Introducción1
En la época de tensiones y polémicas con la iglesia de la mayoría de nuestros países de habla castellana, los evangélicos solíamos lanzar la acusación de que a los creyentes católicos no se les permitía leer las Sagradas Escrituras sin notas. Tal limitación se interpretaba como la pretensión de dirigir —erróneamente, según se presuponía— la comprensión del texto bíblico por los caminos que al autor de las notas (o a la autoridad eclesiástica que las sancionaba) le interesaba.
Por Plutarco Bonilla A.
La situación ha dado un giro de 180 grados. Primero apareció, hace ya mucho tiempo, una edición del texto de ReinaValera con notas: la llamada «Biblia de Scofield». Se trata, en lo que a las notas se refiere, de una traducción a nuestro idioma de la homónima norteamericana, caracterizada por seguir una corriente dogmática determinada (el dispensacionalismo).2 Después han proliferado las Biblias con notas o Biblias de estudio a tal punto que hoy constituyen, en realidad, una moda.
La cuestión fundamental es la siguiente: ¿Necesita el texto bíblico notas u otros instrumentos aclaratorios? Y la respuesta que debemos dar hoy, al margen de toda actitud polémica y antagónica, tiene que ser afirmativa. En efecto, las necesita, entre otras razones, por las siguientes:
- Se escribió ese texto hace varios miles de años. Las secciones más cercanas a nosotros tienen una antigüedad de casi dos milenios.
- Se escribió ese texto en un ambiente geográfico amplio diverso, extraño a la inmensa mayoría de los lectores de habla castellana.
- Las costumbres, las instituciones, las prácticas religiosas, los instrumentos de trabajo y de recreación, los sistemas políticos, etcétera, que forman el *telón de fondo+ de los relatos bíblicos son muy diferentes de los nuestros.
- Los idiomas en que se escribieron esos textos ni siquiera usaban los mismos caracteres que empleamos nosotros hoy. Además, su sintaxis nos resultaría incomprensible si tratáramos de copiarla en nuestro idioma.
- La poesía semítica, tan importante en la literatura bíblica, se parece muy poco a la poesía castellana. (Hay que recordar que gran parte del AT es poesía; y que hay poemas en varios libros del NT.)
Los evangélicos hemos aceptado esta realidad y, por eso mismo, nos hemos percatado de la necesidad de proveer a los lectores de la Biblia de material complementario que los ayude a comprender mejor lo que leen y estudian. Eso explica que en los últimos años se hayan producido las llamadas Biblias de estudio. La primera Biblia de estudio publicada por Sociedades Bíblicas Unidas (SBU), en cualquier idioma, es la edición del Nuevo Testamento y Salmos que, con esas características y utilizando el texto de la llamada «versión popular» en castellano, vio la luz el año 1990. Posteriormente, en 1994, se publicó la Biblia completa (la VPEE: Versión popular, edición de estudio). Y a finales de 1995, Sociedades Bíblicas Unidas publicó también la Biblia de estudio con el texto de la revisión de 1995 de la clásica Reina-Valera (RVR95EE).
¿Qué es eso de «Biblia de estudio»?
Pero ¿qué es una Biblia de estudio? ¿Qué ha de tener «de más» una determinada edición de la Biblia para que se constituya, propiamente hablando, en Biblia de estudio? ¿Es Biblia de estudio la edición de la Biblia que contenga «algo» adicional al texto bíblico? ¿Pueden trazarse los límites con claridad?
Señalemos, desde el principio, lo que puede sonar a perogrullada: el texto bíblico es el texto bíblico. Con eso queremos indicar que debe distinguirse diáfanamente lo que es el texto bíblico de cualesquiera otros elementos que se agreguen a la publicación de ese texto con miras a ayudar al lector en la comprensión de la palabra de Dios. El texto bíblico tiene que ser el de la traducción que se haya escogido. En notas al pie, en recuadros bien diferenciados, al final del volumen o siguiendo los criterios de distinción que los editores decidan, debe incluirse el material adicional. Es este material adicional lo que hace, de una determinada edición de la Biblia, una Biblia de estudio.
