Sentencia numérica
Común en el mundo semítico, está formada de dos partes: la primera presenta un número determinado que califica lo que se quiere inculcar o evitar, la segunda agrega un número superior que eleva o da más poder al mensaje de la primera parte: Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables (Pr 6.17, NVI; véanse, también, los siguientes ejemplos: 30.18-19, 24-28). Fuera de los libros sapienciales, tenemos un ejemplo, repetido varias veces, en Amós 1.3—2.6 (RVR): Por tres pecados de… y por el cuarto…
Por Edesio Sánchez Cetina
Alegoría
Considerada también como masal («comparación»), la alegoría se construye a partir de la metáfora; es en realidad una metáfora desarrollada que busca comunicar un mensaje moral o espiritual. Tiene, como la metáfora propiamente hablando, tres elementos claves: «objeto», «imagen» y «base». El objeto es el elemento que se va a comparar; la imagen es el elemento «desconocido» que requiere apropiarse del «sentido» del objeto; y el «base» es el punto de contacto entre el objeto y la imagen. En Proverbios 1—9 aparece una y otra vez la «sabiduría» personificada como la mujer legítima y fiel, mientras que la «necedad» se muestra como la mujer «ilegítima», infiel y adúltera. Ezequiel 16 habla de dos «hermanas», refiriéndose a Israel y Judá, como hermanas lujuriosas e impúdicas que abandonaron a YHVH, el Dios que las había cuidado en su infancia. Ezequiel ofrece también las alegorías del águila y el cedro (17.1-10) y la de la leona y sus cachorros (19.1-14). En el Nuevo Testamente, Pablo usa las figuras de Sara y Agar para construir una alegoría cuya enseñanza final es la radical diferencia entre la «esclavitud» del legalismo y la libertad que da el «evangelio de la gracia» (Gl 4.21-31).
Parábola
Este género literario también se define como masal o «comparación. Como en este sitio se dedica un espacio completo a este género, invitamos al lector a estudiarlo allí.
Fábula
La fábula, como ya se señalado anteriormente, es otro de los géneros masal. Como la parábola y la alegoría, también echa mano de la metáfora para transmitir su mensaje. Pero a diferencia de las anteriores, aquí las plantas y los animales son los componentes figurativos. La fábula mejor conocida en la Biblia es la que aparece en Jueces 9.7-20. Tiene, como la fábula clásica, la «historia» en la que los animales o plantas son los personajes, y termina con la moraleja o enseñanza para el auditorio. Otro ejemplo lo tenemos en 2 Reyes 14.9.
Poema didáctico
Es un poema o canto que presente una secuencia de pensamientos con el propósito de exaltar algún valor o enseñanza. Proverbios 8.22-31 es un canto a la sabiduría. El libro de Job nos ofrece una hermosa canción sobre la sabiduría en su capítulo 28. El Salmo 119 es una «doxología» a la Palabra de Dios. Los salmos que pertenecen al género literario sapiencial son en realidad poemas didácticos (1; 37; 49; 73; 91; 112; 119; 127; 128; 133; 139). A este género pertenecen los salmos que contienen la expresión «bienaventurado…» (1.1; 2.12; 32.1, 2; 33.12; 34.8; 40.4; 41.1, 2; 65.4; 72.17; 84.4, 5, 12; 89.15; 94.12; 106.3; 112.1; 119.1, 2; 127.5; 128.1, 2; 137.8, 9; 144.15; 146.5). De singular importancia son los dos primeros salmos del Salterio. [Field]Ambos salmos quedan enmarcados dentro del concepto de «buenaventura» y «dicha», y así abren uno de los temas que recorrerá todo el libro de Salmos, dándole una de las varias líneas teológico-estructurales. El concepto de «bienaventuranza» se presenta en el Saltero del tal modo que, considerando la división en cinco libros, forma una estructura concéntrica. Los dos libros del extremo (I y V) presentan la mayor concentración de veces en que aparece la palabra faHr (“bienaventurado”); los libros II y IV tienen la menor concentración de veces; y el libro central (III), una concentración intermedia. De este modo, no solo los salmos propiamente didácticos pertenecen al conjunto de la literatura sapiencial, sino todo el Salterio —¡los 150 Salmos!—deberá considerarse como un «maravilloso» canto a la sabiduría.
Relacionado con el poema didáctico tenemos el relato didáctico. El autor del relato describe un evento típico a través del cual intenta dar, más que un reporte histórico o periodístico, una lección o enseñanza. El libro de Rut, de Ester, la primera parte de Daniel y la historia de José (Gn 37—50).
Diálogo
En el libro de Job, los capítulos poéticos (3—41) son prácticamente el único ejemplo en la Biblia de lo que se denomina «diálogo» como género literario dentro de la literatura sapiencial. Esta definición no es ni la mejor ni la más feliz, sin embargo, es la que goza de más adeptos. Algunos ven en la obra de Job más bien «una disputa legal» o una extensa «lamentación». Como «diálogo», esta obra plantea una cuestión, la discute y, finalmente, ofrece la solución.
