En esta cuarta y última entrega, terminaremos el análisis de los Diez Mandamientos
8. No robarás
Así como la santidad de Dios lo pone en contra de la inmoralidad, en el mandamiento: «No cometerás adulterio», la justicia de Dios lo pone contra del hurto y el robo, con el octavo mandamiento: «No robarás». Lo que está prohibido en este mandamiento es entrometerse con la propiedad de otra persona. Obedecer los Diez Mandamientos nos ayuda a reconocer nuestros pecados, así como de arrepentirnos por ellos. Los Diez Mandamientos nos muestran el camino hacia la restauración y la reconciliación con Dios y con nuestros semejantes.
- Prohibición del robo: el mandamiento prohíbe el acto de hurtar o robar, que implica tomar ilegalmente posesión de algo que pertenece a otra persona sin su consentimiento. Se establece la importancia de respetarla propiedad de los demás.
- Respeto por la propiedad ajena: el mandamiento nos llama a respetar y valorar la propiedad de los demás. No solo nos exhorta a no tomar lo que no nos pertenece, sino también a no causar daño a los bienes materiales de otras personas.
- Honestidad y justicia: el octavo mandamiento enfatiza la importancia dela honestidad y la justicia en nuestras acciones. Nos llama a buscar ganancias y beneficios de manera lícita, evitando cualquier forma de engaño, fraude o explotación.
- Responsabilidad laboral: el mandamiento también se relaciona con el ámbito laboral, instando a los trabajadores a ser diligentes y honestos en su trabajo. Nos llama a no robar el tiempo, los recursos o el esfuerzo de los demás en el contexto laboral.
- Generosidad y compartir: aunque el mandamiento prohíbe el robo, implícitamente también nos llama a ser generosos y compartir con aquellos que están en necesidad. Nos insta a ser buenos administradores de nuestros recursos y a ayudar a los demás de manera justa y equitativa .El apóstol Pablo dice a la iglesia de Éfeso: «El que antes robaba, que no vuelva a robar; al contrario, que trabaje y use sus manos para el bien, a fin de que pueda compartir algo con quien tenga alguna necesidad» (Efesios 4.28)
En resumen, el octavo mandamiento prohíbe el acto de hurtar o robar, llamándonos a respetar la propiedad de los demás. Nos insta a ser honestos, justos y responsables en nuestras acciones y a practicar la generosidad y el compartir con aquellos que están en necesidad. Si bien podríamos mencionar varias razones por las cuales una persona roba, probablemente una de las más claras es la codicia. La palabra griega para codicia significa «un deseo inmoderado de conseguir». Una persona codicia lo que no es suyo, y esto la puede llevar a obtener ilegítimamente lo que pueda de otro. El corazón codicioso de Acán le hizo robarlo que estaba prohibido y ese pecado trajo para él y sus seres queridos un final terrible. Véase Josué 7
9. No presentarás falso testimonio contra tu prójimo
Prohíbe todo lo que tienda a menoscabar al prójimo a través del mal uso de la lengua. La calumnia es denunciar injustamente a otro. David le dijo al Señor: «Unos testigos violentos se levantan y me interrogan acerca de cosas que yo ignoro» (Salmos 35.11). Siglos después, Pablo dice: «¿Y porqué no decir: “Hagamos males para que vengan bienes”? Así nos calumnian algunos que afirman que eso es lo que enseñamos. ¡Estas personas se tienen bien merecida su condenación!» (Romanos 3.8).Lo que se condena en este mandamiento es hablarlo que es falso, y la Escritura es clara respecto a cómo ve el Señor este pecado: «Al Señor le repugnan los labios mentirosos» (Proverbios 12.22). Lo que también condena este mandamiento es testificar lo que es falso. Y , por último, este mandamiento condena juraren falso, es decir incumplir un juramento dado
- Veracidad y honestidad: el mandamiento nos llama a ser veraces y honestos en nuestras palabras y testimonios. Prohíbe el acto de dar un falso testimonio contra nuestro prójimo, lo cual implica decir mentiras o hacer declaraciones falsas que puedan dañar su reputación o causarle daño.
- Respeto por la reputación y el honor: el mandamiento enfatiza la importancia de respetar la reputación y el honor de los demás. Nos insta a no difamar, calumniar o propagar rumores falsos sobre nuestro prójimo, ya que eso puede causar daño y destruir su buen nombre.
- Protección de la justicia: el noveno mandamiento busca proteger la justicia y la equidad en las relaciones humanas. Nos llama a no distorsionar los hechos o dar testimonio falso en situaciones legales o judiciales, ya que eso puede afectar negativamente el curso dela justicia
- Responsabilidad en el habla: el mandamiento nos recuerda la importancia de ser cuidadosos con nuestras palabras, y responsables en lo que decimos. Nos insta a usar nuestras palabras para edificar ,animar y promover la verdad, en lugar de utilizarlas para engañar, perjudicar o difamar a los demás.
- Amor y respeto hacia el prójimo: al prohibir el falso testimonio, el noveno mandamiento nos llama a amar y respetar a nuestro prójimo. Nos insta a tratar a los demás con justicia, a no hablar maliciosamente sobre ellos y a buscar su bienestar en nuestras palabras y acciones.
Como resumen, podemos decir que el noveno mandamiento prohíbe dar falso testimonio contra nuestro prójimo. Nos llama a ser veraces, honestos y responsables en nuestras palabras, y a respetar la reputación y el honor de los demás. Es un recordatorio de la importancia de promover la verdad y el amor en nuestras interacciones con los demás. Incluso los paganos rechazaban este pecado. Diógenes solía decir: «De todas las bestias salvajes, un calumniador es el peor»
10. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su siervo ni a su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca a tu prójimo
Este mandamiento prohíbe la codicia en general. Es muy peligroso que el mundo se meta en nuestro corazón y nos lleve a codiciar y así caer en este pecado. Como dijimos antes, la codicia puede llevarnos a cometer otros pecados reflejados en los Diez Mandamiento (robar). La codicia implica un deseo incontrolable y un amor desmesurado al mundo, que se convierte en ídolo del codicioso. La codicia nos lleva a preocuparnos más por las cosas de este mundo, que por las cosas del cielo. La codicia nos lleva a despreciar «la perla preciosa» (Mateo 13.46), y en su lugar buscar «el manto babilónico de Acán» (Josué 7.21).
- Prohibición de la codicia: el mandamiento prohíbe la codicia, que es un deseo desmedido y egoísta de poseer lo que pertenece a otros. Nos llama a evitar la envidia y el anhelo excesivo de las posesiones, propiedades o relaciones de nuestro prójimo.
- Contentamiento y gratitud: el mandamiento nos llama a cultivar una actitud de contentamiento y gratitud por lo que tenemos. Nos invita a apreciar nuestras propias bendiciones y a evitar la envidia y el deseo insaciable de lo que pertenece a otros.
- Respeto por los demás: el décimo mandamiento nos insta a respetar la propiedad y la intimidad de los demás. Nos llama a no desear injustamente las posesiones, las relaciones o la posición social de nuestro prójimo, reconociendo su derecho a disfrutar de lo que le pertenece
- Desapego de lo material: el mandamiento nos recuerda que la verdadera felicidad no se encuentra en las posesiones materiales, sino en valores espirituales que nos lleven a una relación cercana con Dios. Nos insta a centrarnos en el amor, la bondad y la justicia en lugar de buscar la satisfacción en lo material.
- Cultivo de la virtud: el décimo mandamiento nos llama a cultivar virtudes como la gratitud, la generosidad y la bondad hacia los demás. Nos invita a valorar las relaciones y los bienes espirituales más que los bienes materiales, promoviendo una actitud de amor y respeto hacia nuestro prójimo.
En definitiva, el décimo mandamiento prohíbe la codicia y nos llama a evitar el anhelo desmedido de lo que pertenece a otros. Nos insta a cultivar una actitud de gratitud y contentamiento por lo recibido, y de respeto por los demás, enfocándonos en los valores espirituales y en el amor hacia nuestro prójimo. La codicia es un pecado muy sutil y puede disfrazarse de diferentes «razones», pero no debemos dejarnos engañar, pues es un pecado peligroso. El Señor Jesús nos enseñó que «las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra» (Mateo 13.22).Asimismo, recordemos la exhortación de Pablo: «La raíz de todos los mal eses el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores» (1 Timoteo 6.10).Incluso podríamos decir que la codicia quebranta el primer mandamiento:« No tendrás dioses ajenos delante de mí». Cuando las cosas de este mundo invaden nuestro corazón, el lugar que le corresponde solo a Dios es ultrajado. En este breve estudio de los Diez Mandamientos, hemos explorado cada uno de ellos y destacado sus puntos salientes. Los Diez Mandamientos son principios y directrices fundamentales que se encuentran en la Biblia y que han sido considerados como guía moral y espiritual para millones de personas a lo largo de la historia. Y esto es cierto tanto para los cristianos como para los paganos. Dice Pablo a la iglesia de Roma: «Porque cuando los paganos, que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que la ley demanda, son ley para ellos mismos, aunque no tengan ley; y de esa manera de muestran que llevan la ley escrita en su corazón, pues su propia conciencia da testimonio, y sus razonamientos los acusarán o defenderán»(Romanos 2.14-15). Sin duda, los Diez Mandamientos están grabados en el corazón de todos los seres humanos, y todos deberemos responder ante Dios por haberlos obedecido o desobedecido.
A través de estos mandamientos, se nos enseña a amar a Dios sobre todas las cosas, a respetar y honrar a nuestros padres, a no matar, no cometer adulterio, no hurtar, no dar falso testimonio, a no codiciar las posesiones de nuestro prójimo, y a vivir en verdad, honestidad y gratitud.
Cada mandamiento tiene un propósito específico: establecer una relación adecuada con Dios, fomentar el amor y el respeto hacia los demás, proteger la vida, la dignidad y los derechos de las personas, y promover la justicia y la integridad en nuestras acciones.
A través de estos mandamientos, se nos invita a vivir una vida de amor, rectitud y justicia, a cuidar nuestras palabras y acciones, a valorar la importancia de la familia, a respetar la propiedad y los derechos de los demás, y a buscar la felicidad y el contentamiento en lo espiritual y no en lo material
Si bien los Diez Mandamientos son antiguos, su mensaje sigue siendo vigente y relevante en la actualidad. Nos brindan una base sólida para vivir una vida ética, moral y espiritualmente enriquecedora. Al observar estos mandamientos, podemos cultivar relaciones saludables, promover la justicia y el bienestar, y buscar una conexión más profunda con Dios y con nuestros semejantes.
«Los Diez Mandamientos son el reflejo de la voluntad perfecta de Dios parala humanidad. A través de ellos, Dios nos muestra cómo vivir una vida de amor hacia él y hacia nuestro prójimo, revelando así su deseo de que tengamos una relación íntima con él y experimentemos la plenitud de su amor y gracia» (John Wesley).
En última instancia, los Diez Mandamientos nos invitan a vivir una vida de amor, respeto, honestidad y gratitud, en sintonía con la voluntad de Dios. Al seguir estos principios, podemos encontrar paz, significado y propósito en nuestras vidas, y contribuir a la construcción de una sociedad justa y armoniosa.
Para terminar, qué mejor que citar lo que dicen las Escrituras respecto de los mandamientos de Dios:
«La ley del Señor es perfecta: reanima el alma. El testimonio del Señor es firme: da sabiduría al ingenuo. Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón» (Salmos 19.7-8).