Los rollos del Mar Muerto — Parte 1

Los rollos del Mar Muerto — Parte 1

Introducción

Entre 850 y 900 manuscritos o fragmentos fueron encontrados cerca de un wadi (vado de un río) llamado Qumrán, a unos 15 kilómetros al sur de Jericó, en las inmediaciones de las ruinas de Qumrán, y diseminados en once cuevas. Esto sucedió en 1947, y desde ese año los investigadores han estado estudiando y traduciendo esos manuscritos —una cuarta parte está formada por textos bíblicos. Desde esa época, se formó un equipo internacional e interconfesional que ha asumido la tarea de traducir y de asignar los manuscritos para su traducción. Aunque la tarea ha sido ardua, ya el trabajo de clasificación y traducción está en su etapa final. La mayoría del trabajo ya se puede conseguir a través de publicaciones, sobre todo en idioma inglés.

Antes de hablar de los manuscritos y de su contenido, diremos algunas palabras sobre el lugar conocido como Qumrán y la comunidad que vivió allí.

La comunidad de Qumrán

Su historia y organización

Los investigadores —el principal fue el P. Roland de Vaux, arqueólogo francés, director de la École Biblique de Jerusalén— coinciden casi unánimemente en afirmar que la comunidad de Qumrán fue la secta judía de los esenios.

En las excavaciones que se hicieron durante los años 1951 y 1956, se encontraron diversas construcciones: sistema de acueductos, depósitos de agua, pilas para el baño ritual, cocina, comedores, bodega para despensas, talleres de alfarería y hornos para la cocción de las vasijas, salas de escritura y bodegas.

Los esenios vivieron en Qumrán entre los años 200 a.C. y 100 d.C.; es decir, unos trescientos años. Fueron descendientes espirituales del movimiento revolucionario de los Macabeos (167 a.C.). Los esenios están directamente relacionados con la rama asidea de esa revolución. Cuando se descubrió que los macabeos tenían aspiraciones políticas y querían usurpar el sumo sacerdocio de los sadoquitas, los asideos (forma hebrea) o esenios (forma griega) se retiraron al área del Mar Muerto, para fundar su propia comunidad, bajo el liderazgo del Maestro de Justicia.

La admisión a la comunidad estaba estrictamente regulada. El período de iniciación duraba por lo menos un año. Durante ese tiempo los novicios no participaban ni en los banquetes solemnes ni en los ritos purificatorios de la comunidad. Solo al final de los dos años se llegaba a ser miembro con plenos derechos. Quien era aceptado como miembro en pleno de la comunidad, hacía votos de pobreza y celibato. Los bienes pasaban a la comunidad y el nuevo miembro hacía el siguiente juramento: «Solo amaré a los miembros de mi comunidad, y odiaré a todos los hijos de las tinieblas.(Y no revelaré nada sobre la comunidad a los de afuera». Había otro tipo de miembro de la comunidad. A estos no se les exigía deshacerse de todos sus bienes, ni se les imponía el celibato.

Para los miembros en pleno, los castigos eran severos:

Por dar indicaciones falsas sobre los bienes que se poseen, al ingresar en la comunidad, el castigo es de un año de expulsión y la reducción vitalicia de la ración de alimentos en un cuarto. Hay castigo de medio año de expulsión por mentir, por encolerizarse con un miembro de la comunidad, o por andar desnudo. Hay castigo de un mes de expulsión por indisciplinas en las asambleas comunitarias, por ejemplo, cuando uno se ausenta sin permiso, cuando se escupe durante una asamblea, o cuando uno se ríe a carcajadas.1

Los miembros de la comunidad debían someterse a constantes ritos de purificación o baños rituales. Cada vez que el miembro iba a ser expuesto a todo aquello considerado como sagrado, le era necesario practicar las abluciones. Uno de los castigos más comunes era el de prohibir los baños de purificación a quienes rompían con los preceptos de la comunidad. Tanto las comidas como las oraciones estaban estrictamente reguladas.

