«La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?» (Mateo 6.22-23).
¿Qué pasaría si alguien nos ofreciera un vaso de agua y nos dijera que está contaminada? ¿Lo beberíamos? ¡Por supuesto que no! Sabemos que ingerir algo así podría perjudicar gravemente nuestra salud física.
Con las demás áreas de nuestro ser ocurre lo mismo. Si no tenemos cuidado de lo que escuchamos, miramos y pensamos, nuestro espíritu y alma se dañarán y eso nos afectará como personas.
¿Qué podemos hacer para vivir una vida pura y limpia? Tengamos en cuenta lo siguiente:
- Dominar nuestros ojos. Las tentaciones están por todas partes y buscan captar nuestra mirada para seducirnos y hacernos pecar. ¿Vemos cosas que sabemos que no son correctas? ¿Nuestros ojos se detienen todo el tiempo en ciertas partes del sexo opuesto? ¿Visitamos sitios o leemos revistas que se dedican a la pornografía? ¿Qué programas de televisión miramos?
- Controlar nuestros oídos. Nuestros pensamientos se forman, en gran parte, gracias a las cosas que escuchamos. ¿Qué dicen las letras de las canciones que oímos? ¿En qué conversaciones participamos? ¿Qué consejos nos dan nuestros amigos?
Prestemos atención a todo lo que ingresa en nuestra mente. Somos nosotros quienes decidimos qué entra y qué se queda afuera. ¡Aprendamos a dominar todo lo que miramos y escuchamos!
Sumérgete: Nuestra salud espiritual depende, en cierta medida, de las cosas que vemos y oímos. El asunto es evitar las tentaciones. Habrá muchas en el camino, pero la clave está en que elijamos bien qué mirar y escuchar.