La veracidad de la Biblia

La veracidad de la Biblia 

Una misionera, que trabajaba con niños en Oriente Medio, iba conduciendo su vehículo cuando se quedó sin combustible. Como no tenía un recipiente adecuado utilizó un orinal que casualmente tenía en el baúl. Caminó más de dos kilómetros, compró el combustible, lo hizo poner en el orinal —ante la mirada sorprendida del expendedor de combustible— y regresó a donde estaba su vehículo detenido. Cuando estaba poniendo el combustible dentro del tanque, pasó un lujoso automóvil ocupado por un jeque petrolero, que al ver lo que estaba haciendo la misionera, hizo detener el coche y le dijo: «¡Si bien no comparto su religión, quiero que sepa que admiro su fe!».

Algunos ven la conversión al cristianismo como un salto a ciegas, el tipo de fe que se requeriría para creer que un vehículo puede funcionar con lo que usualmente guardamos en un orinal. La conversión ciertamente necesita un paso de fe. Sin embargo, no es un salto de fe a ciegas, sino un paso de fe basado en firme evidencia histórica.

Por ejemplo, hoy en día no hay ningún historiador serio que refute la existencia histórica de Jesús, pues eso no solamente se encuentra en los Evangelios y otros escritos cristianos, sino también en fuentes no cristianas. Por ejemplo, los historiadores romanos Tácito (directamente) y Suetonio (indirectamente) escribieron sobre Jesús.

El historiador judío Josefo, nacido en el año 37 dC, describe a Jesús y a sus seguidores en los siguientes términos:

«Ahora bien, hubo en ese tiempo un hombre sabio llamado Jesús, si es que es correcto llamarlo hombre, ya que era autor de obras maravillosas y maestro de hombres tales que recibían la verdad con agrado. Él era (el) Cristo, y cuando Pilato, instigado por los hombres importantes de entre nosotros, lo condenó a la cruz, aquellos que lo amaron desde el principio no lo abandonaron, ya que se les apareció vivo de nuevo al tercer día, tal como los divinos profetas lo habían predicho y así también como otras diez mil cosas acerca de él; y la tribu de los cristianos, así llamados después de él, no se ha extinguido hasta el día de hoy». (Antigüedades judías, Flavio Josefo).

Esta es información que viene desde afuera del cristianismo, pero el Nuevo Testamento también habla extensivamente acerca de Jesús. La pregunta es: ¿Qué tan fiable es el Nuevo Testamento?

Para responder esto en forma muy sucinta, analizaremos el NT desde el punto de vista de lo que es y que nadie puede negar, un registro histórico. Es decir, debemos analizarlo desde el punto de vista del análisis de la crítica literaria.

Entre muchos aspectos, uno de los primeros y más importantes es analizar cuántos «testigos» tenemos del libro analizado.

Comparémoslo con otros libros similares:

Obra Escrita en Primeras copias Intervalo (años) Nº de copias


Obra

Escrita en

Primeras copias

Intervalo (años)

Nº de copias
Herodoto488-428 aC900 dC13008
Tucídides460-400 aC900 dC13008
Tácito100 dC1100 dC100020
Guerras gálicas
de César
58-50 aC900 dC9509-10
Historia romana
de Livio 
59 aC – 17 dC900 dC90020
Nuevo
Testamento
40-100 dC 300 dC30030-90

(Manuscritos completos 350 dC)             300           
(Hay más de 5000 en griego, 10000 en latín y 9300 en otros idiomas)

A pesar de la poca información con que cuentan los historiados de, por ejemplo, Herodoto, ningún académico serio pone en duda la autenticidad de la obra.

Un prominente académico en la crítica literaria, Sir Frederic Kenyon, dijo al respecto de este tema:

«El intervalo entre las fechas de la composición original y la evidencia más antigua disponible se vuelve tan minúsculo como para ser prácticamente ignorado, y todo fundamento que originara cualquier duda acerca de que las Escrituras no nos hayan sido legadas substancialmente tal como fueron escritas ha sido ahora eliminado. Tanto la autenticidad como la integridad general de todos los libros del Nuevo Testamento pueden ser consideradas como final e irrefutablemente establecidas» (Sir Frederic Kenyon, The Bible and the archeology – Harper and Row, 1940). 

Si bien la salvación es solo por gracia a través de la fe, una vez que transitamos ese camino de fe, las evidencias históricas, científicas, antropológicas, etc. no hacen más que confirmar que nuestra fe está fundamentada sobre firmes raíces lógicas y verosímiles.    

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