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Literatura midrásica – Parte 1

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Introducción:

¿Qué es midrás?

Por mucho tiempo los biblistas se han estado preguntado a qué clase de literatura se refiere realmente la palabra midrás. Algunos la restringen al grupo de textos conocidos como midrasim(-im es el plural masculino en hebreo). Estos textos —compilación de tradiciones rabínicas de épocas posteriores al siglo I d.C.— son los que más han ayudado a definir el tipo de literatura que hoy la mayoría denomina como midrás.

Por Roberto Bascom

Sin embargo, se tiene que reconocer que las antiguas traducciones de la Biblia Hebrea al arameo (Targumes) y al griego (LXX) contienen elementos midrásicos, del mismo modo que los contienen los libros bíblicos tardíos al integrar tradiciones tempranas procedentes de libros bíblicos más antiguos (ej., Crónicas y Daniel; cf. Kugel, 1997: 35). Cada vez que estos u otros textos recurrieron a tradiciones más antiguas, para argumentar o apoyar alguna idea, estaban produciendo midrás. Desde esta perspectiva, varios biblistas consideran al Nuevo Testamento como un midrás de la Biblia Hebrea. Ideas novotestamentarias como Jesús considerado Cordero pascual, o cordero expiatorio, o Moisés, David y Elías, se reconocen como midrás en su sentido más básico. Tienen como elemento característico «tomar antiguas tradiciones y adaptarlas a las nuevas situaciones en las que viven el autor y su audiencia».

En la comunidad de Qumrán se práctico un tipo de interpretación denominado péser («interpretación»). Este tipo de «interpretación» tiene rasgos similares a los del midrás, aunque con características propias. Los pesarim son comentarios completos de un texto bíblico, cuyo propósito es el de ofrecer una interpretación escatológica («fin de los tiempos») específica. Los midrasim, por su parte, usan palabras y frases estereotipadas o fijas con el propósito de encontrar conexiones con eventos contemporáneos. En el midrás no se aplica un razonamiento exegético propiamente hablando; más bien, la multiplicidad de interpretaciones de un texto particular es una de las marcas distintivas del midrás (Porton, 1997).

Debido a que este ensayo forma parte de una serie de estudios sobre géneros literarios en la Biblia, nuestro estudio del midrás se restringirá al texto canónico. En la exégesis midrásica presente en el texto canónico, el contexto es por lo general la situación presente del escritor. De esa manera, el texto «original» se reinterpreta para «calzar» en ese contexto, de acuerdo a los parámetros establecidos por la tradición. Así, Juan el Bautista puede preparar el «camino de Jesús», apropiándose de las promesas divinas dadas al profeta, tiempo atrás, para «preparar el camino de Israel» durante su regreso del exilio. El elemento común de ambos «textos» es que ahora Dios actúa de nuevo por medio de Juan el Bautista y de Jesús del mismo modo que lo hizo en el «nuevo éxodo» proclamado por el profeta Isaías.

Regresemos ahora a nuestra pregunta original sobre lo que debe entenderse por midrás. La respuesta puede darse desde tres ángulos diferentes:

Primero, es una actitud hacia la Escritura.

literatura midrasica Parte I

Esta actitud asume que toda tradición bíblica permanece abierta para ser aplicada en todo tiempo y circunstancia, por el simple hecho de que Dios actúa en formas similares a través de la historia humana. James Kugel dice al respecto: “…La Biblia es un gran Libro de instrucción, y como tal es un texto relevante en extremo» (1997: 19). Del mismo modo, Michael Fishbane afirma: «El midrás determina el sentido de cada componente al extender a la totalidad de las Escrituras el contexto de ese componente (el sentido original es, por lo general, considerado irrelevante)» (1998: 12-13). El mismo autor agrega: «Las interpretaciones subsiguientes… no agregan, en ningún sentido, nada a la palabra original de Dios, sino que le dan una expresión histórica y humana» (11). Visto así, la exégesis midrásica, dentro o fuera de las Sagradas Escrituras, busca extender el sentido central de las tradiciones a tantos contextos como sean posibles. La distinción más saliente del midrás presente en texto canónico respecto del extra bíblico es que el bíblico se considera como «un cuerpo fijo de tradición escrita» que es autoritativa y normativa, y ante el cual todo midrás subsiguiente se basará.

Segundo, el midrás es un acercamiento exegético.

«este acercamiento considera a la Biblia como un documento fundamentalmente secreto» (1997: 18). En este sentido, no se puede dar por sentado que exista un significado claro y preciso de un texto en su contexto original.  Aquí no se habla, por supuesto, de una aplicación amplia y general de los textos, sino más bien de reconocer que existe la posibilidad de descubrir para épocas posteriores el sentido «oculto» o «verdadero» de un texto.

En tercer lugar, el midrás integra recursos retóricos y literarios muy creativos: frases, palabras y hasta letras.

