No siempre nuestras ideas son las mejores

No siempre nuestras ideas son las mejores

«Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.» (Jonás 1.15).

Estaba convencido de que lo que él pensaba era lo mejor. Por eso no dudó ni un instante en recoger sus cosas, subirse a aquel barco y dirigirse hacia un lugar distinto del que Dios le había indicado. ¡Ni se imaginaba lo que ocurriría durante la travesía!

En un momento, cuando nadie se lo esperaba, una tormenta comenzó a sacudir con violencia la pequeña embarcación. El viento y la lluvia eran tan fuertes que hasta los marineros –gente con muchísima experiencia en su oficio– tuvieron miedo de naufragar y morir ahogados.

Jonás entendió enseguida que era su culpa, ¡había desobedecido a Dios! Le pidió a la tripulación que lo tirara al agua para calmar la tormenta y, aunque al principio no querían hacerle caso, accedieron y lo lanzaron. ¡Un gran pez se lo tragó y Jonás estuvo en su vientre durante tres días completos!

Sin embargo, Dios lo salvó de una muerte segura porque tenía un plan para su vida. ¡Ahora sí Jonás estaba dispuesto a obedecer y llevar a cabo lo que Dios le había pedido!

Dios nos ama y desea hacer de nosotros personas cuyas vidas tengan sentido, dirección y propósito. A veces utilizará ciertas experiencias que nos ayudarán a mantener el rumbo y a no desviarnos. ¡Aprendamos a seguir sus instrucciones y enseñanzas cada día!

Sumérgete: Dios es nuestro Padre y en ciertas ocasiones deberá disciplinarnos para que aprendamos todo aquello que desea enseñarnos. ¡Pero siempre lo hará con amor y cuidado! Porque desea formar en nosotros personas que vivan la vida plenamente. ¡Decidamos escuchar su voz y crecer en toda circunstancia!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio