que siguieran inclinándose ante la influencia perniciosa de los misioneros foráneos. Obviamente, en un ambiente así se hizo imposible discutir objetivamente los méritos de las dos ortografías. El tema se había politizado y lo único que importaba era estar en el bando «correcto».
Las Sociedades Bíblicas Unidas tienen la política de publicar únicamente en ortografías oficiales. No obstante, en una situación como esta, no tiene sentido forzar el tema. Una traducción publicada en una ortografía rechazada por el equipo de traducción, así como por la comunidad cristiana, está condenada al fracaso. En su calidad de consultor de traducción contratado por las Sociedades Bíblicas Unidas (SBU) para implementar la política, el autor optó por la persuasión amable pero persistente. En algunos casos este enfoque ha dado fruto, si bien en otros no ha sido así. En un caso, una convención de líderes de iglesias, después de escuchar y analizar los pros y contras de las dos ortografías, optó a favor de adoptar la reformada, a pesar de la oposición unánime y estridente del equipo de traducción.10 Anteriormente otro proyecto había decidido usar la ortografía reformada, lo cual hizo que algunos misionaros tildaran al traductor principal de «liberal».
Uno de los argumentos a menudo esgrimidos contra la adopción de la ortografía reformada es que había sido oficializada por la Academia Maya simplemente para hacer más difícil que la gente leyera las traducciones hechas con el sistema ortográfico tradicional. Sin embargo, pareciera que este argumento cae por su propio peso. Si la acusación es cierta, la mejor forma de ganarle su propio juego a la Academia sería hacer la traducción en la propia ortografía de la Academia. Otro argumento ha sido que la ortografía reformada es tan difícil de leer que muchos indígenas dejarían de leer. En realidad sería mucho más fácil para el nuevo lector, ya que tiene mayor consistencia interna. De hecho, la mayoría de las personas que ya están acostumbradas al sistema tradicional de escritura afirman que, después de unos pocos días de práctica, pueden leer la nueva ortografía sin problemas o con muy poca dificultad.
En una traducción que se hizo en Ecuador, católicos y protestantes defendían ortografías diferentes que competían entre sí, y ningún bando estaba dispuesto a ceder. Como resultado, la edición católica incluía ambas ortografías, una en los libros del canon protestante tradicional (que habían sido traducidos por protestantes) y otra en los libros deuterocanónicos (cuyos traductores eran católicos).
Conclusión
Es cierto que el papel de la lingüística en la traducción es diferente cuando los traductores son hablantes nativos de la lengua receptora, pero en este capítulo hemos tratado de demostrar que aun así, ese papel no es menos importante. Debido a las limitaciones de espacio no se abordaron otras ramas de la lingüística tales como el análisis del discurso, la pragmática del discurso y la estructura de la información. Esperamos haberle dado al lector una idea de lo que viven quienes están directamente involucrados en la traducción bíblica, los problemas que enfrentan, y cómo logran o no resolverlos. Una traducción siempre se aproxima al texto original, pero nunca logra capturarlo en su totalidad. La tarea del traductor es transitar por los meandros de las diferencias conceptuales y lingüísticas, tomar decisiones difíciles y a menudo escoger entre similitudes mutuamente excluyentes, en un esfuerzo constante por lograr que la traducción sea lo más cercana posible al texto original.
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Notas y referencias
1Me baso ampliamente, en especial en las secciones 5 y 6, en Ronald Ross, «Advances in Linguistic Theory and their Relevance to a Modern Theory of Translaton» en Bible Translation: Frames of Reference (Manchester: St, Jerome Press, 2002).
2Véase, por ejemplo, Cliff Goddard, Semantic Analysis: A Practical Introduction, 143.
3John Gumperz y Dell Hymes (eds.), Directions en Sociolinguistics (New York: Holt, Rinehard & Winston, 1972), 17, citado por Wierzbicka, Cross-Cultural Pragmatics.
4Dell Hymes, AThe Ethnography of Speaking@ en Anthropology and Human Behavior (eds. T. Gladwin y W.C. Sturtevant; Washington, D.C.: Anthropological Society of Washington, 1962), 110.
5Estos términos se refieren a formas del kuna ceremonial usado únicamente por los sacerdotes en las reuniones comunales. Cuál se usa depende de si hay un sacerdote presente o más de uno.
6Véase, por ejemplo, Sal. 5.11 (NRSV: exultar; CEV: regocijarse) y 89.17 (NRSV: exultar; CEV: estar feliz).
7Cross-Cultural Pragmatics. Wierzbicka compara el polaco con el inglés, pero la comparación con el castellano es válida en términos generales.
8 Lo que se dice aquí sobre p se aplica a las otras plosivas sordas del inglés, t y k.
9Por supuesto, los fonetistas y fonólogos a menudo tienen que usar ortografías muy precisas a fin de registrar exactamente la pronunciación con el fin de analizarla. Dichas ortografías pueden ser muy complejas.
10La ortografía reformada ganó, no por sus propios méritos, sino más bien porque los líderes de las iglesias estaban convencidos de que debían escuchar la enseñanza de Pablo relativa a la necesidad de que los cristianos obedezcan al gobierno, gobierno que en este caso había oficializado la ortografía reformada. Así, a pesar de que desde la perspectiva del autor se tomó la decisión correcta, se hizo con base en criterios ideológicos y no ortográficos.
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