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Devocionales

Evaluando nuestra vida espiritual

24 diciembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Introducción

Uno de los pilares del ministerio del Señor Jesucristo fue el llamado al arrepentimiento, principalmente en el principio de su ministerio.

Juan el Bautista, sin dudas, fue el paladín del llamado al arrepentimiento, pues decía: «El reino de los cielos está entre nosotros». Vivamos, entonces, de acuerdo a los requisitos del mismo.

Metanoia (arrepentimiento)

Cambio de actitud, dolor por el pecado. Es reconocer que no tenemos ningún derecho ante Dios y entregarnos a la misericordia de Dios sin intentos de justificación.

No puede haber crecimiento ni fruto, como ciudadanos del reino, si no aceptamos la corrección y guía del Espíritu Santo.

Para evaluar nuestra necesidad de arrepentimiento es imprescindible analizar nuestro corazón.

Arrepentimiento involucra abrir nuestras almas y ver qué hay dentro; eso implicará una dosis de humildad para reconocer nuestras faltas y que nuestros secretos más profundos sean revelados. No es un punto específico y único en nuestras vidas, sino un viaje constante.

Es por eso que Dios permanentemente nos indaga, nos interroga.

Dios indaga

Aun teniendo el poder y todo el conocimiento, Dios busca respuestas de parte del ser humano. Desde la pregunta en Edén, cuando el hombre había pecado: «¿Dónde estás?», Dios constantemente interroga al hombre buscando el autoanálisis, el arrepentimiento y el crecimiento.

En Génesis 4.6 Dios le pregunta a Caín: «¿Por qué te has enojado y ha caído tu semblante?» Es decir, ¿por qué permites que la envidia y el rencor inunden tu alma? ¿No sería mejor vivir de acuerdo a mi voluntad? ¡Puedes hacerlo! ¡Vive de acuerdo a mi Palabra! Caín optó por su propio camino y ya conocemos el resultado.

Leemos en primera de Reyes 19.9: «Buscó una cueva donde pasar la noche, y allí el Señor le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?».

Elías había vencido a los profetas de Baal. Un gran éxito. Sin embargo, tuvo miedo, huyó de Jezabel y se escondió en una cueva. Allí, escondido de todos, pero no de Dios, el Señor lo enfrenta y le pregunta: ¿Qué haces aquí, Elías? ¿De qué te escondes? ¿A qué le temes?

«¡Sal de tu cueva y espérame en el monte, delante de mí!»

No te escondas, confía, actúa como mi hijo. Sé luz y sal; ilumina este mundo, no te escondas.

Hoy Dios sigue indagando. ¿Dónde estás tú? ¿Estás en el monte, delante de Jehová y dispuesto a servirle o escondido en lo profundo de la cueva? ¿De qué te escondes? ¿Qué temores te persiguen? 

«¡Sal de tu cueva y espérame en el monte, delante de mí!»

En Mateo 26.50 encontramos a Jesús enfrentando a Judas, quien acababa de besarlo como contraseña de su traición. Jesús lo miró y le dijo: Amigo, ¿a qué vienes?

Jesús, hoy también nos pregunta:

  • ¿Qué tienes en mente cuando te acercas mí? 
  • ¿Qué buscas: agradarme, agradarte?
  • ¿Cuál es tu intención cuando te acercas a Dios? ¿Hacer su voluntad?

Jesús había dicho:

Juan 15.14 «Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando».

La noche previa a la crucifixión, todos los discípulos se habían desbandado. Juan y Pedro siguieron a Jesús; y mientras esperaban el desenlace, Pedro lo negó tres veces. Lucas nos relata lo más terrible de ese momento de la siguiente manera: 

«En ese mismo instante el Señor se volvió a ver a Pedro, y entonces Pedro se acordó de las palabras del Señor, cuando le dijo: “Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.” Enseguida Pedro salió de allí, y lloró amargamente» (Lc 22.61-62).

Había necesidad de arrepentimiento y perdón en la vida de Pedro. No podría seguir viviendo y sirviendo en la iglesia de Jesucristo sin un encuentro restaurador con Jesús. Luego de la resurrección, Jesús y Pedro tienen ese encuentro. No hay palabras de reproche. No hay palabras de queja, solo una pregunta, repetida tres veces:

Juan 21.15 —Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?

¿Cómo es tu amor por mí? ¿Hasta qué punto estás dispuesto a amarme? ¿Qué significa en la práctica? ¿Estás dispuesto a todo por mí? En el aposento alto habías dicho que morirías por mí y esa misma noche me negaste tres veces. Verdaderamente, ¿me amas? El verdadero cristiano no lo es en palabras solamente sino, principalmente, en hechos. 

El Señor nos pregunta: ¿Me amas?

  • ¿Me amas más que a tus propios anhelos?
  • ¿Me amas más que a tus propios sueños?
  • ¿Cuál es el límite de tu amor por mí?
  • ¿Estás dispuesto a todo por mí? ¿Realmente?

ENTONCES, ¡SÍGUEME!

Todas estas preguntas nos fuerzan a mirar profundamente dentro de nosotros. Cuando Dios nos pregunta, debemos responder, no hay posibilidad de reclamar la 5ta. enmienda con Dios. A Dios le tenemos que responder a todas sus preguntas y hacerlo verazmente.

Ahora pregúntate…

1. ¿A quién tratas de agradar cuando te acercas a Dios?

¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Bendiga todo mi ser su santo nombre! ¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones!

Salmos 103.1-2

Nuestro objeto de agrado debe ser siempre Dios.

En Mateo 19.27, Pedro pregunta a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué ganaremos con eso?» Es decir, ¿qué puedo obtener si te sigo? ¿Qué gano con seguirte?

Jesús dice: «Si no eres capaz de dejar todo por causa de mí y de la extensión de mí reino, no eres digno de mí».

2. ¿Cuál es la medida de tu compromiso para con el Señor?

Dos ejemplos:

¿Qué había en el corazón de José? 

«Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: “Tal vez José nos odia, y ahora se vengará de todo el mal que le hicimos”.

»Pero José les respondió: “No tengan miedo ¿Acaso estoy yo en lugar de Dios? Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente”».

Génesis 50.15,19-20

¿Qué había en el corazón de Jesús?

Lucas 23.34

«Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»

Conclusión

«Entonces Elías se paró frente a todo el pueblo, y dijo: “¿Hasta cuando van a estar titubeando entre dos sentimientos? Si el Señor es Dios, síganlo a él; pero si piensan que Baal es Dios, entonces vayan tras él”».

1 Reyes 18:21

«Pero si no les parece bien servirle, escojan hoy a quién quieren servir, si a los dioses que sus padres adoraron cuando aún estaban al otro lado del río, o a los dioses que sirven los amorreos en esta tierra donde ahora viven ustedes. Por mi parte, mi casa y yo serviremos al Señor».

Josué 24.15

«Por todo esto, respeten y honren al Señor. Sírvanlo con integridad y de todo corazón».

Josué 24.14

a. Respeten y honren al Señor – Vive santamente. Si luego de la evaluación descubres que hay pecados con los que debes tratar, levántate y santifícate.

«El Señor le respondió a Josué: “¿Por qué estás con el rostro en el suelo? ¡Levántate! Consagra al pueblo”».

Josué 7

La clave es servir al Señor con integridad y con verdad.

El temor al Señor nos lleva a una autoevaluación correcta, y esta nos permite servir a Dios de manera íntegra y verdadera.

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La Navidad es mucho más que regalos y compras

16 diciembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

«Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lucas 12.15, RVR1960).

La Navidad puede significar muchas cosas. Para algunas personas solo se trata de unos días libres de escuela o trabajo, ideales para tomar un descanso. Otros aprovechan la ocasión para celebrar una gran reunión familiar. En algunos países se practican tradiciones y costumbres heredadas de los antepasados. Y también hay quienes reciben esta época del año con un profundo sentimiento de tristeza, soledad y abandono.

¿Qué sentimos nosotros cuando llega la Navidad?

