La niña cautiva, que ayudó a un general del rey de Siria | 10

La niña cautiva, que ayudó a un general del rey de Siria | 10

2 Reyes 5.1-5a, 13-15a, 17b: 

1 Cierto general del ejército del rey de Siria, llamado Namán, era un hombre muy importante. Su señor lo tenía en alta estima porque, por medio de él, que era un guerrero muy valiente, el Señor había dado la victoria a Siria. Pero Namán era leproso. 2 Un día, una joven israelita que las bandas de sirios habían hecho cautiva y la habían puesto al servicio de la esposa de Namán, 3 le dijo a su señora: «Si mi señor acudiera al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.» 4 Cuando Namán fue a ver al rey de Siria, le contó lo que la joven israelita le había dicho a su esposa, 5 y el rey le dijo: «Pues ve a ver a ese profeta. Yo le enviaré cartas al rey de Israel.» 

13 Pero sus criados se le acercaron y le dijeron: «¡Ay señor! Si el profeta te hubiera mandado hacer algo más impresionante, ¿acaso no lo hubieras hecho? ¡Pues con más razón si te ha dicho: “Lávate, y quedarás limpio”!» 14 Namán fue al Jordán y se zambulló siete veces, conforme a la palabra del varón de Dios, y al instante quedó limpio: Su piel se volvió tan suave como la de un niño. 15 Entonces, él y toda su compañía volvieron a donde estaba el varón de Dios, y una vez delante de él dijo: «Ahora reconozco que no hay más Dios en toda la tierra, que en Israel». 

17b … de aquí en adelante este siervo tuyo no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, sino solo al Señor. 

Los libros de 1 y 2 Reyes continúan la historia allí donde la había dejado el Segundo libro de Samuel.  

Después de una vida llena de peligros y de grandes realizaciones, David llegó al término de sus días, y la cercanía de su muerte planteó en forma dramática el problema de la sucesión al trono. Así, el pueblo de Israel entró en una nueva etapa de su historia, que se extendió hasta la caída de Jerusalén y la deportación a Babilonia. Este período, al que suele dársele el nombre de época de los Reyes, abarca unos cuatro siglos. 

No todo fue gloria y magnificencia en el reino salomónico. Aunque el relato tiende a resaltar la grandeza de Salomón, también deja entrever los aspectos negativos de su reinado. Los abusos que más se denuncian son las concesiones hechas a la idolatría y las excesivas cargas impuestas al pueblo. 

Para consolidar su poderío, Salomón entabló negociaciones con las naciones vecinas, y confirmó los tratados políticos y comerciales, de acuerdo con las costumbres de la época, tomando por esposas a princesas extranjeras. Pero algunas de estas esposas siguieron adorando a sus propios dioses y el rey les permitió que hicieran levantar templos paganos en el territorio de Israel (véase 1 R 11.1-13).  

Por otra parte, las construcciones de Salomón exigían pesados tributos y una considerable cantidad de mano de obra. Para muchos israelitas, estos excesos traicionaban los ideales que habían dado su identidad y su razón de ser al pueblo del Señor (véase 1 S 8), y un profundo descontento se extendió por el país, en especial, entre las tribus del norte.  

Como consecuencia de este malestar, resurgieron las viejas rivalidades entre el norte y el sur (véase 2 S 20.12), y así terminó por quebrarse el intento de unificación realizado por David (véanse -2 S 2.4; 5.1-3). Después de la muerte de Salomón, el reino davídico se dividió en dos estados independientes: Israel al norte y Judá al sur (este último con Jerusalén como capital). 

El texto bíblico narra en qué circunstancias se produjo la separación (1 R 12), y luego presenta en forma paralela la historia de los dos reinos, que en muy pocas ocasiones lograron superar su antagonismo tradicional. Se menciona por nombre a todos los reyes de Israel y de Judá. 

La división del reino de Israel ocurrió en el año 931 a.C. 

Lo que más les preocupa es juzgar la conducta de los reyes de acuerdo con lo establecido por la ley de Moisés, particularmente en todo lo relacionado con el culto del Señor. Este juicio es de extrema severidad: treinta y cuatro veces se repite la frase «hizo lo malo a los ojos del Señor» (véanse 1 R 15.26; 22.52; 2 R 13.1), y solo se aprueba la conducta de unos pocos reyes de Judá, que siguieron el ejemplo de David (véanse 1 R 15.11; 2 R 22.2). En cuanto a los reyes de Israel, todos cometieron los mismos pecados con que Jeroboam hizo pecar a Israel (véase 1 R 15.34). 