Un libro llamado «Biblia»
La Biblia es, simultáneamente, un libro y muchos libros.
¿Qué hace que podamos considerar ese multiforme conjunto de obras como un solo libro? Por supuesto, el estudio aislado de cada uno de sus componentes no nos dará la respuesta a esta pregunta. Es más, a algunos de esos libros los llamamos así por tradición o costumbre, pues muchos de ellos no calificarían como tales según el uso actual de la palabra en nuestra lengua; serían, más bien, folletos o panfletos (sin darles connotaciones peyorativas a estos términos).
Un conocido refrán explica que cuando uno se adentra en una zona muy boscosa, con frecuencia «los árboles no le dejan ver el bosque». Es decir, es necesario tener la posibilidad de colocarse en un punto desde el cual pueda verse el conjunto, la totalidad, el «bosque» como tal.
Con la Biblia sucede otro tanto. Precisamente una «Introducción a la Biblia», de carácter general, nos permite echar este vistazo abarcador que nos habrá de dar una comprensión global de ella.
¿Quiere el estudiante de la Biblia saber por qué se conoce la Biblia con diferentes nombres y de dónde provienen estos? Esta introducción general le ayuda a adquirir este conocimiento.
¿Necesita saber algo acerca del proceso de formación de la Biblia y por qué los libros que la componen se organizan de diferentes maneras? También esta introducción le proporciona dicha información.
¿Le interesa comprender cuál es el valor de la Biblia? ¿O cuál es su mensaje central, mensaje al que se subordinan todos los demás? La introducción general se lo muestra.
De la Biblia y sus divisiones
La visión global de la Biblia nos permite percibir también que esta no es solo la suma de 66 libros (o 73 más las adiciones a Ester y a Daniel, si se cuentan los libros deuterocanónicos). Hay, en ese total, lo que podríamos llamar «subconjuntos», o sea, grupos de libros que tienen ciertas características comunes y que, como tales, se diferencian de otros grupos. Los dos grupos mayores son los dos «Testamentos»: el Antiguo y el Nuevo. Las introducciones respectivas nos permiten establecer las bases de la continuidad y de la diferencia: qué permite llamar «testamento» a los dos (y por qué se les da ese nombre), en qué se complementan y cuáles son los elementos propios de cada grupo.
Sin embargo, como el AT consta de 39 libros (o 46), y de 27 el NT, no es de extrañar que los libros que componen esas dos grandes unidades puedan agruparse, a su vez, en otros subconjuntos, y que estos se distingan por tener características muy diferentes. De ahí que la VPEE incluya, además, estas introducciones:
- al Pentateuco3
- a los libros sapienciales y poéticos
- a los libros proféticos
- a los evangelios
- a las cartas
- a los libros deuterocanónicos4
- a los libros de los Macabeos.5
En esas introducciones se explican, por ejemplo, asuntos como los siguientes:
Si se trata de la introducción al AT, en ella hay información sobre los géneros literarios y sobre el origen y transmisión del texto. Encontrará el lector, además, amplias explicaciones sobre aspectos geográficos e históricos, necesarias para captar el sentido del texto bíblico. Se cierra esta introducción con una sección sobre «los valores religiosos del AT».
En cuanto a la introducción a los libros deuterocanónicos, el lector podrá saber por ella el sentido de este nombre, como así mismo algo de su historia canónica (es decir, la recepción por las iglesias).
En el caso de la introducción al NT, se nos ofrece en ella los mismos temas fundamentales ya señalados en la del AT, pero referidos ahora a este nuevo período histórico que se inicia con la encarnación del Hijo de Dios y la aparición del cristianismo.
Hay, por supuesto, otras introducciones: las referidas a bloques de libros, tanto en el AT como en el Nuevo (según la lista mencionada ya) y, muy especialmente, las introducciones a cada libro. En ellas se explican otros temas, como, por ejemplo, estos: el género literario particular (ya sea de un libro o de una parte de él), las características de la poesía hebrea,6 por qué las cartas que hay en el NT están escritas de esa manera, por qué los evangelios se llaman así, cuáles son las particularidades de la literatura llamada apocalíptica.