Algunos acostumbran gastar mucho dinero durante esta época. Utilizan sus tarjetas de crédito para comprar cosas que quizás terminarán de pagar en la siguiente Navidad. Incluso, al pasar los meses, hay familias que se ven forzadas a pedir dinero prestado para pagar sus compromisos anteriores, y entran en un círculo de esclavitud financiera del cual pocos logran librarse.

Es triste, pero el consumismo se ha convertido en la práctica habitual de muchísimas personas. A pesar de las crisis políticas, sociales y económicas que existen en nuestros países, cada año vuelve a establecerse una especie de «permiso navideño», un tiempo en el que se disimulan los dolores y se pretende satisfacer el vacío interior a través de las compras.

¡Qué diferente es vivir la Navidad con Jesús en el corazón!

Cuando tenemos a Jesús en el corazón, comprendemos que no se trata de unos días de descanso sino de invertir buenos momentos con la familia, que no consiste en pensar cómo satisfacer nuestros propios deseos sino de ayudar a los demás en sus necesidades, que para nada es un tiempo de tristeza sino de felicidad porque celebramos el nacimiento del salvador.

Sumérgete: La Navidad es mucho más que regalos y compras. Es recibir el regalo de Dios en nuestros corazones y compartirlo con los demás. ¡Todos necesitan conocer a Jesús!

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La vida en contraste

12 diciembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Efesios 2.1-10

Introducción

Pablo desea reforzar la convicción de los efesios, contrastando la vida sin Cristo y la vida con Cristo. Antes de ponerles nuevas metas espirituales, les recuerda la diferencia entre las dos vidas.

A. La vida en «otro tiempo» – Sin Cristo (vv. 1.-3)

1. La corriente de este mundo.

El desarrollo del pecado – Desde la inocencia a la corrupción total.

Corriente descendente.

 2. El príncipe de la potestad del aire.

Un poder espiritual hostil a todo lo santo. No algo malo, sino alguien malo.

3. Hijos de desobediencia.

Tendencia a hacer la propia voluntad, no la de Dios

4. Los deseos de la carne.

Estimular los deseos corruptores de la naturaleza. Películas, drogas, modas.

5. La voluntad de la carne.

Llevar a la acción todo deseo pecaminoso.

B. «Pero Dios…» – La vida nueva en Cristo (vv. 4-10)

1. Su gran amor (Dios es amor).

Una nueva dimensión de amor para vivir y compartir.

2. Nos dio vida juntamente con Cristo.

La misma vida de Cristo:

a. Vida espiritual

b. Vida sana

c. Vida útil

d. Vida eterna

3. Nos resucitó – Asegurados en la eternidad.

Como garantía nos dio su Espíritu (1.13-14; cf. Fil 3.20)

4. Nos dio abundantes riquezas – Plenitud en todas las áreas 
(1 Co 3.21-23).

5. Preparó buenas obras (No «por» obras, sino «para» buenas obras).

Un nuevo contexto social

Un nuevo contenido humano

Conclusión

Estas son las dos únicas maneras de vivir: 2 Corintios 5.17 y 1 Juan 5.12, nosotros debemos elegir a quién seguir.

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El equilibrio de la prosperidad

10 diciembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Por Carmelo B. Terranova

La Biblia está poblada de personajes que oscilan entre dos extremos. Grandes millonarios, como Abraham y Salomón, y grandes pobres como Elías y Jesús. Pordioseros como Bartimeo y ricachones como Zaqueo. Y todos ellos se encuentran dentro del reino de Dios.

Los cristianos —que por historia o por histeria somos pendulares— tenemos la tendencia de ir a los extremos. Glorificamos la pobreza (soñando secretamente con ser ricos) o exaltamos la prosperidad soñando también con tener más. Aquellos que hemos visitado el tercer mundo hemos visto, con admiración, la increíble dignidad de santos pobres y la vergonzosa indignidad de algunos ricos. A veces la historia del rico y Lázaro puede llevarnos a equivocaciones. No se perdió el rico por sus riquezas ni se salvó Lázaro por su pobreza. Simplemente fue un asunto de elección. Dios no condecoró a Lázaro por sus andrajos, sino por su confianza en el Señor, ni fue condenado el rico por sus bienes, sino por el uso equivocado de ellos.

