«Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?» (Salmos 8.3-4)

¿Qué pasaría con una canción a la que le faltaran ciertas notas? ¿Y con un libro al que le faltara uno de sus capítulos? ¿El teclado de la computadora sin una de sus piezas? ¿Un reloj de cuerda sin una de sus ruedas dentadas? ¿La receta sin uno de los ingredientes? ¿El rompecabezas sin una de las piezas?
¡Cada cosa es importante! La ausencia de un elemento produciría un resultado incompleto.
La sociedad le da tanta importancia a la fama, la imagen y el éxito visible que mucha gente llega a creer que lo pequeño no cuenta y solo tiene valor aquello que todos pueden ver. ¡Nada más lejos de la verdad!
Dios creó el universo con mucho detalle y cuidado. Ningún elemento existe de manera casual o está allí por azar. Todo es importante y nada es insignificante ante Dios.
Si logramos ver el mundo desde ese punto de vista, jamás despreciaremos ninguna parte de un proceso ni nos dejaremos llevar por las apariencias. Además, comprenderemos el tremendo valor que tenemos para nuestro Creador. Para él no somos uno más entre miles de millones de seres humanos: él nos conoce, nos guía y nos ayuda a descubrir lo que de veras importa en la vida.
¡El mundo no sería el mismo sin nosotros! ¡Somos muy importantes para Dios!
Sumérgete: Aprendamos a valorar nuestra vida. Nunca utilicemos palabras que menosprecien nuestra persona ni la obra que Dios desea realizar en nosotros. Mantengamos la humildad, pero no dejemos de afirmar que somos muy importantes para nuestro creador.
Más artículos para crecer en la fe y conocimiento de la Biblia: haz clic aquí