Sin embargo, todavía quedan preguntas fundamentales y, en cierto sentido, generales, que exigen respuestas. Ilustremos algunas de esas cuestiones:
Autor. ¿Quiénes escribieron los libros del Pentateuco o los cuatro Evangelios? Los libros mismos —esos y otros muchos de la Biblia— no dicen quiénes fueron sus autores. En muchos casos hay diversidad de criterio entre los eruditos. Una Biblia de estudio como la VPEE le indica al lector tanto las dificultades que a veces hay para establecer quién fue el autor de determinado libro como las opiniones prevalecientes en la investigación bíblica actual.
Ocasión. ¿Por qué se escribieron los diversos libros de la Biblia? Ningún autor escribió simplemente «porque se le ocurrió». Hubo siempre alguna motivación: una necesidad (por ejemplo, dejar escrita una legislación [el Pentateuco] o darle ánimo a una comunidad perseguida [el Apocalipsis]), un problema al que había que hacerle frente (por ejemplo, las divisiones de la iglesia en Corinto), un error que corregir (la visión estrecha de la misión de Israel o el menosprecio de la persona de Cristo, como se discuten en el libro de Jonás y en la carta a los Colosenses, respectivamente), un deseo de alabar a Dios, un mensaje que transmitir de parte del Señor, etcétera.
Dada esta diversidad de posibilidades, cada libro debe contar con su propia introducción, en la que se traten asuntos específicos de ese libro en particular, como el que mencionamos en los párrafos anteriores. También allí se ofrece información sobre la fecha en que se escribió el libro que se estudia (si es posible determinarla), o sobre la estructura literaria o teológica de la obra.
Se completa así, en estas Biblias de estudio, una serie de introducciones muy valiosas para el estudiante de la Biblia, pues le ofrece un riquísimo material que no está en el texto bíblico mismo (o que está, a veces, solo de manera muy indirecta), pero que resulta indispensable para una más completa comprensión del mensaje que el libro en cuestión intenta comunicar.
¿Notas? ¿Para qué?
Las notas aclaratorias que se incluyen en una Biblia de estudio abren ante el lector un abanico de posibilidades extraordinarias. Bien utilizadas, ayudan al estudiante en la mejor y más profunda comprensión no solo del mensaje sino también de la naturaleza de los textos bíblicos que, en sus lenguas originales, han llegado hasta nosotros.
Veamos los siguientes tipos de notas que podemos encontrar en la VPEE:
• Notas de crítica textual
Muchos cristianos, tanto en América Latina como en España, han tenido la experiencia de discutir con los llamados «testigos de Jehová». Si la conversación gira alrededor del tema de la Trinidad (que suele ser el caballito de batalla de ese movimiento), y si uno cita el texto de 1 Jn 5.7b8a, de inmediato le caen encima con la frase «eso no está en la Biblia». En la VPEE, la nota que corresponde a este pasaje explica la situación. La instrucción que ahí se da le evitará al cristiano pasar un momento difícil.
Semejante a esta nota hay otras que dan razón de algunas disimilitudes significativas entre diversas traducciones de la Biblia, sobre todo como consecuencia de diferencias en la base textual (en los idiomas originales). Esto se percibe con claridad cuando se comparan las traducciones de ciertos textos en la ReinaValera y en la Versión Popular.7 Léanse, a modo de ilustración, las siguientes notas (que indicamos según el versículo y la letra que aparecen en la misma nota; si no hay letra es porque ese versículo solo tiene una nota):
Gn 36.39 | Aquí se explica por qué no coincide la escritura de un mismo nombre en diferentes versiones. |
Job 40.1-2a | Esta nota da razón de ciertas palabras que están en unas versiones pero no en otras. |
Mt 6.13o | Donde se explica la doxología que se encuentra al final del padrenuestro, y que no aparece en las traducciones modernas. |
Hch 8.36s | Donde se explica la ausencia, en versiones actuales, del v. 37. |
Hay muchos casos similares a estos. Véanse, por ejemplo, los siguientes: Gn 1.6k; 1.20; 2 S 4.6; Pr 6.8; Tb 10.14; Eclo 3.24i; 7.9; Mt 5.22g; Jn 7.53C8.11; Hch 24.6-8; Ef 1.1c; 1 Tim 3.16l.
