«Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles.» (Isaías 35.3)

A lo largo de la vida habrá momentos en los que nos daremos cuenta de que necesitamos una renovación interior. Por eso, además de examinar cada día nuestro corazón y analizar cómo está nuestra fe, también será muy bueno para el desarrollo espiritual que realicemos los siguientes ejercicios:
- Estudiar la Biblia y subrayar las promesas que Dios les hace a sus hijos. ¡Creamos en ellas y apliquémoslas a las situaciones que nos toque vivir!
- Orar de manera creativa. ¡No se trata de un monólogo! Evitemos, entonces, las repeticiones y hablemos con Dios en forma espontánea. Contémosle nuestros anhelos y confesémosle nuestros pecados. ¡Pidámosle un corazón lleno de vida y alegría!
- Adorar a Dios a través de canciones que expresen cuánto lo amamos.
- Leer las biografías de personas que han seguido a Jesús durante su vida. Aprenderemos mucho al conocer sus tentaciones y victorias, sus debilidades y fortalezas. ¡Nos identificaremos con sus experiencias!
- Participar en las reuniones de la iglesia. Es el momento de la semana en el que podremos disfrutar de la compañía de los hermanos y hermanas en la fe, y motivarnos mutuamente a seguir a Jesús en todo momento.
Que nuestra fe nunca se convierta en algo irreal y sin sentido. Por eso, hagamos cuanto esté a nuestro alcance para alimentar nuestro espíritu y fortalecer el compromiso con Dios.
Sumérgete: Dios desea que sus hijos lo conozcan de verdad. ¿De qué manera? No solo llenando nuestras mentes de información acerca de él sino también pasando tiempo de oración y lectura para recibir su amor y su perdón.
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