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En tiempos difíciles

Siete elementos del Amor

15 enero, 2021 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Por Jorge Juan Olivera

Cuando en 1989 estudiaba en la Columbia International University, su Presidente, Robertson McQuilkin, un personaje inteligentísimo, muy preparado y con un presente y futuro formidables, renunció a su puesto en la Universidad pues a su esposa, Muriel, le habían diagnosticado el mal de Alzheimer y tenía que cuidarla a tiempo completo. Por lo tanto, a partir de ese momento y por 24 años McQuilkin dedicó todas sus fuerzas al cuidado de su esposa. Aquel jueves, en la capilla, cuando renunció como Presidente dijo: «Muriel ha cuidado de mí por 40 años. Si yo tuviera que cuidar de ella los próximos cuarenta años jamás podría compensar lo que mi esposa ha hecho por mí en todos estos años de matrimonio».

Hoy quisiera compartir algunos puntos que McQuilkin dijo haber aprendido de Muriel acerca del amor, sazonados con algunas ideas propias.

  1. El amor debe ser demostrado
    Todos los días y cada minuto del día, y de todas las maneras posibles. El amor se prueba por los sacrificios que hace. El ejemplo supremo de esto lo tenemos en Jesucristo. Por el gran amor con que nos amó no dudó en llegar a la cruz para darnos vida y amor.
    Cuando yo tengo razón y mi cónyuge está equivocado, ¿quién será clavado a la cruz? Dependerá de quién ama más. No son palabras las que prueban el amor, sino hechos.

    El amor no se demuestra en el objeto del amor, sino en el sujeto. Es decir, es quien da ese amor no quien lo recibe lo que demuestra el amor. Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero, aun sin que lo merezcamos. (1 Juan 4.19)
    En toda la Biblia, encontramos muchas veces la palabra amor, pero principalmente en su forma verbal, no sustantiva. Es decir, la Biblia habla primordialmente del amor en acción y no tanto del amor como una descripción del sentimiento.
  1. El amor perdona
    El amor en el matrimonio no es cosa de un día, un mes o un año. El amor es para toda la vida. Es una relación que debe crecer con el tiempo y donde cada uno deja de lado sus propias necesidades para cubrir las del otro. Esto es clave en un matrimonio saludable. Por supuesto, debe crecer en salud y profundidad. En las caídas, el amor perdona. Siempre.
    Un buen ejercicio sería que cada uno escriba las cosas que quisiera cambiar, si pudiera, en el otro, y luego intercambiar listas.
    Una relación perdurable utiliza frecuentemente tres frases que hablan desde el corazón y que no siempre las practicamos ni resultan fáciles:
    • Te quiero
    • Gracias
    • Lo siento
  1. El amor se asocia
    El amor en el matrimonio es una sociedad completa, entendiéndose esto en el sentido de que cuando uno de los dos cae, se tambalea, o es denigrado, toda la relación se daña. Cuando defiendo a mi «socia» me estoy defendiendo a mí mismo, y a mis hijos.
  1. El amor desea apasionadamente estar con el otro
    El amor es un sentimiento y una necesidad. Desea apasionadamente estar con el otro; esto es claro en todo buen matrimonio y es enseñado en las Escrituras. Cantar de los Cantares es exactamente eso. Un canto de amor y pasión uno por el otro.
  1. El amor es compañía
    Estar junto al otro es esencial. No es algo físico solamente, sino también sentimental y psicológico. En la pobreza y en la riqueza, en la salud y en la enfermedad. Incondicionalmente. Es también desear estar juntos y disfrutar la compañía.
  1. El amor perdura
    En los Estados Unidos 70 % de los cónyuges que deben enfrentar enfermedades terminales se separan. ¡7 de cada 10! Cuando nos casamos asumimos un compromiso de por vida. No hay vuelta atrás. Cuando David en su salmo pregunta: ¿Quién es aceptado en el templo de Dios?, responde: «El que anda en integridad» y «el que respeta su compromiso y no cambia lo que prometió». Entonces, ¿quién son aceptados por Dios? Los que cumplen sus promesas, sin importar cuánto les cueste.
    De la misma manera, Dios nos exhorta a cumplir con lo que nos hemos comprometido cuando hicimos nuestros votos matrimoniales.
  2. Dios honra a quienes cumplen sus promesas, no a quienes simplemente las hacen y luego las olvidan o las cambian.
    Es claro que el compromiso sin mucho sentimiento ni ternura no es divertido, pero eso es lo que Dios requiere de nosotros.
    «Después de estar dos años sin decir una palabra, una mañana hacía mis ejercicios delante de la cama de Muriel, y se me ocurrió decirle: “Amor, nosotros nos hemos amado uno al otro, ¿no es cierto?” Muriel abrió su boca por primera vez en dos años y dijo: “Amor, Amor, Amor”, y volvió a su silencio, que ya no rompió más.»
  3. El amor perdura.
    El matrimonio fue diseñado para reflejar nuestra relación con Dios. En el Antiguo Testamento encontramos a Israel como la esposa de Dios. En el Nuevo Testamento encontramos a la Iglesia como la esposa de Cristo. Muchas veces, Israel dejó a Dios por ir tras dioses paganos, pero Dios siempre la buscó nuevamente. En Jeremías nos dice: «Con amor eterno te he amado, por eso te prolongué mi misericordia».
    «Muriel no podía devolverme el amor que yo le daba, y cierta vez, le pregunté al Señor: “¿Es así entre tú y yo, Señor? ¿Tú me amas constantemente, día y noche, cuidándome, protegiéndome, proveyendo para mis necesidades, y muchas veces todo lo que recibes son quejas por las cosas que no me agradan?”».