Las notas de este tipo se clasifican como notas de «crítica textual» porque tienen que ver primeramente con el texto en los idiomas originales (hebreo o arameo, si se trata del AT; griego, si se trata del NT) y con la información con que contamos actualmente, respecto de ellos, según los manuscritos que han llegado hasta nosotros.
• Notas sobre la estructura del texto
Aunque datos como los que acabamos de ofrecer sean muy valiosos, a quien estudia la Biblia le interesa mucho más adquirir los conocimientos indispensables para comprender su mensaje y sacar provecho para su vida y la de su comunidad de fe. También aquí la Biblia de estudio ofrece ayuda muy oportuna.
La lista de posibilidades puede ser inagotable. Tomemos, a modo de ejemplos ilustrativos, algunos casos que consideramos de particular interés para entender el texto.
¿Dónde radica el mensaje de un texto? ¿En las palabras mismas —que hay que analizar separadamente— o en la manera como unas palabras se relacionan con otras dentro de un párrafo? Hoy, la respuesta no hay casi ni que pensarla: es esa unidad que llamamos párrafo la que transmite el mensaje que se quiere comunicar. Es más, puede decirse que existe incluso la posibilidad de entender aisladamente cada una de las palabras de un texto y no entender lo que el texto dice. En realidad, eso pasa con muchos textos bíblicos en algunas versiones.
La manera como las palabras y las ideas se relacionan en un párrafo es lo que denominamos la «estructura» de ese párrafo. El nexo entre diversos párrafos que forman una unidad mayor expresa, a su vez, el mensaje global del texto y lo que persigue el autor.
La VPEE ha prestado atención, en sus notas, a este hecho. Examínense, por ejemplo, las siguientes:
Gn 4.1-16 | Este relato continúa el ciclo iniciado en el cap. anterior. La rebelión del hombre contra Dios (Gn 3.6) nunca es un hecho aislado. A ella le siguen inevitablemente el pecado y la violencia del hombre contra su hermano. Véase Jer 9.4(3) n. |
Éx 1.1-22 | El libro del Éxodo continúa el relato del Génesis. Esta continuidad se pone de relieve en los vv. 1-5, que resumen la información ya dada en Gn 46.8-27. Luego el relato pasa a describir el cambio de situación que se produjo cuando los israelitas se multiplicaron (v. 7) y fueron oprimidos por los egipcios (vv. 8-22). |
Mt 1.1C2.23 | Los caps. 1—2, en su conjunto, quieren mostrar, desde el principio, que Jesús es el Mesías prometido al pueblo de Israel, Hijo de Dios y Salvador, reconocido por los no judíos y rechazado por las autoridades de su propio pueblo. |
Mt 1.117 | Los judíos, sobre todo después del destierro, daban gran importancia a las listas de antepasados o descendientes, llamadas también genealogías (cf., por ej., 1 Cr 1—8). De esta manera se pretendía mostrar la pertenencia al pueblo de Israel y a una tribu o un clan determinados. En el caso de Jesús, se da especial importancia al hecho de ser descendiente del rey David. Cf. Ro 1.34. |
Mt 7.28 | Cuando Jesús terminó de hablar: Esta frase, u otra similar, marca el fin de cada uno de los cinco discursos principales de Jesús registrados en Mt; véase Introducción. |
(Consúltense, para otros ejemplos, las siguientes notas: Éx 20.1-17; Dt 2.1–3.11; Jos 1.1-9; 1 S 7.2-17; Is 1.1-31; Mt 5.17.29; Mt 5.312; 6.1a; 6.913; Mc 3.16; Lc 9.51—19.27; Ro 1.17; 12.111; Ap 2.17; 6.1—8.1; Sal 6.)