Los siguientes párrafos de La Regla de la Congregación resume muy bien la idea de la vida en común:

  • De esta manera se portarán en todas las casas de preparación cuantos viven en ellas. Que el inferior obedezca al superior en asuntos de trabajo y de dinero. Que tomen sus alimentos en común y también así reciten las bendiciones, y que se consulten mutuamente.
  • En todo lugar donde haya hombres de la alianza, que no falte un sacerdote. A continuación de él tomarán los demás sus lugares, y por ese orden se consultarán en todas las cosas.
  • Cuando esté preparada la mesa para comer o la bebida para beber, que sea el sacerdote el primero en extender la mano para bendecir las primicias del pan y del vino.
  • Que no falte tampoco, en el lugar donde haya por lo menos diez miembros de la comunidad, el hombre que escrute la ley continuamente, de noche y de día, con miras a la común perfección. Que los «grandes» velen juntos un tercio de la noche durante todo el año. En ese tiempo leerán el libro, estudiarán las prescripciones y recitarán las bendiciones en común.

Después de la muerte del Maestro de Justicia, la comunidad se organizó bajo la autoridad de un «presidente» o «supervisor» y un concilio de doce laicos y tres sacerdotes.

Sus creencias

Los esenios creían que formaban la única y verdadera comunidad escatológica y mesiánica. Es decir, con ellos se abría el período de los últimos acontecimientos antes de la consumación del reino de Dios. El establecimiento de la comunidad en el desierto señala que, para los esenios, el desierto tenía un sentido escatológico. El éxodo final tendría lugar en el desierto. La congregación de los justos en una sola comunidad era la señal de que en ellos Yahvé había iniciado el tiempo final y la ruptura concreta y radical entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas.

Los rollos del Mar Muerto — Parte 1

Junto con la idea escatológica aparece la idea de las figuras mesiánicas. No es muy claro, a partir de los escritos de Qumrán, cuántos serían los mesías esperados. Comúnmente se ha hablado de tres figuras mesiánicas: el mesías sacerdotal (la figura más importante para los esenios), el mesías laico o davídico y el mesías profeta. En algunos de los escritos menores, pareciera ser que el Maestro de Justicia personificaba toda la expectación mesiánica de la comunidad.

En el espíritu de la escatología y el mesianismo, surgieron las creencias dualistas de la comunidad. La humanidad estaba dividida en dos grupos: los hombres malvados, quienes viven en las tinieblas y siguen las órdenes de Belial, y los hombres justos, quienes viven en la luz y obedecen al espíritu de Dios. Este dualismo se manifiesta en varios niveles: moral, religioso, cósmico y antropológico. El siguiente trozo (1QS III, 19b-26) presenta una imagen parcial de esa idea:

De la fuente de la certidumbre proceden las generaciones de la verdad y de la fuente de las tinieblas las generaciones de la iniquidad. En las manos del Príncipe de las luces se encuentra el gobierno de los hijos de la justicia. Ellos caminarán por los caminos de la luz. En las manos del ángel de las tinieblas se encuentra todo el gobierno de los hijos de la iniquidad. Ellos caminarán por los caminos de las tinieblas. Al ángel de las tinieblas son debidos todos los extravíos de los hijos de la justicia; todos sus pecados, todas sus obras culpables, se deben a su poder.

Está en las manos de Dios cuándo esto llegará a su término, pero entre tanto todas las pruebas y todas las opresiones son efecto de la persecución del ángel de las tinieblas. Listos están los espíritus de su partido para hacer caer a los hijos de la luz. Pero el Dios de Israel, con su ángel de verdad, viene en auxilio de todos los hijos de la luz. Él creó los espíritus de la luz y los espíritus de las tinieblas; con esto se propone toda obra y toda acción. A uno solo de estos Dios ama por todos.

**********Busque la continuación de este artículo aquí: «Los rollos del Mar Muerto — Parte 2»

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Notas y referencias

1Gerde Theissen, La sombra del galileo (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1989), p. 64. Para una lista más completa de las sanciones puede verse M. Jiménez y F. Bonhomme, Los documentos de Qumrán (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1971), pp. 39-40 (1QS VI, 24–VII,25).

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