«Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia. Fortaleza mía, a ti cantaré; porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia.» (Salmos 59.16-17)

Hay muchas maneras de enfrentar la vida. Algunas personas confían en su capacidad para resolver las situaciones. Otras avanzan y retroceden de acuerdo al carácter de quienes las rodean. Hay quienes necesitan usar «disfraces» para ocultar su verdadera personalidad. Y mucha gente intenta llenar el vacío interior en lugares equivocados.
Hace algunos años Jorge murió de manera sorpresiva. En lo mejor de los años y con una hermosa familia para disfrutar, la enfermedad terminó con su vida. Allí quedó Claudia, su esposa, junto a sus tres hijos. Estaban solos y tenían muchas cuentas que pagar.
Pero a pesar del dolor y la tristeza que sentían, tuvieron una actitud distinta de la que todos esperaban. «La clave de mi fortaleza» —decía Claudia a quien se lo preguntaba. «Es que Dios vive en mi corazón y yo confío plenamente en él, no solo en los tiempos felices sino también en los momentos más difíciles de mi vida.»
¿Cómo enfrentamos las dificultades? ¿Permitimos que la ansiedad nos gobierne? ¿Experimentamos altibajos emocionales? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa… ¡necesitamos con urgencia la fortaleza continua y asegurada que proviene de conocer a Dios, nuestro creador!
Sumérgete: Hoy tenemos la oportunidad de comenzar una vida nueva. Permitamos que Dios dirija nuestros pensamientos, sentimientos y decisiones. ¡Él quiere ser nuestra fortaleza!