• Notas sobre significado: palabras
A veces pareciera que creemos que las palabras son mágicas o que la ortografía es, en sí, sagrada. Algunos piensan que si escribo el pronombre «él» con minúscula, y me refiero a Dios, casi he cometido un pecado. No; no hay ni virtud teológica en la buena ortografía, ni pecado teológico en la escritura ortográficamente «defectuosa».8
Es más: muchas palabras que hoy nos parecen de un altísimo valor religioso fueron, en sus orígenes, palabras que no tuvieron un sentido religioso propio, sino que pertenecían al vocabulario cotidiano. ¿Cuál cristiano no valora la palabra «redención»? Sin embargo, no todos conocen que los cristianos tomaron «en préstamo» esta palabra del vocabulario de la esclavitud, y del mercado de esclavos en particular.
Por otra parte, y como no se escribió la Biblia en castellano (y menos en el de nuestra época), las palabras que se emplean en las traducciones pueden jugarnos malas pasadas.
Analicemos algunas posibilidades:
¿Tienen las palabras en nuestro idioma exactamente el mismo sentido que tienen las palabras equivalentes en griego o en hebreo? No siempre. A veces resulta totalmente imposible encontrar un equivalente perfecto, en castellano, de algún término importante en los idiomas originales en los que se escribió la Biblia. De ahí que, en esos casos, haga falta una nota aclaratoria en la que se explique cuál es el significado de un determinado vocablo hebreo o griego. Véanse estos casos, tomados únicamente de las notas al Evangelio según San Mateo:
Mt 1.17h | Mesías: título hebreo, traducido al griego como Cristo; ambas palabras significan ungido. |
Mt 1.21 | Jesús: forma griega (lo mismo que Josué) del hebreo Yeshúa (o Yehoshúa) que significa el Señor (Yahvé) salva. Cf. Sal 130.8; Lc 1.31; 2.11, 21. |
Mt 3.2c | Vuélvanse a Dios: lit. cambien su manera de pensar; expresión que invita a un cambio radical de actitud respecto al pecado y a un retorno a Dios; el mismo verbo, que se traduce frecuentemente por arrepentirse, puede traducirse como convertirse, cambiar de actitud, abandonar los pecados. |
Mt 6.11 | Que necesitamos: traducción de una palabra que puede significar de cada día, o para el día de hoy o para el día de mañana. Cf. Éx 16.4; Pr 30.89; nótese también el tema del pan en Jn 6.3235. |
Como estos hay muchísimos casos en las notas de VPEE, tanto en el AT como en el NT.
También se da el caso de que en un párrafo extenso o en un libro completo hay una palabra o un conjunto de palabras que son muy importantes para la recta comprensión del texto. Esto puede ser así ya sea porque el significado de la palabra es clave para la interpretación o porque las palabras son como marcadores que indican algún cambio o expresan la estructura del libro. Un ejemplo diáfano lo encontramos en Sal 41.13(14) n.
• Notas sobre significado: palabras clave
Con frecuencia, palabras que parecen concentrar significados muy importantes resultan como la clave para la mejor comprensión de un texto. En ocasiones, esas palabras se repiten en el pasaje (o libro) que se estudia. A tales términos hay que prestarles particular atención.