    Cuando le preguntaron a Jesús cuál era el primer mandamiento, Jesús respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu mente, y con toda tu alma». Este es el primero y más grande de los mandamientos. Él no respondió temer a Dios, obedecer a Dios, ni siquiera glorificar a Dios. Claro que si lo amamos haremos todo eso, pero amarlo es el primer mandamiento y el más grande.

    ¿Por qué amar a Dios es el primer mandamiento? Buscar la respuesta nos lleva a la Creación. El Dios Trino, por alguna razón que no comprendemos, decidió crear una criatura que pudiera devolverle su amor. Por eso nos hizo a su imagen y semejanza, por eso nos rescató cuando caímos, vez tras vez. Por eso nos abraza y nos ama. Al haber sido hechos a su imagen y semejanza, un amor que responde en amor, siempre, debe ser una realidad en nuestras vidas y matrimonios.
  4. El amor nos hace compatibles con Dios
    Al practicar este amor él estará satisfecho con nosotros y nosotros también con él.
    Cuando Jesús vivía su última noche con sus discípulos, levantó sus ojos al cielo y oró: «Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros». Nuestra unidad debe ser un reflejo de la unidad entre el Padre y el Hijo así como entre el Dios Trino y nosotros. Esa unidad es lo que nos hace compatibles con Dios. Para eso fuimos creados, para ser uno con él y uno entre nosotros. Cualquier cosa que se entrometa entre nosotros para evitar que eso sea una realidad, debemos considerarla como proveniente del enemigo y echarla afuera. Es un camino que dura toda la vida pero que tiene recompensas eternas.

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¿Qué pedir, Señor, en este nuevo año?

8 enero, 2021 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

(Una oración abierta)

Señor, el 2020 ha sido un año muy difícil para muchas personas alrededor del mundo… ¿qué pedirte, Señor para el 2021?

No podemos pedir, Señor, que se acaben las guerras, pues en tu Palabra nos instas a seguir la paz,  y la hemos desoído.

No podemos pedir, Señor, que se acabe la pobreza, pues en tu Palabra nos instas a compartir lo que tenemos, y no lo hemos hecho.

No podemos pedir, Señor, que se acaben las enfermedades, pues en tu Palabra nos instas a ser buenos administradores de tu Creación, y la hemos inundado con desechos dañinos, gases tóxicos y basurales infames.

No podemos pedir, Señor, que se acabe la discriminación, pues hemos convertido el color de la piel o la religión en elementos de separación, a pesar de que en tu Palabra nos instas a mirar al otro como superior a nosotros mismos y a amarlo como a nosotros mismos.

No podemos pedir, Señor, que la niñez pueda desarrollarse en un ambiente de amor y salud, pues la hemos olvidado, usado como burro de trabajo y prostituido, a pesar de que en tu Palabra nos enseñas que de los que son como los niños es el reino de los cielos.

No podemos pedir, Señor, por justicia en el mundo, pues no ofrecemos justicia ni en nuestros círculos más íntimos, y toda vez que está a nuestro alcance no dudamos en beneficiarnos de algo, aun en perjuicio de otros. Nos olvidamos, Señor, que tú reconoces a aquellos que imparten justicia con equidad y desinteresadamente. Queremos justicia pero no la practicamos.

