«Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno.» (Mateo 17.20-21).
¡Todavía hay mucha gente que sigue creyendo que es posible lograr un mundo mejor! ¡Que es posible desarrollar sociedades en las que la libertad y la igualdad sean una realidad para todos! La lista de cosas aparentemente imposibles podría parecer interminable, entre ellas…
…acabar con el hambre mundial que cada día lleva a la muerte a más de 25.000 personas;
…poner punto final a los conflictos bélicos alrededor del planeta;
…llevar a cabo políticas que ayuden al desarrollo de la gente y sus comunidades;
…realizar acciones concretas que contribuyan a reducir el calentamiento global;
…fomentar el diálogo entre los países para favorecer la paz;
…destinar más dinero en los presupuestos nacionales para la investigación científica, a fin de encontrar la cura de las enfermedades.
Éstas y otras tantas son cosas «aparentemente» imposibles, porque no se trata de algo irrealizable o lejano a la capacidad de resolución. El punto de partida es nuestra decisión de creer que se puede, comprometernos, involucrarnos y hacer lo que esté a nuestro alcance para ser parte del cambio.
Alguien dijo en cierta ocasión: «No podemos pretender un mundo diferente, un mundo de paz, si primero no somos diferentes a nivel personal, si todavía no hay paz en nuestro corazón.»
¡Podemos! ¡Solo hay que atreverse!
Sumérgete: Miremos a nuestro alrededor y pensemos cómo podemos ayudar a cambiar nuestra realidad. Dios nos dará las fuerzas y la capacidad para hacer nuestra parte en la transformación de la sociedad.