Gn 1.1a | Creó: heb. bará. En el AT, este verbo tiene por sujeto únicamente a Dios, y se refiere siempre a una acción divina que produce, en particular, un resultado nuevo e imprevisible (Is 48.6-7; Jer 31.22). Se emplea para designar la creación del mundo y de la humanidad (Gn 1.27; 5.1; Dt. 4.32; Is 45.12), la formación del pueblo de Israel (Is 43.1, 15), la restauración de Jerusalén (Is 65.18), la renovación interior del pecador arrepentido y perdonado (Sal 51.10[12]) y la creación, al fin de los tiempos, de un cielo nuevo y una tierra nueva (Is 65.17; 66.22). |
Sal 1.1 | Feliz…: exclamación típica de las «bienaventuranzas» o exclamaciones gozosas que declaran felices o dichosos a una persona o a un grupo de personas, unas veces por lo que son (por ejemplo, los pobres en Lc 6.20) y otras por lo que hacen (por ejemplo, los que trabajan por la paz en Mt 5.9). Las «bienaventuranzas» son una forma característica de los escritos sapienciales (Pr 14.21; 16.20; 20.7; 28.14; 29.18), que también aparece con frecuencia en los Salmos (2.12; 32.12; 34.8[9]; 41.1[2]; 84.45[56],12[13]; 112.1; 119.12; 128.1), en los Evangelios (véase Mt 5.312 n.) y en el Apocalipsis (véase 1.3 nota f). |
Jn 1.14 | Vivió: lit. puso su tienda de campaña, aludiendo a la presencia de Dios en medio de su pueblo, en la Tienda del Encuentro o santuario (cf. Éx 40.3438; Ap 21.3). |
Jn 2.11 | Señal milagrosa: Los milagros de Jesús son llamados por Jn señales milagrosas (cf. 4.54; 20.30), o sea, acciones que revelan el poder salvador de Dios que Jesús hace presente. |
Ro 1.16 | Pablo menciona brevemente, en los vv. 1617, un tema que desarrollará más ampliamente en el resto de la carta (cf. especialmente 3.21C4.25). Para Pablo creer incluye el hecho de que el hombre acepta, con todo su ser, la iniciativa salvadora de Dios, realizada por medio de Jesucristo. Esta fe incluye la obediencia (v. 5), se muestra especialmente en las tribulaciones (2 Ts 1.4) y es activa por medio del amor (Gl 5.6). Pablo opone con frecuencia esta fe a los hechos (u obras) del hombre (Ro 9.32) o a la ley (cf. Ro 3.28), para indicar que el hombre no puede alcanzar la salvación por sus propios méritos sino como un don de Dios, ofrecido a todos. Cf. Jn 3.1516; Ro 10.913. |
Ro 3.24 | Liberación (o redención): Aunque la palabra griega puede referirse a la liberación que se hace pagando un precio como rescate (cf. 1 P 1.18), es más probable que Pablo aluda aquí a la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, que Dios realizó con su poder (cf. Éx 6.6; 15.13), y a la liberación del pueblo después del destierro (cf. Is 43.1, 14). Dios, por la muerte y resurrección de Jesucristo, realiza una liberación universal. Cf. Ro 8.23; 1 Co 1.30; Ef 1.7; Col 1.14. |
También son innumerables los casos en que se dan explicaciones de palabras importantes en las notas. A modo de ejemplo, citamos los siguientes: Dt 26.5; 2 S 7.16; Lc 1.68; 14.26; Hch 2.23p; Ro 1.17n; 3.25; 6.11l, m; 7.14. Fil 2.11; 2 Ts 2.3c.
• Notas sobre significado: expresiones difíciles
Toda lengua tiene formas peculiares de expresar ciertas ideas o concepciones. Un intento de traducción rigurosamente literal de esas formas solo conduciría, a quienes no conozcan los idiomas originales de la Biblia, a su total incomprensión.
Puesto que nos referimos a la Biblia de estudio que tiene por base una traducción por equivalencia dinámica (versión popular), la «expresión difícil» no aparece en la traducción misma sino en el idioma original. Se encuentra, por tanto, en la nota, inmediatamente después de la abreviatura «lit.» (=literalmente). Puede ser aclarador comparar estos mismos textos y las notas correspondientes con los de la RVR-95-EE.
