«Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.»
(Josué 1.7)
Allí estaba Josué, en un momento decisivo de su vida. Moisés acababa de morir y Dios le indicó que debía asumir como nuevo líder de los israelitas. Es cierto: su conducta siempre había sido ejemplar y durante los años que estuvieron en el desierto había aprendido muchísimo al lado de aquel gran libertador. ¡Pero esto era diferente! ¡Ahora había llegado el momento de pararse en la primera fila, de ser el máximo responsable!
Dios fue muy claro con Josué y le prometió que estaría a su lado, lo ayudaría, le brindaría protección y lo guiaría hacia el éxito en todo lo que emprendiera. ¡Qué promesas tan especiales! ¡Todos necesitamos esas cuatro cosas en nuestra vida!
Pero como contrapartida, Dios le pidió que fuera valiente, firme y obediente. ¡Ahí está el secreto para la victoria!
Porque cuando somos valientes nos animamos a enfrentar nuestros propios temores y emprendemos nuevos desafíos. Cuando somos fuertes podemos controlar los impulsos, tentaciones y debilidades del carácter. Cuando obedecemos lo que la Biblia enseña aprendemos cómo comportarnos en cada circunstancia de la vida.
Aunque tenía muchos temores y no se creía capaz de hacer lo que Dios le pedía, Josué decidió obedecer y lanzarse a la aventura como alguien fuerte y valiente. ¡Y así logró ver cumplidas las promesas que había recibido!
Dios nos promete una vida plena. ¡Decidamos ser obedientes y podremos disfrutarla!
Sumérgete: Josué tenía la sana costumbre de leer y estudiar la palabra de Dios cada día. De esa forma comprendió las promesas de Dios y supo cómo conducirse en cada decisión y etapa del camino. ¡Imitemos su ejemplo y triunfaremos!