«Ayúdame, Jehová Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia.» (Salmos 109.26)

Todos alguna vez hemos sufrido un tropiezo o nos hemos caído al suelo. ¡Qué dolor! Pero luego de unos segundos nos reincorporamos, nos pusimos de pie y seguimos adelante.
Algo similar ocurre en nuestro crecimiento personal.
A lo largo de la vida habrá momentos en los que la tristeza intentará mantenernos abajo, sin dejar que disfrutemos la verdadera felicidad. En ocasiones, las pruebas y los problemas tratarán de ahogar nuestra confianza en Dios, haciéndonos creer que será imposible alcanzar las metas. Y también es probable que haya circunstancias en las que el pecado y los errores cometidos nos hagan pensar que nunca podremos salir del círculo vicioso en el que estamos atrapados.
¡Pero no debemos quedarnos allí, tirados en el piso! ¡Levantémonos pronto! Dios desea perdonarnos y ayudarnos a lograr la victoria en todas las áreas de la vida.
Primero, mirémonos a nosotros mismos… ¡y aceptemos que estamos en el suelo! Luego, hablemos con Dios y pidámosle las fuerzas necesarias para levantarnos. Entonces, pongámonos de pie nuevamente. Si pecamos, confesémoslo. Si estamos deprimidos, reemplacemos los pensamientos negativos con las promesas de la Biblia. Si tenemos problemas, pidámosle sabiduría a Dios para saber qué hacer.
Permitamos que Dios utilice lo que quiera –personas, acontecimientos, acción directa– para levantar nuestra vida otra vez. ¡Levantémonos pronto de toda situación!
Sumérgete: Dejemos que la luz de Dios ilumine nuestra vida por completo. Cada día presentemos nuestro espíritu, alma y cuerpo, de modo que nos levantemos como jóvenes victoriosos, llenos de vida y pasión.