Entorno histórico, cultural y literario del Antiguo Próximo Oriente — Parte 2

Entorno histórico, cultural y literario del Antiguo Próximo Oriente — Parte 2

La torre de Babel

La historia de la Torre de Babel no tiene un paralelo exacto o directo en la literatura antigua del Próximo Oriente. Sin embargo, la arqueología ha traído a la luz ciertos documentos sumerios que exhiben paralelos en relación con algunos detalles o temas del relato bíblico. Esto no quiere decir que el autor de Génesis 11.1-9 dependió directamente de tradiciones mesopotámicas. Sugerimos, en cambio, que el autor era conocedor de dichas tradiciones y, tal cual lo ha hecho en los relatos previos (p.ej. «creación» y «diluvio»), plantea una alternativa a ciertos conceptos arraigados en la ideología mesopotámica.

Por Esteban Voth

Muchos han sugerido que la Torre de Babel era un zigurat, estructura sagrada babilónica, que eran torres escalonadas que podían ser cuadradas o rectangulares, con una especie de capilla en la parte más alta. La presencia de estas estructuras enormes en Mesopotamia ha dado origen a la siguiente pregunta: ¿cuál de ellas fue la Torre de Babel? Obviamente la respuesta es cuestión de especulación. Algunos la identifican con el zigurat llamado Ezida, ubicado en Borsippa. Otros prefieren identificar la torre con el zigurat llamado Etemenanki, que pertenece al templo de Marduk en Babilonia. Esta era una torre de siete pisos con un templo en el piso de arriba. Sin embargo, Speiser ha argumentado convincentemente que la torre de Babilonia seguramente pertenece a la época de Nabucodonosor y por lo tanto no fue construida antes del siglo siete. De acuerdo con el excelente análisis de Speiser, lo que inspiró el tema bíblico no fue un monumento sino una tradición literaria mesopotámica, representada especialmente por el Enuma Elish, donde se describe la construcción de Babilonia, y en particular la edificación del templo de Marduk llamado Esagil, donde está el zigurat Etemenanki. En esa descripción se menciona el proceso de hacer y moldear ladrillos, y además se dice que levantaron en lo alto la cabeza de Esagila. Se entiende entonces que existe un paralelo con las frases bíblicas «Vamos, a hacer ladrillos» (11.3) y «que llegue hasta el cielo» (11.4). No obstante estos paralelos, sugerimos que esto no significa que el relato bíblico dependa en forma directa del mesopotámico. En primer lugar, dicha conclusión adjudicaría demasiada importancia a la «torre» y a Babilonia, como si ellos fueron el tema principal de la narración. En segundo lugar, la construcción de Esagil se describe como algo positivo, mientras que esa connotación no existe en el relato bíblico. A lo sumo uno podría decir que el relato bíblico está cuestionando la confianza que el babilónico coloca en sus estructuras, y el orgullo que siente por sus templos.

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Un documento sumerio que tiene más relación con el tema principal del relato bíblico es el denominado «Enmerkar y el Señor de Aratta». De acuerdo con la traducción de Kramer de este texto, las líneas 136-140 miran hacia atrás con nostalgia a un tiempo cuando no había temor, terror, o amenaza, y el ser humano no tenía rival. En esa época la tierra de Martu descansaba en seguridad y «todo el universo, la gente en unísono (?), a Enlil en una sola lengua…». El texto claramente insinúa la existencia de una época cuando se hablaba un solo idioma. Sin embargo, el documento continúa diciendo que Enki (dios rival del dios Enlil) en determinado momento «cambió el habla de sus bocas, trajo disputa (contienda) en él, en el habla del hombre que (hasta ese entonces) había sido una».

El paralelismo de este texto es importante en relación con el propósito primordial del relato bíblico. La unidad de idioma del versículo uno, al igual que la confusión de la lengua del versículo nueve, se reflejan en este documento sumerio por demás antiguo. No obstante, es necesario considerar una diferencia clave que sugiere que el autor bíblico no solamente conoce la tradición mesopotámica, sino que plantea una visión diferente que intenta corregir dicha tradición. En el documento sumerio, la confusión del idioma es el resultado directo de una rivalidad entre los dioses de más poder. Aparentemente, Enki estaba celoso de la lealtad humana hacia Enlil. Este tipo de competencia ya la hemos visto en relación con la «creación». En el relato bíblico, en cambio, la confusión del idioma y la dispersión de la gente es consecuencia directa de un juicio divino sobre la humanidad por su arrogancia y desobediencia. Aquí, al igual que en el relato del diluvio, Génesis explica las cosas en términos de un monoteísmo moral mientras que Mesopotamia ve las cosas en términos de competencia politeísta.

Así, vemos que los paralelos que existen no señalan una dependencia directa del texto bíblico, ya que, como se afirmó al principio, no existe ningún documento de la antigüedad que pueda considerarse como un prototipo del bíblico. También, es evidente que el relato bíblico respira un trasfondo mesopotámico. Esto significa que el autor estaba consciente de las ideologías que lo rodeaban, y a partir de esa cosmovisión provee una visión distinta y polémica.

Documentos y textos legales

Los textos legales abundan en el antiguo Próximo Oriente, y varios de ellos tienen relación con los documentos legales que se encuentran en el texto bíblico. En esta sección solo mencionaremos algunos de los más importantes que se han hallado en Mesopotamia. Esta discusión no incluirá material de Egipto. El material legal de Egipto es de un estilo diferente. Esto puede deberse al hecho de que el rey egipcio era considerado semidivino, y por lo tanto no tenía que presentar ningún tipo de justificación ante los dioses. Quizá sea por esta realidad que no existen documentos legales similares a los que se encuentran en Mesopotamia y en el texto bíblico, con la posible excepción de un código legal demótico de la época persa y algunos edictos de algunos faraones.

 

Uno de los documentos legales más conocidos es de origen sumerio llamado Las leyes de Ur-Nammu. Esta colección de leyes comienza con un prólogo muy extenso y sigue con una lista de treinta y un leyes. Estas leyes tratan mayormente casos de testigos falsos, problemas familiares, esclavitud, daños corporales y leyes concernientes a la propiedad. Otra colección de leyes, pero de origen babilónico, es la denominado Las leyes de Eshnunna. Esta colección tiene legislación para una gran variedad de casos. Además de cuestiones civiles también se ocupa de casos criminales tales como asesinato, violación, robo, asalto con violencia, etc.

Finalmente mencionamos la colección más famosa, el Código de Hammurabi. El responsable de esta colección de leyes fue el rey Hammurabi que reinó sobre Babilonia de 1792-1750 a.C. La colección de unas 282 leyes junto con un prólogo y epílogo esta tallada en cuneiforme sobre una estela de diorita: esas leyes también se ocupan de lo civil y de lo criminal.

En cuanto a la forma en que están redactadas estas leyes, se puede observar que es muy similar a la que se encuentra en el texto bíblico. La forma más común que se utilizaba en el antiguo Próximo Oriente es la que se conoce como la casuística. Esta formulación está basada en un caso hipotético: «si pasa tal o cual cosa… entonces…». En el libro de Éxodo encontramos varios casos que tienen paralelos en los documentos cuneiformes de Mesopotamia. Entre ellos podemos mencionar las leyes acerca de accidentes que están en Éxodo 21:28-32. Aquí se plantean dos casos particulares:

a) Si un buey ataca a una persona que es esclava, entonces…

b) Si un buey tiene la costumbre de atacar a la gente, entonces… Es interesante que tanto el código de Hammurabi como el de Eshnunna contemplen las mismas situaciones y formulan los casos de la misma manera. Si bien no necesariamente se tiene que sugerir una dependencia de un código del otro, es evidente que los textos bíblicos han heredado una tradición legal que proviene de una tradición cuneiforme mucho más antigua.