¿Qué pedir, entonces, Señor, para el próximo año?

Te rogamos, Señor, que durante el 2021 nos acerquemos más a ti, que eres la fuente perfecta de la paz y que nos inundes de tu paz de tal manera que podamos ser ejemplos de paz para otros.

Te rogamos, Señor, que nos acerquemos a ti, que eres fuente de toda riqueza y que nos permitas ver nuestras posesiones como medio para ayudar a aquellos que están necesitados y sin esperanza. Que seamos dadores y no simplemente poseedores.

Te rogamos, Señor, que nos acerquemos a ti, el Creador del universo, a fin de convertirnos en buenos administradores de la Creación que nos has dado a cuidar y que podamos, de esa manera, sanear nuestro medioambiente enfermo.

Te rogamos, Señor, que nos acerquemos a ti, que cobijas a todos tus hijos en tu mano sin hacer distinción alguna y que podamos, también, ser albergues de amor y cuidado para aquellos que son discriminados.

Te rogamos, Señor, que nos acerquemos a ti, que amas a los niños y que les has reservado un lugar especial en tu reino, a fin de ser un fiel reflejo de tu amor; y que podamos convertirnos en agentes de cambio para la niñez explotada.

Te rogamos, Señor, que nos acerquemos a ti, que eres perfectamente justo, a fin de que podamos ser ejemplos de justicia y equidad.

Te rogamos, Señor, en definitiva, que nos cobijes en tu amor, cerca, bien cerca de ti, y que esa cercanía nos permita ser hombres y mujeres ejemplares y útiles para la humanidad, cada uno en el lugar en el que nos has colocado, reflejando tu amor, tu justicia, tu cuidado y preocupación por todos y bendiciendo, de esa manera, a quienes nos rodean. ¡Esto te pedimos, Señor, para el 2021!

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Las primeras pandemias de la era cristiana

17 septiembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

La primera pandemia en la era cristiana fue la «Peste Antonina» de 165-180, probablemente una especie de viruela, que devastó el Imperio romano y causó más de cinco millones de muertes. Poco después, en 249, estalló la llamada «Peste de Cipriano», en medio de una época ya de por sí caótica en el Imperio, y duró hasta bien entrado el año 271. Pudo haberse tratado de viruela, o tal vez alguna enfermedad similar al Ébola, pero en su punto máximo, llegó a causar hasta 5000 muertes por día solo en Roma, y desencadenó la anarquía política del siglo III. Recordemos que para el año 200 en el mundo conocido había solo 290 millones de habitantes.

Pero las epidemias no solo fueron un problema de salud pública y de terror dentro del Imperio. También haría que los sistemas de valores del cristianismo y el paganismo se enfrentaran directamente. Las respuestas de los dos sistemas de creencias fueron diametralmente opuestas. 

El ángel de la muerte golpeando una puerta durante la plaga de Roma. Grabado de Levasseur después de J. Delaunay. Imagen: Wellcome Images. Usado con permiso.

La profunda insensibilidad y egoísmo de los paganos fue su carta de presentación.

Hay un caso que resulta particularmente revelador. Galeno (130-210), que es hoy considerado como uno de los más completos investigadores médicos de la edad antigua, vivió la tragedia durante el reinado de Marco Aurelio. Lo lógico sería creer que, al tratarse de un médico consagrado, se quedaría a asistir a los enfermos de forma profesional. Sin embargo, lo que realmente sucedió fue que huyó de Roma lo más rápido que pudo a refugiarse en una propiedad que tenía en Asia Menor, buscando resguardar su vida.

Los seguidores del paganismo buscaron de cualquier forma poner a salvo sus vidas y abandonaron a aquellos que ya estaban sufriendo la enfermedad, sin importar si eran familiares o personas cercanas.

Pero la conducta de los cristianos fue completamente opuesta. La epidemia estaba causando estragos, pero los seguidores de Jesús no huyeron. De hecho, se quedaron a sufrir y a atender a los enfermos.

Dionisio de Alejandría fue testigo de la reacción de los paganos a la plaga: «Desde el mismo inicio de la enfermedad, echaron a los que sufrían de entre ellos y huyeron de sus seres más queridos, arrojándolos a los caminos antes de que fallecieran y trataron los cuerpos insepultos como basura, esperando así evitar la propagación y el contagio de la fatal enfermedad; pero aun haciendo lo que podían les era muy difícil escapar».

