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Los niños y la lectura de la Biblia

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La lectura de la Biblia es esencial para el crecimiento espiritual de todas las personas, pero respecto a los niños debemos hacer un hincapié especial. Dice la Biblia: «Enseña al niño a seguir fielmente su camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él» (Pr 22.6). Si bien este es un proverbio, no una promesa, presenta una verdad incontrastable: los primeros años de vida de cualquier persona son los años más importantes en cuanto a su nutrición, tanto física como espiritual. La Biblia no solo es una fuente de conocimiento sobre Dios y sobre su voluntad para cada uno de nosotros, sino que también es una herramienta importante para ayudar a los niños a desarrollar su carácter y su fe. Sin embargo, no siempre es fácil motivar a los niños a leer la Biblia por sí mismos, y es ahí donde la ayuda de los padres o abuelos se torna muy importante. A continuación, presentamos algunos consejos para ayudar a los niños a leer la Biblia y a profundizar en su comprensión de las Escrituras.

1. Comencemos por una historia

Los niños aprenden mejor a través de historias. Comencemos a leer historias bíblicas a nuestros niños y hagamos preguntas que los ayuden a comprender la historia y su significado. Que no sean preguntas que puedan responderse con un sí o no. Es importante hacer preguntas que fomenten la discusión con los niños mientras leen la Biblia. Esto les ayudará a comprender mejor la historia y a reflexionar sobre su mensaje. Pregunte a los niños cosas como qué piensan que significa la historia y cómo se puede aplicar a su vida diaria. 

Si nos hicieran alguna pregunta que no sabemos, no tengamos temor de decir «no lo sé, voy a averiguarlo y seguimos conversando sobre el tema», o algo por el estilo. Tratemos siempre de encontrar una respuesta, y si no la hay o escapa a nuestras posibilidades, digámoslo claramente.

A medida que los niños crecen, pueden comenzar a leer historias bíblicas por sí mismos y discutir lo que han aprendido con nosotros. Para comprender mejor las historias de la Biblia, es importante explicarles el contexto histórico y cultural en el que se desarrollaron. Esto puede incluir información sobre las costumbres y tradiciones de la época, así como sobre los personajes y lugares mencionados en la historia. Una Biblia de estudio o comentarios bíblicos pueden ser una ayuda invaluable para ese tipo de información.

2. Elijamos una versión adecuada para su edad

La Biblia está disponible en muchas versiones muy diferentes. Es importante elegir una versión que sea adecuada para la edad y el nivel de lectura de nuestros hijos o nietos. Por ejemplo, la Biblia Traducción en Lenguaje Actual (TLA) es una opción excelente para leer juntos, especialmente para los niños que recién comienzan a leer. A medida que los niños crecen y se vuelvan más competentes en la lectura, podríamos utilizar otras versiones, como la Dios Habla Hoy (DHH), que es moderna y comprensible, especialmente para niños que ya se sienten cómodos leyendo textos que requieran un nivel de vocabulario más completo.

3. Establezcamos una rutina diaria

Es importante establecer una rutina diaria para la lectura de la Biblia. Para eso, es muy útil conectar la lectura de la Biblia con alguna rutina que nuestros hijos o nietos ya tienen; por ejemplo, la hora de ir a acostarse, y utilizar ese tiempo para enseñar acerca de la oración y así reflexionar sobre la lectura bíblica antes de dormir. Esto puede ayudar a los niños a desarrollar un hábito de lectura diario y a encontrar tiempo para la lectura diaria de la Biblia. Después de leer una historia, animemos a los niños a hablar con Dios y a reflexionar sobre cómo pueden aplicar lo que han aprendido en su vida diaria.

4. Usemos materiales de apoyo

Hay muchos materiales de apoyo disponibles para ayudar a los niños a comprender la Biblia. Las guías de estudio bíblico para niños, que podemos encontrar en las aplicaciones móviles y los juegos interactivos pueden ser excelentes herramientas para ayudar a los niños a aprender la Biblia y mantenerlos comprometidos con su lectura, al mismo tiempo que les enseñamos a usar sus dispositivos móviles para un uso más cercano a la Biblia y sus enseñanzas. También podemos utilizar otros recursos para enriquecer la experiencia de leer la Biblia con los niños; por ejemplo, podemos utilizar recursos adicionales como canciones, actividades y juegos que refuercen los mensajes de la historia. También podemos utilizar libros complementarios que proporcionen una perspectiva más profunda sobre las historias bíblicas y sus enseñanzas.

5. Seamos un modelo a seguir

Finalmente, es importante ser un modelo a seguir para nuestros hijos y nietos en cuanto a la lectura de la Biblia y al impacto que esa lectura tiene sobre una persona. Asegurémonos de que nuestros niños vean que nosotros leemos la Biblia regularmente y hablemos con ellos sobre lo que hemos aprendido. También podemos compartir nuestras propias experiencias y cómo la lectura de la Biblia ha influido en nuestra vida. Esto puede inspirar a los niños a seguir nuestro ejemplo y profundizar en su propia relación con Dios.

Ayudar a nuestros hijos y nietos a leer la Biblia puede ser un desafío; implicará tiempo y esfuerzo de nuestra parte, pero es esencial para su crecimiento espiritual. Sin duda puede ser una experiencia enriquecedora y espiritualmente gratificante, tanto para los niños como para el adulto encargado de guiarlos. 

En resumen: comencemos por las historias, elijamos una versión adecuada, establezcamos una rutina diaria, utilicemos materiales de apoyo y seamos un modelo a seguir. Con paciencia y dedicación, podemos ayudar a nuestros niños a desarrollar una comprensión profunda de la Biblia y una relación más cercana con Dios. La Biblia es la Palabra revelada de Dios, y contiene enseñanzas espirituales valiosas y mensajes de amor y esperanza.

Los niños pueden aprender a amar y apreciar la Biblia como una fuente de sabiduría y guía en su vida desde una edad muy temprana. ¡no desaprovechemos esa oportunidad!

Pidámosle a Dios que nos guíe y que toque la mente y corazones de nuestros niños.

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