Es también importante señalar que no todas las leyes ni el contenido de la leyes son iguales en ambos contextos. En cuanto al contenido de las leyes, el texto bíblico enmarca las leyes civiles y criminales dentro de lo que podríamos llamar una ley religiosa. Este no es el caso en Mesopotamia. El énfasis mayor está puesto en la ley civil, y no hay una ley religiosa que se pueda comparar con la de Israel. Esto significa que en Israel el sistema legal es más prescriptivo, mientras que en Mesopotamia el sistema es más descriptivo. Esto se ve en el hecho de que hay muy pocas leyes apodícticas en Mesopotamia, mientras que en Israel estas abundan.

Alianzas y tratados

El análisis de las alianzas registradas en el texto bíblico se ha visto enriquecido particularmente por el descubrimiento de documentos afines de los hititas en Boghazkoy, situado en Asia menor. Estos documentos contienen diversos tratados y alianzas que los hititas hicieron con otros pueblos. La estructura literaria de estas alianzas exhiben una similitud notable con la estructura que los israelitas utilizaron para describir sus alianzas con Yavé. Si bien el contenido de las alianzas de Israel es diferente al de las alianzas en el antiguo Próximo Oriente, la forma y la estructura son muy similares.

El Imperio hitita tuvo su época de gloria durante los años c. 1450-1200 a.C. Durante estos años, ellos trazaron diversos acuerdos y alianzas con naciones vecinas. Estos acuerdos eran de dos tipos. Algunas alianzas se hacían entre lo que podríamos llamar «iguales»: acuerdos de paridad donde dos naciones se «sientan a la mesa» de igual a igual a discutir los términos de la alianza que se va a hacer. En cambio, otras alianzas se hacían desde una posición de superioridad o de mayor poder. Esto se daba cuando los hititas conquistaban a otra nación, y el rey hitita le imponía a la nación derrotada una alianza según los deseos del victorioso. En este caso, el conquistado no tenía nada que decir en cuanto a las condiciones y estipulaciones de la alianza. La única opción que tenía era aceptar lo que dictaba el rey conquistador. Esto se conoce como «alianza de soberanía» o «tratado de vasallaje». Es precisamente este último tipo de alianza que tiene mucho en común con las alianzas que están presentes en el texto bíblico.

Los elementos básicos de este tipo de alianza de soberanía que formularon los hititas eran los siguientes. Los primeros tres se encuentran prácticamente en todos los acuerdos formales hasta ahora descubiertos. Los últimos tres elementos no aparecen en todos los documentos que describen una alianza:

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a) Preámbulo

En este preámbulo o introducción, se identificaba al soberano que era el verdadero autor de la alianza. Se mencionaban sus diversos títulos honoríficos y luego sus atributos especiales como persona. Generalmente se describía la grandeza del rey con adjetivos superlativos y se subrayaba el derecho que él tenía para establecer esta alianza. Los paralelos bíblicos se pueden ver en Éxodo 20.1; Deuteronomio 1.1-5 y Josué 24.1-2.

b) Prólogo histórico

Esta sección describe en detalle la relación que ha existido entre ambas partes hasta el momento de trazar esta nueva alianza. De manera insistente el soberano menciona sus actos benévolos a favor del vasallo y a la vez resalta el poder que tiene el soberano. Esto implica que el vasallo debe estar agradecido por las condiciones y estipulaciones impuestas por el rey victorioso y además que debe cuidarse de ser muy obediente a estas pautas. En la Biblia encontramos secciones similares especialmente en Deuteronomio 1.6-3.29 y en Josué 24.2-13.

c) Estipulaciones, disposiciones

En esta sección, que está basada en las primeras dos, se explica con detalles cuáles serán las responsabilidades y obligaciones del vasallo para con el soberano. Entre otras obligaciones están las advertencias contra todo tipo de rebelión, contra el hacer alianzas con otras naciones, contra darle asilo a los refugiados. Además, el vasallo deberá responder a cualquier convocatoria que el rey haga para ir a la guerra, deberá confiar incondicionalmente en el rey, y presentarse una vez al año ante el rey, probablemente para entregarle el tributo anual. Este tipo de estipulaciones se encuentran claramente establecidas a lo largo de los libros de Éxodo, Levítico y Deuteronomio capítulos 12—26. También podemos notar la presencia de disposiciones concretas en Josué 24.14-15.

