Introducción
Si bien hay un número de ministerios presentados en la Biblia, si tuviéramos que definir el ministerio último de la iglesia local diríamos que es el de llevar el evangelio a todos aquellos que están muriendo sin Cristo.
Cuando una persona recibe a Cristo, anhela compartir con los que la rodean el mensaje de salvación. Si bien el mensaje es lo verdaderamente importante, el mensajero también tiene un rol fundamental. Cuando Jesús contó la parábola del sembrador enfatizó el hecho de que el sembrador salió a sembrar. Por supuesto que la Palabra era la semilla a sembrar y que los suelos, mejor o peor preparados para recibir la semilla, eran clave para el crecimiento de la Palabra. Sin embargo, aún permanecía el énfasis de que había un sembrador y que había salido a sembrar.
Analicemos, entonces, dos elementos: (1) el sembrador, y (2) la tarea a realizar.
I. El sembrador
La parábola del sembrador, en Lucas 8.5-8, dice:
“El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga.”
El énfasis en el texto está en el hecho de que el sembrador salió a sembrar. Por eso, el primer elemento a tener en cuenta en la tarea de sembrar es la vida del sembrador. Por supuesto que debe conocer su tarea, pero también debe vivir un tipo de vida especial.
¿Cómo debe ser la vida del sembrador de la Palabra de Dios?
Mencionemos rápidamente cuatro elementos importantes en la vida del sembrador:
1. Una vida limpia, cristalina
2 Timoteo 2.20-21:
“Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.”
Es claro que la clave de una vida limpia es que de esa manera seremos útiles en las manos de Dios. No dependerá de nuestra capacidad, sino de nuestra limpieza. Es Dios el que hará la obra a través de nosotros, siempre y cuando llevemos una vida limpia que honre a Dios.
2. Meditación de la Palabra
Santiago 1.22-25 –
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.”
Es más que importante que cuando prediquemos a Cristo lo hagamos con el poder de la Palabra. Es, por ello, imprescindible que meditemos en ella cada día y que nuestro corazón se llene de la Palabra de Dios, que será la que hable por nosotros.
3. Llenura del Espíritu Santo
Efesios 5.18:
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”.
La evangelización es una tarea espiritual, por lo tanto, necesitamos una capacitación espiritual. Es el Espíritu Santo quien nos capacita para llevar adelante la tarea evangelística.
4. Disponibilidad, fidelidad, diligencia
Por último, es necesario que toda nuestra vida sea puesta en las manos de Dios. Debemos estar disponibles para Dios. Debemos ser fieles a Dios y su Palabra. Debemos ser diligentes y responsables en lo que Dios ha puesto en nuestras manos.
II. La tarea
El Señor Jesús ya había cumplido con todo lo que el Padre le había encomendado. Había vivido, muerto y resucitado de acuerdo a la voluntad del Padre. Había preparado a los discípulos para que sigan la tarea. Había aparecido resucitado a muchos y estaba a punto de partir. Cuando Jesús ya se perdía de la vista de sus discípulos para volver al Padre, les encomendó una tarea que implicaba una comisión y un poder para cumplirla. Hoy la conocemos como la Gran Comisión pues es la meta de la tarea cristiana.
Analicemos brevemente el pasaje de Mateo 28.18-20 y dos pasajes más que nos darán luz sobre la tarea a realizar: Colosenses 1.28-29 y Romanos 1.5.
¿Qué tienen en común estos tres pasajes?
Se cuenta la historia de un «cowboy» que luego de hacer disparos con su revólver, pintaba los blancos exactamente en medio de cada disparo.
Muchas veces, como iglesia o individualmente, hacemos lo mismo. Comenzamos a disparar en todas las direcciones y luego “pintamos el blanco” sobre cada disparo efectuado (explicamos lo que hicimos).
Decimos: ¡Qué bueno! ¡Justo en el blanco! Sin embargo, Dios no quiere eso de nosotros. Él desea que cuando “disparemos” el blanco ya esté claramente establecido.
Entonces, ¿cuál es el “blanco” (meta) del evangelismo, desde el punto de vista de Dios?
(a) Mateo 28.18-20
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: TODA POTESTAD me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, ID, y HACED DISCÍPULOS a todas las naciones, BAUTIZÁNDOLOS en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; ENSEÑÁNDOLES que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
1. Toda AUTORIDAD Jesús
El poder y la autoridad que recibimos para testificar van juntos.
Es como el policía que con solo levantar la mano detiene el tráfico. A pesar de que no tiene el poder innato de levantar la mano y detener el tránsito, tiene la autoridad que le confiere su investidura.
Este es el concepto de este versículo. Con esto el Señor Jesús nos dice que la autoridad, todo lo necesario para que las cosas ocurran como deben, cuando evangelizamos, está en nuestras manos. Él ha recibido toda la autoridad para enviar y para conferir la misma autoridad y poder para predicar en su nombre.
