«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.» (Jeremías 29.11).
Ramón todavía era joven cuando se dio por vencido. ¡Ni siquiera había cumplido los treinta años y ya se consideraba un fracasado! Las decisiones que tomó y sus experiencias de vida le hicieron pensar que ya no había vuelta atrás, que todo estaba perdido.
Una de las frases favoritas de las personas como Ramón suele ser: «Malgasté los mejores años de mi vida y ya no volverán.» Uno comprende que quizás se refieran a una época en la que gozaban de cierta libertad porque no tenían tantas responsabilidades y podían darles más tiempo a la aventura y al ocio. Pero no es del todo cierto que «los mejores años» son cosa del pasado. ¡Porque todo depende de la decisión que uno tome de cara hacia el futuro!
No importa lo que haya sucedido en nuestro pasado. Tampoco las condiciones que otros (el gobierno, la familia, la sociedad, los compañeros) intenten poner en nuestro camino. La clave de nuestro éxito estará en cómo proyectemos el futuro y lo que vislumbremos en él.
Sin lugar a dudas, podemos vencer los obstáculos, los complejos y los temores para alcanzar lo que deseamos para nuestras vidas. La clave está en conocer a Jesucristo de manera personal e invitarlo a ser parte activa de la vida, hablando con él cada día, siguiendo sus enseñanzas escritas en la Biblia y proyectando grandes planes para triunfar.
¡Nuestros mejores años están por venir!
Sumérgete: ¡Qué amargura vivir con la mente y el corazón anclados en el pasado!