En su opinión, la plaga fue una enseñanza y una prueba providencial para los cristianos. Y su respuesta estuvo a la altura de la prueba:

«La mayoría de nuestros hermanos cristianos mostraron un amor y una lealtad sin límites, sin escatimar nada y pensando solo en los demás. Sin temer el peligro, se hicieron cargo de los enfermos, atendiendo a todas sus necesidades y sirviéndolos en Cristo; aunque estos después partían, lo hacían serenamente felices. Muchos de esos cristianos, mientras cuidaban y atendían a otros, transfirieron las muertes de otros hacia sí mismos y murieron en su lugar».

Uno de sus primeros biógrafos nos dice que Cipriano de Cartago alentaba a los fieles a cuidar de las necesidades de todos:

«No hay nada extraordinario en dar cariño solo a nuestra gente con las atenciones propias del amor, sino que el que tiende a la perfección debe hacer algo más que los paganos o los publicanos, a saber, vencer el mal con el bien y practicar un amor misericordioso como el de Dios, amando también a sus enemigos. Así, hará el bien a todos los hombres y no solo a los que profesan la fe». 

Pero Cipriano también señala el efecto providencial de estas calamidades:

«Por los terrores de la mortalidad y de los tiempos, los hombres tibios se sienten alentados, los apáticos fortalecidos, los aletargados despiertos; los desertores se ven obligados a regresar; los paganos a creer; la congregación de creyentes es llamada a descansar; nuevos y numerosos paladines se agrupan para el conflicto en una fortaleza más vigorosa, y habiendo entrado en guerra en la temporada de la muerte, lucharán sin temor a la muerte, cuando llegue la batalla».

En el Imperio pagano, la actitud cristiana hacia los enfermos y los moribundos, tanto creyentes como no creyentes, desencadenó un crecimiento explosivo del cristianismo. Debido a su compasión durante la plaga, las obras de los cristianos estaban en boca de todos, con admiración y gratitud, y tales acciones llevaron a muchos a la fe.

Incluso el último emperador pagano, Juliano el Apóstata, reprendió a los sacerdotes paganos por no cumplir con el ejemplo dado por los cristianos durante otra gran plaga, en el año 362. Además, reconoció que la compasión cristiana y el servicio sacrificial era una de las causas del ascenso de la Iglesia.

Archivado en:En tiempos difíciles, General Etiquetado con:pandemia, pandemias

El poder de la Palabra de Dios

25 junio, 2020 by Servicio de publicaciones en Español 1 comentario

El evangelio de Jesucristo es el mensaje más maravilloso alguna vez concebido, y la fórmula más poderosa alguna vez ideada. ¿Qué significa esto? Simple. Cuando alguien oye y cree en la Palabra de Dios su vida es revolucionada.

¿Qué puede hacer la Palabra de Dios?

Romanos 1.16-17 dice: No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son. Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: “El justo por la fe vivirá.”» Reina Valera Contemporánea (RVC) Ahora veamos un claro testimonio del poder liberador del Evangelio. 

Durante el ministerio del Dr. Ravi Zacharias en Vietnam en 1971 —según cuenta el mismo Dr. Zacharias en una de sus conferencias— uno de los intérpretes que viajaban con él fue Hien Pham. Cuatro años después, Vietnam cayó, y no se supo más de Hien hasta 1988, dieciocho años después.

El poder de la Palabra de Dios
(Photo by Obed john on Unsplash)

Poco tiempo después de que los comunistas tomaran control de Vietnam, Hien fue arrestado, acusado de ayudar a los estadounidenses y llevado a diferentes prisiones por varios años. Durante un período prolongado en una de las cárceles, sus guardianes tenían un solo propósito en mente, adoctrinarlo en contra de todo lo relacionado a Occidente, especialmente a la fe cristiana. A Hien se le prohibió leer cualquier literatura en inglés y solo tenía acceso a publicaciones propagandísticas en francés y vietnamita. Aquella sobredosis de escritos de Marx y Engels comenzó a penetrar su mente. Uno de los libros que le dieron para que leyera, presentaba a un hombre comunista encerrado como un pájaro en la jaula del capitalismo, quien se arrojaba contra las barras de la «opresión capitalista», con las consecuencias físicas lógicas de ese proceso. Aún ensangrentado, este hombre seguía golpeando la jaula en busca de su libertad.