El propósito de la prosperidad

Pablo le explica a Timoteo el verdadero propósito de la prosperidad. «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos, que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos» (1 Timoteo 6.17-18). Y el apóstol Juan en una cita muy usada, abusada y manoseada, declara el deseo de Dios para con los suyos: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma». Pero inmediatamente explica el por qué de la prosperidad: una vida íntegra, veraz y prestigiosa (3 Juan 2-3).

Dios no tiene problemas en que tengamos riquezas, tiene problemas en que las riquezas nos tengan a nosotros. Un análisis de los santos hombres de la Biblia establece que primero fueron hombres ricos. Y por no saber ser un rico sabio, Lot terminó en una cueva empobrecido y envilecido. Posiblemente algo de esto pensaba Jesús cuando dejó partir al joven rico. A Dios no le importa cuánto tienes. Le importa cuánto tienes de él.

El propósito de la vida

Simplemente agradar a Dios. Por la simple razón que cuando agradamos a Dios todo nos resulta agradable. Pero cuando desagradamos a Dios todo termina siendo desagradable. David no tenía una familia muy honorable y tampoco una templanza moral que pudiera superar a la conservadora moralidad de Saúl. Pero David anhelaba agradar a Dios. Saúl deseaba agradar a Saúl. Para uno la prosperidad tenía finalidades espirituales, para el otro solo temporales. David conquistó el corazón de Dios… y muchas riquezas. La prosperidad de David coincidía con el propósito de la vida. Al mismo tiempo la Biblia coloca en el pedestal de los gigantes de la fe a honorables miserables y a distinguidos empobrecidos: «…anduvieron de aquí para allá cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pobres, angustiados, maltratados, de los cuales el mundo no era digno, errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra» (Hebreos 11.37-38).

Tengamos mucho cuidado en condenar la prosperidad y glorificar la pobreza, y el mismo cuidado en exaltar la prosperidad y enjuiciar la pobreza.

El propósito de la abnegación

Detrás de todo el monumento de palabras bonitas que levantamos para ponderar tanto la pobreza por amor a Dios como la riqueza para servirle a Dios está un gran principio espiritual. Pablo lo expresa con claridad: «No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad». Luego agrega una cita que con frecuencia usamos, ventajosamente fuera de contexto. «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Tanto para la escasez como para la prosperidad.

Quiero aclarar. Creo en la prosperidad. Creo en la pobreza, creo en infinitos recursos para servir a Dios y también creo en la renuncia de todo por amor a Dios. Pero por encima de todo creo en el sentido victorioso de la abnegación que se expresa: «Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos».

Si tú perteneces total y absolutamente a Cristo, todo lo que tienes es de él, para él y para su gloria. Si deseas la prosperidad y Dios te bendice, todo lo que venga será de Dios. Pero no la busques como meta sino como instrumento para la gloria del Reino de Dios. Y si nada tienes, tú eres la mayor riqueza de Dios en el tiempo y en la historia.

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Dame, Señor

1 diciembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Casi comienzo con vergüenza, porque es tanto lo que me has dado que no me atrevo a pedir más, pero mi osadía, Señor, descansa en tu abundante misericordia.

  • Dame, Señor, un corazón gradecido. Hay mucha ingratitud en el mundo y también la hay en tu pueblo. Dame, Señor, gratitud, aun cuando no sea por el hecho de escuchar mis oraciones y tener paciencia con mis debilidades.
  • Dame, Señor, una sonrisa permanente en los labios, aun cuando haya lágrimas en el corazón. Permite,Señor, que guarde en un rincón del corazón las cosas que me apenan y muestre en mi rostro el gozo del Espíritu Santo. Hazme espiritual en las sonrisas y en las miradas dulces.
  • Dame, Señor, un verdadero amor por las almas que se pierden. A veces me parece que el cielo será menos dulce cuando sepa que por mi indiferencia muchos que estuvieron al alcance de mi testimonio están en la eterna condenación. Dame ese amor desde ahora.
  • Dame, Señor, una tierna relación con la iglesia donde me has puesto. No porque todo me guste ni que yo guste a todos, sino porque tú estás en ella; y tú sí que me gustas. Hazme de bendición para todos mis hermanos.
  • Dame, Señor, finalmente, un verdadero repudio al pecado, verdadero rechazo al mundo y sus tentaciones, y una clara autoridad para reprender a Satanás y glorificar a JESUCRISTO.

