La oración: una breve reflexión

La oración: una breve reflexión

La oración es una práctica esencial en la vida cristiana. Es una forma de comunicación directa con Dios, a través de la cual los creyentes pueden expresar sus necesidades, preocupaciones, alabanzas, adoración y agradecimientos. La oración es una forma de crecer en la relación con Dios y de profundizar la fe en él. 

Pedro Bonifacio Palacios, poeta argentino conocido por el pseudónimo «Almafuerte», escribió en una de sus poesías «…y sé que un hombre esclavo de rodillas más que todos alcanza…». Si bien Almafuerte no estaba pensando en Dios cuando escribió esas líneas, sin dudas es la expresión verdadera del poder de la oración. Una persona de rodillas ante Dios tiene un alcance inigualable, pues está en la presencia de Dios, reconociendo su señorío y humillándose ante Dios.

Cuando los discípulos seguían a Jesús, fueron testigos de sus enseñanzas, predicaciones y sanaciones; todas ellas poderosas y atrapantes. Sin embargo, hubo algo que los atrapó como ninguna otra cosa. En Lucas 11.1 los discípulos pusieron atención a algo muy importante, la oración, por eso le pidieron al Señor: «Enséñanos a orar». Ellos comprendieron que el poder de Jesús y de su enseñanza y predicación venían de su relación con el Padre.

La oración no es un simple asunto de palabras sino de relación. Si el tema fuera uno de habilidad o verborragia, entonces la oración podría ser pensada como una habilidad que puede ser dominada. En cambio, es un profundo llamado a la profundidad.

Tertuliano (c. 160-225 d.C.) presenta la primera discusión que se conozca del Padrenuestro, y lo llama «el epítome de todo el evangelio». Agustín lo llamó «la fuente de todas las otras oraciones». No es raro que Thomas Merton haya escrito que «recitar el Padrenuestro es como nadar en el corazón del sol».

La oración es acercarnos a Dios y eso no puede ser realidad en un ambiente de temor, sino de amor y relación. Philip Yancey dice: «El mismo nacimiento de Jesús declaró la inauguración de la accesibilidad de Dios».

La oración como comunicación con Dios

La oración es una forma de comunicación directa con Dios. A través de la oración, los creyentes pueden expresar sus necesidades y preocupaciones, y también pueden agradecer, alabar y adorar a Dios de una manera directa. La Biblia nos enseña que Dios está siempre presente y disponible para escucharnos: «Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que tú no conoces» (Jeremías 33.3).

La oración es una forma de crecer en la relación con Dios

La oración es también una forma de crecer en la relación con Dios. A medida que los creyentes oran, se acercan más a Dios y aprenden a confiar en él. La oración nos ayuda a reconocer nuestra dependencia de Dios y a pedirle su ayuda y guía en cada área de nuestra vida. La oración es el reconocimiento de que sin Dios estamos a la deriva. La oración también nos ayuda a escuchar la voz de Dios y a entender su voluntad para nuestra vida.

La oración nunca debe ser un intento de forzar la voluntad de Dios a fin de cumplir nuestros deseos; la oración siempre debe ser un intento de someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios.

La oración como arma espiritual

Asimismo, la oración también es una forma de luchar contra las fuerzas espirituales malignas. La Biblia nos enseña que nuestra lucha no es contra carne y sangre —gente de carne y huesos—, sino contra los poderes y autoridades espirituales malignas (Efesios 6.12). La oración es una de las armas espirituales que Dios nos ha dado para luchar contra estas fuerzas malignas. A través de la oración, podemos pedir la protección de Dios y la derrota de las fuerzas del mal. La oración es un eficaz escudo contra las acechanzas del maligno.

La oración como forma de expresar alabanza y gratitud

La oración no es solo una forma de pedir a Dios, sino también de expresar alabanza, adoración y gratitud por todo lo que él es y por todo lo que ha hecho por nosotros. La Biblia nos enseña que debemos dar gracias a Dios en todo momento, por todas las cosas (1 Tesalonicenses 5.18). La oración es una forma de expresar nuestra gratitud a Dios por su amor, gracia y misericordia. 

El apóstol Pablo nos dice en 1 Tesalonicenses 5.17: «Oren sin cesar». Esto no significa que debemos estar arrodillados cada momento de nuestra vida, sino que Pablo habla de una actitud de oración. A decir verdad, una buena ilustración de este versículo es cuando tenemos tos. A veces, por alguna razón, tenemos tos; y sin bien no siempre estamos tosiendo, sí tenemos esa «sensación de tos», que nos dice que podemos tener un ataque de tos en cualquier momento. Es similar a la exhortación de Pablo. El apóstol nos dice que siempre debemos tener esa «sensación de oración», si se me permite el término, de manera tal que en cualquier momento podemos elevar una oración simple al Padre en busca de guía, protección, alabanza o adoración. Es similar a la oración de Nehemías cuando el rey Artajerjes le preguntó qué le pasaba y luego le dijo: «¿Y qué es lo que pides?». Entonces, Nehemías dice: «Yo oré al Dios de los cielos, y le respondí al rey» (Nehemías 2.1-5). ¿Qué pudo orar Nehemías en ese par de segundos? Muy poco, pero él vivía con esa «sensación de oración», que le permitió decir algo como «Señor, ayúdame», y seguir con la conversación con el rey.

Conclusión

Entonces, la oración es una práctica esencial en la vida cristiana. Es una forma de comunicación directa con Dios, a través de la cual los creyentes pueden expresar sus necesidades y preocupaciones; es una forma de reconocer nuestra dependencia en Dios, y de adorar a Dios por lo que él es y alabarlo por lo que ha hecho. La oración es una forma de crecer en la relación con Dios y de profundizar la fe en él. La oración también es una forma de luchar eficazmente contra las fuerzas espirituales malignas. 

Que la oración sea una práctica constante en nuestra vida, para que podamos disfrutar de una relación cada vez más cercana con Dios y experimentar la paz y la alegría que vienen de él. Como dijo el apóstol Pablo en Filipenses 4.6-7: «No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús». 

El filósofo danés Søren Kierkegaard dijo: «Creemos que cuando oramos lo importante es que Dios oye lo que decimos. Sin embargo, en un verdadero sentido es exactamente a la inversa: la verdadera relación en la oración no es cuando Dios escucha nuestras oraciones, sino cuando la persona orando continúa haciéndolo hasta que él es quien escucha la voluntad de Dios. Nuestra inclinación natural es usar muchas palabras para pedir en nuestras oraciones; el verdadero hombre de oración, solo escucha».

La oración es una herramienta poderosa que Dios nos ha dado para acercarnos a él y experimentar su amor y su poder en nuestra vida. La oración es una experiencia que debemos practicar cada día en busca de la voluntad de Dios para nuestra vida. 

Que nuestra vida de oración sea una experiencia diaria, creciente, que nos acerque a Dios y nos permita conocer más de Dios cada día.

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