En el año 721 a.C., el reino de Israel cayó bajo la dominación Asiria y dejó de existir como estado independiente. Su vecino del sur, en cambio, logró sobrevivir a la invasión y prolongó su existencia casi un siglo y medio más. 

La historia de los reyes tiene un dramático final: la destrucción de Jerusalén y el exilio a Babilonia (587 a.C.). 

Esta obra no solamente se ocupa de los reyes. También los profetas son objeto de particular atención, como lo muestran las extensas secciones dedicadas a Elías (véase 1 R 17–2 R 1) y a Eliseo (véanse 2 R 2.1—8.15; 13.14-20). Aquí, en cambio, se relata cómo actuaron los profetas en momentos decisivos de la historia bíblica. Particularmente significativos son los pasajes que los muestran enfrentándose con los reyes, a fin de reprocharles su mala conducta (véanse 1 R 18.16-19; 21.17-29; 2 R 1.15-16). 

Para componer este vasto panorama de cuatro siglos de historia, el autor utilizó distintas fuentes, y cita algunas de ellas: además de las crónicas de Salomón (véase 1 R 11.41). Hay diecisiete referencias a las crónicas de los reyes de Israel (1 R 14.19) y otras quince a las crónicas de los reyes de Judá (1 R 14.29). Estos documentos no han llegado hasta el presente, pero cabe suponer que relataban más extensamente muchos de los hechos que aparecen resumidos en el texto bíblico.  También se utilizaron otras fuentes, como archivos del templo y una o varias colecciones de historias proféticas.  

Es probable que hayan sido los traductores griegos los que hicieron esta división, por razones prácticas, en el siglo iii a.C. 

Las batallas de Israel contra Siria estaban entremezcladas con épocas de paz entre los dos países (véase 1 R 22:1). La historia de Namán está situada en uno de esos períodos. 

El relato bíblico dice al respecto que: «Un día, una joven israelita que las bandas de sirios habían hecho cautiva y la habían puesto al servicio de la esposa de Namán» (5.2). Además, el texto dice que este valiente hombre era leproso (5.1). 

Al oír de la enfermedad de su nuevo amo, la niña cautiva lo trata de ayudar dándole un buen consejo. Aquella niña, le dijo a la esposa de Naamán: 3 «Si mi señor acudiera al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.»  4 Cuando Namán fue a ver al rey de Siria, le contó lo que la joven israelita le había dicho a su esposa (5.3-4).  

No sabemos el nombre de esta niña ni de su familia, pero tenía una gran fe en el Dios de sus padres. En medio de su situación de cautividad, buscó ayudar a su captor. ¡Su fe simple era que el profeta Eliseo era capaz de curarlo! Aunque era una cautiva —una sierva a la fuerza—, procuró el bienestar de su amo. Los siervos de Dios pueden ser de bendición a las familias donde viven, diciendo lo que saben del poder de Dios en sus propias vidas. 

Namán no despreció este consejo. Seguramente, debido a la enfermedad de su cuerpo, fue sensible a ese buen consejo de la niña. Lo que el relato bíblico nos indica es que el Señor de Israel lo curó por medio del profeta Eliseo, y que Namán nunca se olvidó del Señor de Israel (17b) y siempre estuvo agradecido con esta niña a quien la tenía cerca de él. 

Esta niña representa también a los niños en la lista de los héroes de la fe de la historia de la salvación (el Señor nos enseñó que el Reino de Dios es de quienes son como niños). 

Pensemos también en los niños valientes de nuestros días, que ayudan a los planes de Dios en medio de la tragedia de la migración humana en nuestros días ¿Quiénes son? ¿Dónde están en nuestros países? 

BIBLIOGRAFÍA  

  • Carson, D., France, R., Motyer, J., & Wenham, G. (2000, c1999). Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno (edición digital) (2 Re 5:1-27). Miami: Sociedades Bíblicas Unidas. 
  • Matthew Henry, Comentario de la Biblia de Matthew Henry (edición digital) (1 R 5) Miami:  Editorial Unilit) 1999. 
  • La Biblia de Estudio: Dios Habla Hoy. 1998 (edición digital) (1 R 1.1). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas. 

Serie: Personajes de la Biblia

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