Amado Señor, comencé con vergüenza, pero termino con regocijo. Dame todo esto porque yo lo necesito y tú me lo quieres dar.

Por Carmelo B. Terranova

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Evaluando nuestra vida espiritual

4 septiembre, 2020 by Servicio de publicaciones en Español Dejar un comentario

Introducción

Uno de los pilares del ministerio del Señor Jesucristo fue el llamado al arrepentimiento, principalmente en el principio de su ministerio.

Juan el Bautista, sin dudas, fue el paladín del llamado al arrepentimiento, pues decía: «El reino de los cielos está entre nosotros». Vivamos, entonces, de acuerdo a los requisitos del mismo.

Metanoia (arrepentimiento)

Cambio de actitud, dolor por el pecado. Es reconocer que no tenemos ningún derecho ante Dios y entregarnos sin intentos de justificación a la misericordia de Dios.

No hay crecimiento constante y fruto, como ciudadanos del reino, si no nos proponemos aceptar la corrección y guía del Espíritu Santo.

Para evaluar nuestra necesidad de arrepentimiento, es imprescindible analizar nuestro corazón.

Arrepentimiento involucra abrir nuestras almas y ver qué hay adentro; eso implicará una dosis de humildad para reconocer nuestras faltas y que nuestros secretos más profundos sean revelados. No es un punto específico y único en nuestras vidas, sino un viaje que dura siempre.

Es por eso que Dios permanentemente nos indaga, interroga

Dios indaga

Aun teniendo el poder y todo el conocimiento, Dios busca respuestas de parte del hombre. Desde la pregunta en Edén, cuando el hombre había pecado: «¿Dónde estás?», Dios constantemente interroga al hombre buscando el autoanálisis, el arrepentimiento y el crecimiento.

En Génesis 4.6 Dios le pregunta a Caín: «¿Por qué te has enojado y ha caído tu semblante?» Es decir, ¿por qué permites que la envidia y el rencor inunden tu alma? ¿No sería mejor vivir de acuerdo a mi voluntad? ¡Puedes hacerlo! ¡Vive de acuerdo a mi Palabra! Caín optó por su propio camino y ya conocemos el resultado.

Imagen: Bruno van der Kraan en Unsplash

Leemos en primera de Reyes 19.9:«Buscó una cueva donde pasar la noche, y allí el Señor le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?».

Elías había vencido a los profetas de Baal. Un gran éxito. Sin embargo, tuvo miedo, huyó de Jezabel y se escondió en una cueva. Allí, escondido de todos, pero no de Dios, el Señor lo enfrenta y le pregunta: ¿Qué haces aquí, Elías? ¿De qué te escondes? ¿A qué le temes?

«¡Sal de tu cueva y espérame en el monte, delante de mí!».

No te escondas, confía, actúa como mi hijo. Sé luz y sal; ilumina este mundo, no te escondas.

Hoy Dios sigue indagando. ¿Dónde estás, hermano? ¿Estás en el monte, delante de Jehová y dispuesto a servirle o escondido en lo profundo de la cueva? ¿De qué te escondes? ¿Qué temores te persiguen? 

«¡Sal de tu cueva y espérame en el monte, delante de mí!».

En Mateo 26.50 encontramos a Jesús enfrentando a Judas, quien acababa de besarlo como contraseña de su traición. Jesús lo miró y le dijo: Amigo, ¿a qué vienes?

Jesús, hoy también nos pregunta:

  • ¿Qué tienes en mente cuando te acercas mí? 
  • ¿Qué buscas, agradarme, agradarte?
  • ¿Cuál es tu intención cuando te acercas a Dios? ¿Hacer su voluntad?

Jesús había dicho:

Juan 15.14 «Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando».

