«Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.» (Génesis 2.7)
El espíritu es nuestra área más profunda y esencial. Hace posible que seamos hombres y mujeres que respiran, hablan, sueñan, ríen y juegan. ¡Dios mismo creó el espíritu humano!
Es interesante darse cuenta de que, a veces, no se habla mucho acerca del espíritu. Hay un montón de lociones y cremas para mejorar nuestra piel. Una enorme variedad de productos para cuidar nuestro cabello y acondicionarlo para vernos mejor. Sabores de todo tipo para degustar y disfrutar junto a los amigos.
¡Pareciera que todo está orientado solo a mejorar nuestro aspecto físico!
Nadie puede tener cuerpo sin alma ni espíritu. Tampoco el alma podría existir sin un cuerpo y un espíritu. ¡Pero sin el espíritu el alma y el cuerpo no tendrían vida!
Dios quiere que cuidemos nuestro cuerpo y nuestra alma. ¿Y el espíritu? Veamos algunas ideas para alimentarlo de la mejor manera:
- Recibir a Jesús como Dios y salvador. El Espíritu Santo habitará en nosotros y no nos abandonará jamás.
- Designar un momento cada día para leer la Biblia y hablar con Dios en oración.
- Buscar una iglesia en donde nos ayuden a conocer más a Jesús, tal como está manifestado en la Biblia.
¡Pidámosle a Dios que nos llene con su presencia y su vida!
Sería imposible vivir mucho tiempo sin ingerir líquido y comida. Lo mismo pasa con el espíritu: hay que alimentarlo cada día para que crezca sano y fuerte, convirtiéndonos en personas completas y felices.
Sumérgete:
Hay enfermedades espirituales que solo Dios puede sanar. Acudamos cada día a la cita con nuestro creador y digámosle lo mismo que David escribió en el Salmo 139.23-24.
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