Confesión o poema autobiográfico
Es la forma literaria por medio de la cual un «sabio» o «maestro» lega a sus hijos o estudiantes su valiosa experiencia (Crenshaw: 256). Por ser autobiográfica, la confesión aparece, por lo general, en primera persona. Los siguientes ejemplos confirman esta afirmación: Pr 4.3-9; 24.30-40; Ec 1.12—2.26.
Listas u onomástica
Estas fueron las grandes precursoras de las modernas enciclopedias (Morla, 1994: 79). A los sabios les interesaba, en su afán pedagógico, dejar no solo enseñanzas de carácter ético y espiritual, sino también «ciencia» y «conocimiento general». Por ello se tomaron el tiempo de hacer clasificaciones de todo lo relacionado con botánica, zoología, minerales, cuerpos celestes, agricultura, geografía, etc. Ejemplos de esas listas los tenemos en Job 28; 36.27—37.13; 38.4—39.30; 40.15—41.34; y hasta cierto sentido en Salmo 104 y Génesis 1 y 10.
Teología
La tradición sapiencial es lo más secular y «ajeno» a lo propiamente religioso que aparece en los libros de la Biblia. Es algo así como cuando aplicamos las teorías pedagógicas y psicológicas más modernas, para estructurar y desarrollar nuestro programa educativo o catequético de la iglesia. La literatura sapiencial o didáctica nos enseña a tomar lo mejor del mundo que nos rodea para mantener siempre actualizados nuestros métodos de enseñanza, disciplina, evangelización y proclamación.
Por ello, podemos afirmar sin temor, que esta literatura nos lleva a Dios por el camino de lo propiamente humano. Nos lleva a los primeros capítulos del libro de Génesis para recordarnos qué quiso Dios del ser humano. Dios creó un universo ordenado (cosmos) y colocó allí al ser humano para que lo siguiera «creando» y se beneficie de él. En los pasajes de la creación encontramos a Dios como quien prepara todo, lo deja listo y trae al hombre y a la mujer, y les ordena tomar el mundo bajo su responsabilidad:
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer.
Y fue así.
Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto (Génesis 1.28-31, RVR).
En el capítulo 2 de Génesis, el autor sagrado señala claramente que el jardín produciría frutos solo si la «mano» de Dios y la del hombre estuvieran presentes:
… porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra… Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer… (Génesis 2.5, 15-16).
La literatura sapiencial bíblica, siguiendo el ejemplo de los pasajes de Génesis, considera al ser humano como el primer responsable de este mundo. Dios le ha puesto en las «manos» las «herramientas» necesarias para mantener este mundo en perfecta salud y armonía. El ser humano ya no tiene que pedirle a Dios los elementos para ordenar y proteger a este mundo. Todo lo tiene a la mano, como dice Shakespeare: «los recursos que le pedimos al cielo, se hallan muchas veces en nuestras manos».
La literatura sapiencial mira al ser humano como responsable y capaz de hacer de este mundo un mundo ordenado; y afirma que este planeta es el lugar donde hombre y mujer obtienen los elementos y las pautas para vivir. Dios ha confiado al ser humano su mundo, cree en él, arriesga su mundo con él y se mantiene con él aun en sus fracasos.
Por ello, en la Biblia, Dios sigue siendo el soberano y último señor de todo. A eso se refiere la expresión el principio de la sabiduría es el temor del Señor (Pr 1.7), repetida gran cantidad de veces en los libros sapienciales. La libertad de todo hombre o mujer se define a partir de su relación con Dios (Pr 16.1, 2; 19.21; 20.24; 21.30, 31). La criatura humana aprende a vivir en este mundo con la convicción de que existen cosas que no conoce. Puede elaborar los planes más exactos y seguros posibles; pero Dios tiene la última palabra.
El ser humano aprende, también, que su actuar siempre debe permanecer abierto a la actividad de Dios; es decir, a aquellos acontecimientos que sobrepasan todo cálculo humano. No importa qué tan confiable sea la sabiduría utilizada en una actividad dada, el individuo debe saber que detrás de ella existe un ser superior a él. Y, de nuevo, estas limitaciones no atan, sino liberan; enseñan humildad, dependencia y confianza.
La persona sabia es humilde. La soberbia limita y empobrece al ser humano (16.12; 27.1; 28.26; 3.5 y 7). Responsabilidad y libertad nunca son equivalentes a libertinaje y soberbia. Nunca el «sabelotodo» y el individualista podrán llamarse sabios: En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños (Mt 10.21, RVR).
__________
Bibliografía
Bultmann, Rudulf.
2000. Historia de la tradición sinóptica. Salamanca: Ediciones Sígueme.
Crenshaw, James L.
1977. «Wisdom». En John H. Hayes (editor). Old Testament Form Criticism. San Antonio: Trinity University Press.
Morla Asencio, Victor.
1994. Libros sapienciales y otros escritos. Estella: Editorial Verbo Divino.
Rad, Gerhard von.
1972. Teología del Antiguo Testamento-I: Teología de las tradiciones de Israel. Salamanca: Ediciones Sígueme.1970. La sabiduría de Israel: Los sapienciales, lo sapiencial. Madrid: Ediciones Fax.
Más articulos para crecer en la fe y conocimiento de la Biblia: haz clic aquí