Jesús hoy nos pregunta
Imagen: Joshua Earle en Unsplash

La noche previa a la crucifixión, todos los discípulos se habían desbandado. Juan y Pedro siguieron a Jesús; y mientras esperaban el desenlace, Pedro lo niega tres veces. Lucas nos relata lo más terrible de ese momento de la siguiente manera: 

«En ese mismo instante el Señor se volvió a ver a Pedro, y entonces Pedro se acordó de las palabras del Señor, cuando le dijo: “Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.” Enseguida Pedro salió de allí, y lloró amargamente» (Lc 22.61-62).

Había necesidad de arrepentimiento y perdón en la vida de Pedro. No podría seguir viviendo y sirviendo en la iglesia de Jesucristo sin un encuentro restaurador con Jesús. Luego de la resurrección, Jesús y Pedro tienen ese encuentro. No hay palabras de reproche. No hay palabras de queja, solo una pregunta, repetida tres veces:

Juan 21.15 —Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?

¿Cómo es tu amor por mí? ¿Hasta qué punto estás dispuesto a amarme? ¿Qué significa en la práctica? ¿Estás dispuesto a todo por mí? En el aposento alto habías dicho que morirías por mí y esa misma noche me negaste tres veces. Verdaderamente, ¿me amas? El verdadero cristiano no lo es en palabras solamente sino, principalmente, en hechos. 

El Señor nos pregunta: ¿Me amas?

  • ¿Me amas más que a tus propios anhelos?
  • ¿Me amas más que a tus propios sueños?
  • ¿Cuál es el límite de tu amor por mí?
  • ¿Estás dispuesto a todo por mí? ¿Realmente?

ENTONCES, ¡SÍGUEME!

Todas estas preguntas nos fuerzan a mirar profundamente dentro de nosotros. Cuando Dios nos pregunta, debemos responder, no hay posibilidad de reclamar la 5ta enmienda con Dios. A Dios le tenemos que responder a todas sus preguntas y hacerlo verazmente.

1. ¿A quién tratas de agradar cuando te acercas a Dios?
Imagen: Marc-Olivier Jodoin en Unsplash

Ahora pregúntate…

1. ¿A quién tratas de agradar cuando te acercas a Dios?

¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Bendiga todo mi ser su santo nombre! ¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones!

Salmos 103.1-2

Nuestro objeto de agrado debe ser siempre Dios.

En Mateo 19.27, Pedro pregunta a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué ganaremos con eso?».Es decir, ¿qué puedo obtener si te sigo? ¿Qué gano con seguirte?

Jesús dice: «Si no eres capaz de dejar todo por causa de mí y de la extensión de mí reino, no eres digno de mí».

2. ¿Cuál es la medida de tu compromiso para con el Señor?

Dos ejemplos:

¿Qué había en el corazón de José? 

«Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, dijeron: “Tal vez José nos odia, y ahora se vengará de todo el mal que le hicimos”.

Pero José les respondió: “No tengan miedo ¿Acaso estoy yo en lugar de Dios? Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente”».

Génesis 50.15, 19-20

¿Qué había en el corazón de Jesús?

Lucas 23.34

Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Conclusión

«Entonces Elías se paró frente a todo el pueblo, y dijo: “¿Hasta cuando van a estar titubeando entre dos sentimientos? Si el Señor es Dios, síganlo a él; pero si piensan que Baal es Dios, entonces vayan tras él”».¡

1 Reyes 18:21

«Pero si no les parece bien servirle, escojan hoy a quién quieren servir, si a los dioses que sus padres adoraron cuando aún estaban al otro lado del río, o a los dioses que sirven los amorreos en esta tierra donde ahora viven ustedes. Por mi parte, mi casa y yo serviremos al Señor».

Josué 24.15

«Por todo esto, respeten y honren al Señor. Sírvanlo con integridad y de todo corazón».

Josué 24.14

a. Respeten y honren al Señor – Vive santamente. Si luego de la evaluación descubres que hay pecados con los que debes tratar, levántate y santifícate.

«El Señor le respondió a Josué: “¿Por qué estás con el rostro en el suelo? ¡Levántate! Consagra al pueblo”».

Josué 7

La clave es servir al Señor con integridad y con verdad.

El temor al Señor nos lleva a una autoevaluación correcta, y esta nos permite servir a Dios de manera íntegra y verdadera.

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