«La esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido.» (Proverbios 13.12)

En un momento de su vida, Sebastián decidió cumplir un objetivo que aún no había logrado alcanzar: finalizar su carrera universitaria.
Fue a la facultad, se informó sobre el estado de las pocas materias que le restaba aprobar y se dispuso a estudiar para rendir cada uno de los exámenes pendientes.
¿Cómo le fue? Luego de largos meses de estudio en los que hizo verdaderos «malabares» para coordinar su agenda de vida, aprobó la totalidad de las materias que habían quedado pendientes, y finalmente recibió el tan anhelado diploma de ingeniero.
Objetivos, metas, decisiones. Un elemento lleva hacia el otro, y juntos hacen posible el cumplimiento de los sueños.
Como Sebastián pudo comprobar, las metas son peldaños que nos llevan por la escalera ascendente de la vida. Pero no tienen ningún valor en sí mismas si las aislamos de la meta final.
Los objetivos globales concretos (por ejemplo, terminar una carrera universitaria) nos llevarán a fijarnos metas concretas de realización posible (por ejemplo, aprobar cada uno de los exámenes pendientes, reordenar nuestro cronograma diario de actividades, dedicar menos tiempo al ocio, etc.).
Sea cual fuere nuestra situación, hoy podemos determinar grandes objetivos para nuestra vida y establecer metas alcanzables que nos permitirán evaluar el progreso. ¡Objetivos más metas! ¡Allí está la clave del triunfo!
Sumérgete: Si nunca establecimos objetivos para nuestra vida, no dudemos en pedir ayuda y orientación. ¡Veremos que no resulta tan complicado!