Gn 30.8 | He luchado mucho: lit. con luchas de Dios. El complemento de Dios tiene aquí un valor de superlativo y sugiere la idea de una lucha sobrehumana. |
Esd 1.1c | El Señor impulsó: lit. el Señor despertó el espíritu, expresión que designa un impulso o inspiración proveniente del Señor. Al atribuir esta decisión política de Ciro a una inspiración divina, el texto muestra no solo que el Señor es Dios de Israel, sino también que el mundo entero está bajo su dominio. Cf. Is 41.25; 44.28; 45.1, 13. Véase también Jer 27.5 nota h. |
Sal 9.12(13) | Dios: lit. el que demanda las sangres, es decir, el que no deja sin castigo a los asesinos. La palabra sangres, en plural, designa siempre, en el lenguaje bíblico, la sangre humana derramada por medio de la violencia. Cf. Gn 4.10. |
Eclo 21.26 | El necio… lo que dice: lit. Los necios tienen el corazón en la boca, los sabios tienen la boca en el corazón. Para los hebreos, el corazón es la sede del pensamiento y de las intenciones. |
Stg 1.8 | Hoy piensa una cosa y mañana otra: lit. es de doble ánimo. Se refiere a quienes fluctúan entre dos modos contradictorios de comportarse. Este es un tema sobresaliente en Stg. (Cf. 2.4, 9, 10, 26; 4.8; cf. también 1 R 18.21; Os 10.2). |
• Notas sobre juego de palabras
Probablemente en toda lengua se da el fenómeno que, en castellano llamamos «juego de palabras» (que no se trata de una broma, aun cuando los chistes más finos son los que consisten, en realidad, en juegos de palabras). También lo encontramos en el texto bíblico. No es de extrañar que la correcta comprensión de esa forma de hablar requiera una explicación:
Gn 2.7g | El texto hebreo hace un juego de palabras entre los vocablos adam, que significa hombre, y adamá, que significa suelo o tierra cultivable (véase el mismo procedimiento en Gn 3.19). Así se destaca la estrecha vinculación que existe entre el hombre y la tierra. |
Mt 8.22 | Deja que los muertos entierren a sus muertos: Posiblemente, expresión proverbial que hace un juego de palabras con los sentidos literal y figurado de la palabra muertos. El texto indica que seguir a Jesús es obligación aún más importante que los deberes familiares y sociales. Cf. Mt 10.37; Lc 14.26. |
Mt 16.18m | Piedra: también puede traducirse por roca; en griego hay un juego de palabras entre petros «piedra, roca», usada aquí como nombre propio (castellanizado Pedro), y petra «roca, peña» (traducida roca en Mt 7.2425). Probablemente Jesús usó la forma aramea Kefá (Cefas; cf. Jn 1.42; 1 Co 1.12; Gl 2.9), que significa tanto «roca» como «piedra». |
2 Co 4.8j | Tenemos preocupaciones, pero no nos desesperamos: juego de palabras en griego; una aproximación en castellano podría ser estamos oprimidos, pero no exprimidos. |
***** Busque la siguiente parte de este artículo aquí: «La Biblia de estudio de Sociedades Bíblicas Unidas Parte 2»
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Notas y referencias
1Cuando escribimos originalmente este artículo, Sociedades Bíblicas Unidas (SBU) solo había publicado una edición de estudio: la del NT y Salmos. Posteriormente publicó la edición de estudio de la Biblia completa (tanto con el texto de la versión popular como con el de la Reina-Valera 1995). (Véase, en este mismo volumen, el capítulo sobre «Traducciones castellanas de la Biblia».) Aquí hemos tomado en cuenta la edición de estudio de la Biblia completa.
2Resulta sumamente curioso Cpor no decir paradójicoC que la denominación protestante que más promovió la «Biblia Scofield» en castellano haya sido, de hecho, la fundada por el propio señor Scofield (la «Misión Centroamericana»), caracterizada históricamente por su acentuado espíritu anticatólico y antiecuménico.
3Después del último libro del Pentateuco, la RVR95EE añade una introducción a los libros históricos.
4Para beneficio de quienes gustan de leer y estudiar los textos deuterocanónicos, incluimos en este artículo ejemplos y referencias de tales libros. El material adicional que se les ha añadido en esta Biblia de estudio sigue los mismos principios que se aplicaron al preparar las introducciones y notas del protocanon.
5Las dos últimas introducciones aparecen, como es lógico, solo en la edición de la Biblia que contiene los libros deuterocanónicos.
6Consúltese, a este efecto, y a modo de ilustración, la valiosísima información que se provee en la Introducción a los Salmos.
7De aquí en adelante citaremos de acuerdo con la VPEE, excepto cuando se indique otra cosa. (Los textos de las notas en esta edición de estudio no coinciden exactamente con los de la RVR-95-EE.)
8Véase mi breve artículo «MAYÚSCULAS o minúsculas en la Biblia», en La Biblia en las Américas (Miami: Sociedades Bíblicas Unidas, Centro Regional de Servicio para las Américas), N1 3 de 1996, Vol. 51 #224; p. 17-20.