(Image by simone gatterwe from Pixabay)

Al tiempo, Hien comenzó a mirar con buenos ojos las embestidas del hombre encerrado. «Quizás» —pensó Hien— toda mi vida fue motivada por mentiras. Quizás Occidente me mintió. Quizás Dios no existe». Cuanto más pensaba sobre el tema, más se acercaba hacia una decisión. Finalmente, tomó la decisión. Hien determinó que al despertar el día siguiente, dejaría de orar y aún de pensar en su fe cristiana. Se distanciaba de su caminar cristiano y de la Palabra de Dios.

La siguiente mañana, se le asignó limpiar las letrinas de la prisión. Como no podía negarse, se abocó a una tarea repugnante, limpiar los desechos de todos en la prisión. Cuando limpiaba una lata llena de papel de baño, se dio cuenta de que el papel tenía algo escrito, ¡y estaba en inglés! Rápidamente lavó la hoja, la dobló prolijamente y la puso en su bolsillo con miras a leerla a la noche en su celda. Como no había visto nada escrito en inglés por mucho tiempo, esperaba el momento de poder leer el papel recogido, con ansiedad. Bajo su tela mosquitera, mientras sus compañeros de celda dormían, sacó cuidadosamente la hoja que había guardado durante todo el día, y con una pequeña linterna comenzó a leer la primera palabra, arriba en el centro: «Romanos, Capítulo 8». Templando de la impresión recibida, comenzó a leer:

«Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito…». 

«¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?».

«¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada?».

«Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual, estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo provenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor». Romanos 8.28, 31-32, 35, 37-39 (RVC).

El poder de la Palabra de Dios
(Photo by nandinha_sales1 from Pixabay)

Hien lloró. Él conocía su Biblia, y no había visto una por mucho tiempo. No solo eso, él sabía que no había un pasaje más relevante acerca de la convicción y fortaleza para alguien que estaba a punto de rendirse ante la presión del maligno. Desde su pequeña celda, Hien clamó a Dios, le pidió perdón, porque aquel sería el primer día en el que había decidido dejar de orar. Evidentemente, el Señor tenía otros planes.

Al día siguiente, Hien le pidió al comandante de campo que le permitiera seguir limpiando las letrinas. Hien continuó realizando esa tarea diariamente pues se había dado cuenta de que algún oficial utilizaba las páginas de una Biblia como papel de baño. Cada día Hien recogía una porción de las Escrituras, la limpiaba, y la agregaba a su lectura devocional nocturna. De esa manera, Hien pudo recobrar una buena porción de aquella Biblia.

Finalmente, llegó el día cuando, a través de circunstancias inesperadas, Hien fue liberado. Hoy es un hombre de negocios agradecido por la misericordia de Dios para con él y testigo fiel del poder del evangelio aun en las circunstancias más extrañas. Dios lo había contactado de una forma totalmente extraña pero muy efectiva. Hien puede decir con toda confianza: «La Palabra de Dios es poderosa para salvar».

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Covid-19: Enfócate en las promesas de Dios en la Biblia

13 abril, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

A principios del 2020, muchos de nosotros teníamos grandes esperanzas para el futuro y anhelábamos un nuevo comienzo. En solo tres meses del año, el resultado no ha sido ese. El coronavirus, Covid-19, ha llevado a personas de todo el mundo al pánico. El miedo y la incertidumbre están royendo los corazones y las mentes de millones.

Covid-19: Enfócate en las promesas de Dios en la Biblia

Las restricciones impuestas con respecto a las reuniones masivas han descartado en muchas partes del mundo el culto comunitario, y aun las celebraciones de la Pascua parecen haber sido silenciadas. Sin embargo, como cristianos que creen en la Biblia, estamos llamados a ser la luz del mundo en tiempos de oscuridad como estos. La esperanza que tenemos en nuestro Padre celestial y las promesas de su Palabra nos permiten ser una luz en el monte para aquellos que todavía están perdidos y afectados por el pánico.

«No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha» (Isaías 41:10 RVC).

Podemos sentir la tentación de derrumbarnos ante pánico de quienes nos rodean, pero la Palabra de Dios nos da la seguridad de que con Jesucristo podemos tener una paz que sobrepasa todo entendimiento. La paz y el conocimiento de que nuestro Dios tiene el control sin importar las circunstancias que enfrentamos.

«Tú guardas en completa paz a quien siempre piensa en ti y pone en ti su confianza.
Confíen siempre en el Señor, porque él es la Roca eterna» (Isaías 26:3-4 RVC).

Entonces, dejemos atrás del miedo y el pánico del mundo y volvamos a la fe y la oración, porque nuestro Dios es poderoso, fiel y amoroso y nos conoce por nuestro nombre y se deleita en nosotros.

