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¡Marcha en fe!

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«Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.» (1 Corintios 15.58)

¡Marcha en fe!
Imagen provista por unsplash.com

Cierta vez alguien comparó la vida cristiana con una pendiente por la que debemos ascender cada día. La meta es parecernos más a Jesús, es decir, que nuestro carácter y nuestra manera de vivir se caractericen por la paz, el amor, el perdón y la fe.

La pendiente de la vida cristiana se asciende de la misma manera que lo haríamos con un automóvil que no tiene frenos: solo se puede subir. Con un coche así no tendríamos la posibilidad de parar, porque si dejáramos de pisar el acelerador, de inmediato retrocederíamos.

Algunas personas comienzan su vida cristiana con mucho entusiasmo. Asisten a todas las reuniones, cantan alabanzas todo el tiempo, memorizan pasajes bíblicos y tienen tanto amor por los demás que ayudan al prójimo y hablan de su fe con todo el mundo.

Sin embargo, de un momento para el otro la pasión parece extinguirse y poco a poco dejan de ser tan fieles y entusiastas. Quizás no abandonen la iglesia, pero ya no demuestran el compromiso ni la alegría del principio. Incluso vuelven a cometer pecados que habían abandonado cuando conocieron a Jesús. ¡Dejaron de «pisar el acelerador» y retrocedieron!

El secreto para crecer en la fe es hablar con Dios y leer la Biblia todos los días. Cuando nos  equivoquemos o cometamos algún pecado, no nos apartemos ni nos escondamos. Al contrario:
confesemos la culpa, arrepintámonos, y recibamos el perdón y la limpieza que Dios nos da. Si se lo permitimos, ¡él nos ayudará a avanzar y no nos detendremos jamás!

Sumérgete: Nuestra fe debe ser apasionada, pero nunca debemos permitir que la pasión sea más importante que la fe. En otras palabras, los sentimientos podrán variar, pero nuestra convicción de seguir a Jesús hará que sigamos avanzando, a pesar de lo que sintamos o de lo que ocurra a nuestro alrededor.

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