«El que posee entendimiento ama su alma; el que guarda la inteligencia hallará el bien.» (Proverbios 19.8)

Llega un momento en el que debemos tomar una decisión. ¿Qué haremos el resto de nuestra vida? ¿En qué invertiremos nuestros talentos? ¿Cómo nos ganaremos la vida? Éstas son algunas ideas que nos ayudarán a definir nuestra vocación:
- ¡Oremos! Pidámosle a Dios que nos dé sabiduría y nos ayude a tomar decisiones correctas.
- ¡Investiguemos! Hagamos una lista de nuestras capacidades y deseos. Acerquémonos a la universidad y pidamos el plan de estudios de la carrera que más nos gusta. Hablemos con personas que se dedican a lo que desearíamos hacer y preguntémosles sobre los desafíos, las ventajas y desventajas de su profesión u oficio.
- ¡Reflexionemos! Busquemos un lugar en el que podamos pensar sin molestias ni distracciones. Llevemos un cuaderno y un lápiz, y anotemos nuestras ideas, pensamientos, talentos y todo lo que se relacione a las actividades que nos gustaría desempeñar.
- ¡Decidámonos! No dejemos pasar el tiempo. Una vez que hayamos orado, pensado, buscado y preguntado, llega el momento de la decisión. ¡Inscribámonos en la universidad! ¡Aprendamos ese oficio! ¡Manos a la obra!
Podría pasar que en algún momento nos demos cuenta de que nuestra vocación era otra y entonces debamos cambiar de carrera. ¿Cuál es el problema? ¡Que el temor a equivocarnos no nos impida comenzar a estudiar!
Sumérgete: Dios quiere ayudarnos a elegir la vocación. Hablemos con él cada día, contémosle nuestros anhelos y proyectos, pidámosle que nos guíe en cada decisión y nos dé las fuerzas para lograr lo que nos hemos propuesto.