Literatura midrásica – Parte 1

En los escritos midrásicos se descubren metodologías muy variadas. Por ejemplo, el recurrir a dificultades textuales o aprovecharse de las ambigüedades inherentes de un texto no vocálico. Muy a menudo, los intérpretes antiguos trataron de encontrar más sentidos de los que el mismo texto nunca intentó tener. Kugel (1997: 362-362) se refiere a la tradición registrada en 1 Corintios 10.14 que recuerda la roca que viajó con los israelitas en el desierto.  Esta tradición se basa en el hecho de que en dos lugares diferentes durante la marcha por el desierto se habla de una roca de la cual fluyó agua.

De nuevo, Kugel informa: «Cada detalle es considerado importante… Se dice que Jacob habitó en tiendas… considerando así que Jacob tuvo por lo menos dos de ellas [aquí el intérprete se concentra en el plural]: una tienda era la escuela y otra era el hogar» (1997: 21). Fishbane, por su parte, señala: «Letras pertenecientes a un texto pueden conectarse con letras de otro texto. Palabras o frases de una parte de las Escrituras pueden, por el método midrásico, referirse al mismo hecho al que se refieren palabras y frases encontradas en otra parte. La concatenación resultante de posibilidades resalta, aún más, lo que siempre es el postulado básico de la exégesis midrásica: que toda la Biblia se encuentra interconectada» (1998: 13). El Nuevo Testamento agrega un importante elemento interpretativo: prácticamente todo lo que está presente en la tradición veterotestamentaria apunta a Jesús.

Tenemos, entonces, que frases, palabras y hasta letras claves, sacadas de sus respectivos contextos textuales e históricos, pueden usarse para producir la exégesis requerida por una circunstancia o contexto diferente. Esa exégesis, muy a menudo, no está libre de una retórica polémica y hasta política. Existe aun en nuestros días, una tradición de este tipo de retórica, tal como lo ilustra el siguiente ejemplo.

Polémica política y debate

Hace algún tiempo, se celebró un debate entre dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Una de las diferencias más radicales entre ambos era su posición relacionada con la política fiscal interna. El candidato más joven hizo énfasis de esto en un momento crucial del debate, y señaló que tanto él como sus seguidores estaban totalmente «perplejos» ante la posición de su contrincante en relación con la economía. Agregó, además, que otro político, miembro del mismo partido de su oponente, había calificado la postura de su «correligionario» como «una economía vudú». El candidato de mayor edad esperó con paciencia su turno, y respondió con una sonrisa en los labios: «Que mi contrincante y sus seguidores estén perplejos frente a mi propuesta económica, eso me tiene sin cuidado. Porque ni yo ni mis seguidores estamos perplejos». Al escuchar esto, los seguidores de ese candidato lo vitorearon frenéticamente, mientras que los seguidores del joven candidato quedaron estáticos, mudos y ensombrecidos.

Literatura midrásica – Parte 1

El candidato de mayor edad recurrió, por así decirlo, a uno de los elementos claves de la metodología midrásica. Para desvirtuar la afirmación de su contrincante, el candidato contraatacó revertiendo el sentido de la palabra «perplejo» (baffled) que usó el candidato más joven. De ese modo el candidato más viejo cambió el sentido llano que el joven candidato le había dado a la palabra por el significado que realmente intentaba comunicar. El candidato joven intentó usar la palabra baffled en el sentido de «perplejidad» y «desconcierto», pero su oponente le respondió con el sentido de estar «confundido» o «perdido». En el midrás bíblico no se encuentra ningún intento por desvirtuar o negar el sentido del texto original o cualquier otra interpretación deducida del mismo. Su intención es hacerle decir al texto algo totalmente distinto de lo que el texto original quiso comunicar.

Esta tarea se basa, en parte, en una lógica de fe o de doctrina. Si el lector acepta la verdad subyacente de la reinterpretación midrásica —que el plan económico de un político sea coherente o que Jesús haya nacido de una virgen—, entonces la afirmación resultante (fuera de su contexto original) puede considerarse como totalmente verdadera.

Para la mayoría de la gente de nuestra época, la metodología midrásica es considerada como una extraña lógica de asociación. Para el lector moderno lo que se hace con el midrás es sacar fuera de contexto palabras y sentidos, y dar un significado equívoco al texto base. Pero como la lógica de la fe a priori considera algo como verdadero, entonces la «prueba» esgrimida por los «malabares midrásicos» se considera, simple y llanamente, como una confirmación de la fe que de suyo reconoce el argumento como veraz. Quizá sorprenda a algunos que mucha gente en pleno siglo XXI use esta misma lógica.