Cuando estamos cumpliendo con los propósitos de Cristo, él desea que usemos la autoridad que nos brinda a fin de cumplir con su propósito. Esto implica dos cosas:
- Que conozcamos lo que Dios quiere de nosotros en las diferentes situaciones.
- Que hagamos lo que Dios quiere.
Luego, el Señor menciona el paso siguiente:
2. IR… debemos salir
Este es un concepto que en la Iglesia del presente se practica a la inversa. En lugar de IR, decimos VENGAN.
La clave de todo esfuerzo evangelístico es IR en busca del perdido y no traerlo a la iglesia para que nuestro pastor les predique. Por supuesto que es bueno que las personas que evangelizamos vengan a la iglesia, pero esto debe ser para “completar” una tarea que ya comenzamos en otros.
Cuando Jesús dijo que el campo estaba blanco para la siega, claramente identificó al mundo como el campo, no a la iglesia.
La tarea de la Iglesia, como cuerpo, es explosiva, no implosiva. Debemos ir a buscar al perdido y encontrarlo donde esté: en el trabajo, la escuela, el mercado, la plaza del pueblo y en todo otro lugar donde podamos predicar a Cristo. La luz, para que sea efectiva, debe brillar donde esté la oscuridad.
Ahora bien, nuestra responsabilidad evangelística no termina al IR, el Señor fue más allá y habló del discipulado.
3. Hacer discípulos
Esto implica:
(a) Relación personal
(b) Tiempo y seguimiento
(c) Estilo de vida que podamos transferir
(d) Contenido (edificación)
(e) Crecer a fin de llevar a otros a un nivel mayor (no puedo
llevar a otros hasta un nivel mayor del que yo mismo
estoy).
Filipenses 1.20 nos dice algo muy importante:
“Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.”
Pablo desea que las personas puedan ver en él a Cristo magnificado. La traducción en lenguaje actual dice: “Que por medio de mí, la gente hable de lo maravilloso que es Cristo.”
Es tan importante hablar acerca de Cristo como mostrar a Cristo en nuestras vidas. Dios revela a su Hijo en nosotros para que nosotros podamos imitar a Cristo y “revelarlo” a otros.
Debemos poder decir, como Pablo, imítenme, como yo a Cristo.
4. BAUTIZAR
Esta es una función clara de la iglesia local. Cuando las personas que evangelizamos permanentemente nos acompañan a la iglesia, estas se unen a la misma. Como primer paso de testimonio y unidad tenemos el bautismo, estipulado por Cristo y practicado como ministerio de la iglesia local.
5. ENSEÑAR A GUARDAR TODO LO QUE NOS FUE MANDADO.
En el discurso del aposento alto, cuando se celebró la última cena, el Señor Jesús les dijo a sus discípulos que el Espíritu Santo les recordaría todas las cosas que él les había enseñado. En el momento de su partida les dijo que enseñar esas cosas era parte de nuestra responsabilidad.
(b) Romanos 1.5
“Y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre”.
Hemos recibido todo lo que necesitamos y la orden para la obediencia.
El propósito de todo creyente es traer a otros a la obediencia de la fe y hemos recibido todo lo necesario para hacerlo.
(c) Colosenses 1.28-29
“A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.”
Pablo nos exhorta a que presentemos a todo hombre perfecto en Cristo.
La meta de Pablo era predicar, amonestar y enseñar para perfeccionar a los hombres. Esta era su meta, no otra.
Termina este pasaje diciendo que trabajaba con todo su ser y con toda la fuerza que Cristo le daba para perfeccionar a los hombres.
Nuestra responsabilidad no es únicamente predicar; también debemos amonestar y enseñar a fin de llevar a todo hombre a ser perfecto en Cristo Jesús. Predicar el evangelio es el primer paso de nuestra responsabilidad.
La Gran Comisión fue presentada en distintas maneras en cada uno de los evangelios y en Hechos:
- Mateo 28.18-20 – Nos presenta la AUTORIDAD.
“Toda autoridad me es dada… por tanto, id…”
- Juan 20.19-23 – Nos presenta el MODELO.
“Como me envió el Padre, así los envío”.
- Lucas 24.44-49 – Nos presenta el MENSAJE.
“Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.
- Marcos 16.15-16 – Nos presenta la UNIVERSALIDAD.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
- Hechos 1.8 – Nos presenta el PODER y el PROGRAMA.
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
Entonces, tenemos la autoridad para predicar el evangelio; el modelo, Jesús mismo; el mensaje, la obra redentora de Cristo en la cruz; el poder y el programa para hacerlo y finalmente la indicación de que es un mensaje para todos.
¡Solo nos resta obedecer y sembrar permanentemente!