«El Señor está en medio de ti, y te salvará con su poder; por ti se regocijará y se alegrará; por amor guardará silencio, y con cánticos se regocijará por ti» (Sofonías 3:17 RVC).

La Biblia nos llama a mirar más allá de la situación inmediata y encontrar seguridad en Aquel que nos creó y que nos ama tanto que envió a su único Hijo a morir por nosotros.

En esta Pascua, cuando volveremos a celebrar este maravilloso acto de sacrificio, gran parte del planeta quedará atrapado en la triste oscuridad de la pandemia. En el momento de la muerte de Jesús también había una oscuridad que lo consumía todo sobre la tierra. El hombre, Jesús, en cuya vida muchos habían puesto su esperanza, fue clavado en una cruz. Y también había miedo, ansiedad e incertidumbre.

Pero entonces llegó el lunes y la tumba estaba vacía. Jesús había vencido el pecado y la muerte para que todos los que ponen su esperanza en él puedan heredar la vida eterna.

Este virus es del mundo y temporal, mantengámonos firmes en nuestra fe y confianza en el que ha vencido al mundo y es eterno.

 

Fuente: Sociedad Bíblica de Chile

Edición: Sociedades Bíblicas Unidas

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¡Señor tú eres la roca que me sostiene!

1 abril, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Después de la muerte de Moisés, Dios mismo le dijo estas palabras a Josué, su líder escogido para que continuara dirigiendo a su pueblo. «Yo te pido que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo, porque yo soy tu Dios, y te ayudaré por dondequiera que vayas». Estas palabras son muy pertinentes para el momento que vivimos hoy. Un mundo en crisis donde nos sentimos desorientados, confundidos, llenos de angustia y de temor. Pero aun así, podemos vivir confiados cuando nuestras fuerzas se agotan, porque tenemos a quien recurrir: Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. Salmos 18:2

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Mi espíritu se fortalece en la prueba

31 marzo, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Si algo tenemos claro los cristianos, es que nuestra fe y amor por Jesucristo no nos libra de las pruebas que producen dolor y sufrimiento. Jesús mismo nos advirtió: « Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo». Juan 16.33 (RVC)

«Por eso no nos desanimamos. Aunque nuestro cuerpo se va gastando, nuestro espíritu va cobrando más fuerza. 17 Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de la gloria que dura para siempre: una gloria grande y maravillosa. 18 Porque nosotros no nos preocupamos por lo que nos pasa en esta vida, que pronto acabará. Al contrario, nos preocupamos por lo que nos pasará en la vida que tendremos en el cielo. Ahora no sabemos cómo será esa vida. Lo que sí sabemos es que será eterna». 2 Corintios 4.16-18 (TLA)

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Tranquilidad en medio de la angustia

31 marzo, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

 

Tranquilidad en medio de la angustia

El profeta Habacuc esperó tranquilo el día de la angustia y alentó a los piadosos que no estuvieran angustiados en la adversidad. Hoy cuando estamos enfrentando una amenaza aterradora necesitamos más que nunca recordar las palabras alentadoras del profeta.

«Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas falten en el aprisco y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en Jehová y me regocijaré en el Dios de mi salvación.

Habacuc 3.17-18 Reina Valera Revisada (RVR)

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¿Te agobian las preocupaciones?

31 marzo, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

 

¿Te agobian las preocupaciones?

Las crisis nos atormentan, nos quitan el sueño y la paz mental, pero el Señor nos manda a NO preocuparnos y nos dice:

6 «No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. 7 Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo». Filipenses 4.6-7  Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

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¿A quién iré sino a ti mi Señor?

31 marzo, 2020 by Servicio de publicaciones en Español 1 comentario

¿A quién iré sino a ti mi Señor?

 

¿A quién acudimos cuando vivimos en angustia y desasosiego? El salmista se sintió como muchos de nosotros nos hemos sentido cuando el dolor toca a nuestra puerta. Muchas veces cuando agotamos todos los recursos humanos que buscamos, es que nos damos cuenta que estábamos buscando en la fuente equivocada. Olvidamos que el Señor tiene contados hasta el último de nuestros cabellos. Él nos ha prometido que estará siempre a nuestro lado. ¡Confía en su promesa!

«Le pedí a Dios que me ayudara, y su respuesta fue positiva: ¡me libró del miedo que tenía!»  Salmos 34:4 Traducción en lenguaje actual (TLA)

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