Paul Ricoeur (1981) señala, en su descripción del acercamiento posmoderno en la literatura, cómo en algunos círculos se aplican ciertos elementos del midrás. Esto ocurre sobre todo cuando la comunicación (especialmente la escrita) pierde su contexto original: «Una característica esencial del trabajo literario, y de todo arte en general, es que trasciende sus propias condiciones de producción psicosocial, y como resultado se abre a toda una variada gama de lecturas. Estas, a al vez, responden a diferentes condiciones socioculturales. En otras palabras, el texto debe ser capaz, desde un punto de vista sociológico y psicológico, de “descontextualizarse” con el propósito de “recontextualizarse” en una nueva situación, lograda, precisamente, en el acto mismo de la lectura» (139). Ricoeur afirma (a partir del concepto de «distanciación») que los textos pierden sus contextos originales de interpretación en la medida en que cambian las condiciones y, por ende, los mapas mentales: «…cuando ya no es posible identificar el asunto referido como parte de la situación común de los interlocutores» (140).

Ejemplos

Actividad midrásica incipiente

Existen muchos ejemplos de reinterpretación o asociación que no cumplen con los parámetros de lo que hemos definido como midrás. Algunos de esos ejemplos solo llegan a ser extensiones de algún elemento dentro del texto original (véase el ejemplo sobre David un poco más abajo), otros carecen de la palabra o frase eslogan tan característica de la metodología midrásica, especialmente la rabínica tardía. Sin embargo, a pesar de que muchos ejemplos bíblicos carezcan de las características anteriores, se los considera literatura midrásica porque en ellos están presentes dos elementos imprescindibles: La relevancia incuestionable de las Escrituras y su capacidad de aplicarse una y otra vez a situaciones totalmente nuevas.

David en los libros de Reyes y Crónicas

Todo lector atento pronto se dará cuenta de la manera particular con la que el «Cronista» re-escribe el material procedente de Reyes, su fuente principal. Aunque no se le debería llamar midrás, propiamente hablando, este tipo de redirección de un texto original muestra ya de manera incipiente las características de la metodología midrásica.

La sección más característica y extensa del Cr se dedica a consignar los logros de David, especialmente la regulación del culto del templo… Se omiten la subida de David al poder en lugar de Saúl y la triste historia de la sucesión al trono davídico. En cambio, se introduce la aparición de David… La historia de los sucesores de David se aparta en puntos importantes de la consignada en el relato deuteronomista de Re… La obra aparece expurgada de toda alusión que pueda sugerir un triunfo del mal, y se subrayan los episodios edificantes o se insertan tomándolos de cualquier procedencia, se llega incluso a «crear» algunos de estos episodios, como una especie de razonamiento teológico (North, 1971: 174-175).

¿Pecado original y muerte heredados?[1]

La doctrina novotestamentaria (Ro 5.12, et al.) del pecado original (heredado) fue en sus orígenes una interpretación judía (presente en 4Esd), que después fue abandonada. La noción paralela de la muerte heredada (como castigo a causa del pecado original de Adán y Eva) se mantuvo en el judaísmo. En Génesis 3 se encuentra de manera más clara el tema de la muerte heredada, pero el asunto del pecado original requiere de un poco más de lectura entre líneas.

La serpiente es Satanás

La asociación de la serpiente de Génesis 3 con Satanás (Ap 12.9; 20.2) era idea común en el judaísmo de la época del Nuevo Testamento (cf. el Apocalipsis de Moisés). En la Biblia Hebrea, la serpiente representa la tentación o el mal, pero nunca es identificada con Satanás.

La culpable es Eva

Literatura midrásica – Parte 1

La idea de que Eva es la culpable de la caída no solo se encuentra en 1 Timoteo 2.13-14, sino en varias fuentes judías de la época. Si bien esta postura puede extrapolarse de los primeros capítulos del libro de Génesis, en la Biblia Hebrea no se encuentra nada explícito al respecto.  Tanto el hombre como la mujer son considerados culpables, y se les castiga por igual.

El cielo y el jardín de Edén

Metáforas del cielo considerado como el Paraíso, incluyendo algunas veces al «árbol de la vida» (eterna), se encuentran en Lucas y Apocalipsis. Lo mismo sucede en varias fuentes judías extra bíblicas. En todas ellas, el Jardín de Edén ha sido preservado en el cielo.

Midrás en la Biblia

Palabra y luz

En la época del Nuevo Testamento, ya existía en el judaísmo una rica tradición de reinterpretación basada en el relato de la creación en Génesis. Los judíos helénicos consideraban que la Sabiduría había sido lo primero que Dios creó. Kugel nos ofrece una cita de Filón de Alejandría: «La luz invisible, percibida solo a través de la mente, fue creada como imagen del Logos divino, quien reveló su creación» (58). Una lectura de los primeros versículos de Juan capítulo uno dará cuenta tanto del método como de la reinterpretación: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella(Jn 1.1-5, RVR).

La Sabiduría, relacionada en el judaísmo helénico con la luz (creadora) y el Verbo (creador), en Juan queda asociada con Jesús a partir de las mismas metáforas. Juan, a diferencia de los filósofos helénicos, desarrolla los temas de luz y oscuridad desde una perspectiva moral.

Busque la segunda parte de este artículo aquí: «Literatura Midrásica-Parte 2» 

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Notas y referencias

      [1]Los ejemplos que siguen se han tomado del libro de James Kugel (1997).

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