d) Declaración acerca del documento

A partir de esta sección, el orden de las secciones subsiguientes puede variar. No hay un orden fijo establecido. En esta sección del documento se determina un lugar seguro para guardar el documento. Además, se establece que el documento se debe leer en público periódicamente para que todos recuerden bien las obligaciones establecidas. En Deuteronomio 31.24-26 Moisés manda a los levitas a que guarden la Ley en el arca. Si bien este no es un mandato directo de Dios que forma parte del documento de la alianza, se puede notar que la idea de guardar y depositar el documento en un lugar seguro es el mismo. La práctica de leer el documento periódicamente también está detallada en el Pentateuco.

e) Bendiciones y maldiciones

Esta sección narra lo que los dioses le harán al vasallo ya sea que obedezca o se rebele contra las estipulaciones de la alianza. Si el vasallo es fiel a la alianza pactada recibirá bendiciones. Pero si desobedece lo acordado en el acuerdo formal, los dioses lo maldecirán. Aquí no es el rey el agente principal sino los dioses. En Levítico 26.1-13; Deuteronomio 28 y Josué 24 se encuentran las bendiciones y maldiciones respectivas.

f) Testigos

En esta sección se coloca una lista de testigos que generalmente son los nombres de los dioses del soberano y también del vasallo. De esta manera se establece que los dioses serán los encargados de hacer cumplir las disposiciones y obligaciones de la alianza. En algunas de estas alianzas hititas se invocan como testigos a las montañas, ríos, mares, cielos y tierra. En la Biblia, tanto en Deuteronomio como en Josué podemos encontrar el concepto de testigos presente en este tipo de alianzas con Yavé.

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A partir de estos paralelos evidentes podemos sugerir que la tradición de hacer alianzas en la Biblia está fuertemente arraigada en la cultura del antiguo Próximo Oriente. También podemos comprender mejor cómo se trazaban y, además, entender que Yavé como Señor del universo no abandona su posición de Soberano cuando se compromete en acuerdos solemnes con el ser humano.

Proverbios

Es sabido que el género proverbio es un género universal. Existen proverbios en muchísimas culturas del mundo, tanto antiguas como contemporáneas. En el antiguo Próximo Oriente, las culturas también articularon proverbios como un género literario para expresar conceptos sapienciales. En la Biblia, además del libro conocido como Proverbios, existen proverbios individuales en muchos otros libros de la Biblia.

Una de las colecciones de proverbios más conocidas del mundo semita es la que se ha titulado Las palabras de Ahiqar. Esta colección probablemente viene de los siglos 6-5 a.C. Proviene de la comunidad elefantina en Egipto y está escrito en arameo imperial. En este documento encontramos un proverbio que dice: Dos cosas son buenas, y una tercera es agradable a Shamash, y estas luego se enumeran. Un caso muy similar lo tenemos en el libro de Proverbios 30.15-31 donde leemos Hay tres, y hasta cuatro cosas que nunca quedan satisfechas… Como este ejemplo hay muchos más que se podrían mencionar de esta colección de Ahiqar que, en cuanto a forma y contenido, tienen mucho en común con los proverbios bíblicos.

Una colección que quizá tiene más influencia y más en común con los proverbios bíblicos es la denominada Instrucción de Amenemope. La mayoría de biblistas hoy en día está de acuerdo en que esta colección egipcia proviene aproximadamente del siglo 13 a.C. Esta colección se ha comparado minuciosamente con Proverbios 22.17—24.22. En esta sección (22.20) el texto bíblico habla de treinta dichos que contienen sabios consejos. Esto pareciera ser paralelo a los treinta capítulos del documento egipcio en los cuales se dan instrucciones para el bienestar. Una vez más no sugerimos una dependencia por parte de una tradición en relación a la otra. Simplemente hacemos notar que existe un contexto literario común a ambas tradiciones que ayuda a interpretar mejor cada una de ellas.

Textos proféticos

En las diversas culturas del antiguo Próximo Oriente aparecieron personajes que podríamos catalogar como «profetas». Desde ya, es necesario ser muy mesurado a la hora de comparar estos «profetas» con los profetas que aparecen en el texto bíblico. Existen diferentes tipos de profetas en estas culturas antiguas. Algunos funcionan más como profetas técnicos. Estos aplican técnicas para interpretar señales que aparecen como presagios o agüeros —buenos o malos. Otros funcionan más como intérpretes de lo que podemos llamar revelación de los dioses; donde los «profetas» del antiguo Próximo Oriente más se parecen a los profetas bíblicos.

Nos referiremos solamente a un ejemplo que proviene de la ciudad de Mari en Mesopotamia. Allí se han encontrado diversos textos del siglo 18 a.C. donde aparecen personas que se dedican a pronunciar oráculos. Los dos más comunes son el apilu y el muhhu. El término apilu viene del verbo apalu que puede significar «responder, corresponder a», pero también «interpretar». Es muy probable que este término sea el equivalente al griego profetes, que entre otras cosas puede significar «el intérprete de la revelación divina». En el caso de los textos que provienen de Mari, encontramos que varias veces el rey, aunque es el destinatario principal del oráculo, no le hacía caso al oráculo. Además, muchas veces el mensaje no le llegaba al rey.

El término muhhu viene del verbo mahu, que generalmente significa «enloquecer, caer en un trance o en un estado de frenesí». También puede referirse a un estado de discapacidad mental. Este término se utilizaba cuando un profeta de la Mesopotamia entraba en un estado de éxtasis en el templo, y de esta manera recibía una revelación o comunicación divina.

Si bien se pueden encontrar similitudes entre los profetas bíblicos y los de Mari en cuanto a función, audiencia y modo de revelación, es importante señalar que las diferencias más radicales se encuentran en el contenido del mensaje. En Israel, el mensaje profético tiene mucho que ver con un desafío al pueblo y a las autoridades a cambiar su modo de vivir y a volverse a Dios. En este sentido plantea muchas veces un mensaje anticúltico. En Mesopotamia particularmente, la preocupación es preservar el culto, ya que las demandas de los dioses tenían como prioridad el cumplir con el culto. Para los profetas israelitas la justicia y los derechos humanos eran una prioridad. En cambio para los profetas mesopotámicos, el interés mayor era darle un mensaje al rey, y poco tenía que ver con hacer justicia y con una real preocupación por la situación del pueblo.

No obstante estas diferencias de contenido es bueno reconocer que el fenómeno del profetismo no era algo único que pertenecía a Israel y que este género literario también se debe enmarcar en un contexto más amplio.

Conclusión

Leer la literatura bíblica en su contexto literario más amplio siempre ha de ser enriquecedor. En primer lugar permite que el lector comprenda ciertas costumbres del antiguo Próximo Oriente que para el contemporáneo occidental son extrañas y hasta incomprensibles. La vasta literatura del antiguo Próximo Oriente provee suficientes elementos para reconstruir las diversas cosmovisiones de dichas culturas y esto sin duda esclarece y enriquece la interpretación del texto bíblico. Dicho esto, también es necesario recalcar que al insertar el texto bíblico en su contexto literario más amplio, surgen a la luz las diferencias que existen entre la propuesta bíblica y las propuestas de las culturas vecinas. El hecho de que se compartan formas y estructuras no significa que el significado sea el mismo. El considerar las composiciones de los vecinos de Israel permite ver aquello que es único en Israel. Y lo que es único en Israel por sobre todas las cosas es la realidad y presencia de Yavé como Dios único, creador de todas las cosas que busca relacionarse con el ser humano.

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