Método inductivo de estudio bíblico

El método inductivo de estudio bíblico consiste en tres elementos prácticos que se realizan uno después de otro, pero que, de alguna manera, se entrecruzan y potencian: Observación, Interpretación y Aplicación. Al final, añadiremos algo más a estos tres elementos.

  1. Observación – Responde a la pregunta: ¿Qué dice el pasaje?

Este primer paso establece los cimientos sobre los cuales se edificará el resto del estudio bíblico. ¿Alguna vez has leído alguna parte de la Biblia y cinco minutos después no puedes recordar lo que leíste? Muchas veces leemos la Biblia con nuestros ojos, pero no con nuestras mentes.

Esto se debe a que leemos sin prestar la debida atención, o que leemos un largo pasaje de las Escrituras y no lo releemos o que, simplemente, creemos que la lectura bíblica se grabará profundamente en nuestras mentes casi mágicamente, y que nunca lo olvidaremos.

Por otro lado, debemos ser conscientes de que descubrir qué dice el pasaje toma tiempo y esfuerzo. Es leer con atención, asegurarnos de comprender el significado de cada palabra, saber cómo se relacionan las distintas oraciones y, en definitiva, poder explicar en nuestras propias palabras qué dice el pasaje. Una vez que nos aseguramos de comprender lo que dice el pasaje leído, debemos pasar al segundo paso.

En este primer paso, la lectura repetida del pasaje elegido es muy importante. Leer una y otra vez hasta que el pasaje «se haga carne» en nosotros. Cuanto más leamos el pasaje elegido, su significado será más claro en nuestra mente.

  • Interpretación – Responde a la pregunta: ¿Qué significa el pasaje?

Es claro que para interpretar cabalmente un pasaje el lector debe basarse en una cuidadosa observación.

La interpretación es el proceso de descubrir qué significa el pasaje. Cuando observamos cuidadosamente el pasaje, el significado se hará cada vez más cierto.

Es evidente que una interpretación apresurada puede llevarnos a interpretar mal el texto. No debemos suponer sino interpretar. No son mis pensamientos —ni los de ninguna otra persona— sino los de la Palabra de Dios los que tienen que salir a la luz.

A medida que practicamos estos sencillos pasos de estudio bíblico, notaremos que observación e interpretación muchas veces se convierten en un solo paso, pues a medida que avanzamos en nuestra observación el significado del pasaje se hará cada vez más evidente. Por lo tanto, podemos decir que la interpretación fluirá de la observación naturalmente.

Aquí es necesario prestar atención a los diferentes tipos de literatura. Por ejemplo, de qué tipo de pasaje se trata. ¿Es un texto literal o alegórico? ¿Es algo cultural —aplicado a un tiempo y espacio específicos— o es algo general? ¿Es profecía o narración? ¿Es una enseñanza o un evento histórico? Es decir, en este paso debes hacer todas las preguntas que se te ocurran. ¿Qué pasa en el pasaje? ¿Quién habla? ¿Por qué dice lo que dice? ¿Cómo se hace lo que pide el pasaje? ¿A quién le habla el pasaje? Todas estas preguntas y cualquier otra serán clave para interpretar el pasaje. No te canses de «interrogar al pasaje». Las preguntas iluminarán el significado del mismo.

  • Aplicación – Responde a la pregunta: ¿Cómo se aplica el significado del pasaje a mi vida?

Si bien es el tercer paso que presentamos, la aplicación es lo más importante del método. No solo debemos comprender e interpretar qué dice el pasaje, sino que debemos aplicar la enseñanza aprendida a nuestra vida diaria. La aplicación es el fin del estudio bíblico.

Una vez que comprendemos un pasaje bíblico, somos responsables de obedecerlo y vivirlo. Lo que busca el estudio serio de la Palabra de Dios es una vida transformada por el poder del Espíritu Santo actuando en nosotros a través de la Escritura aprendida. Apunta a desarrollar una relación personal con Dios a través de su Hijo Jesucristo y a experimentar esa realidad en nuestras vidas diarias.

Recordemos las palabras de Pablo a Timoteo: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3.16-17).

Ese es el propósito de la Palabra de Dios, que cada persona que interactúe con ella sea enseñada, reprendida, corregida e instruida cabalmente con un claro objetivo: «Que la persona que busca agradar a Dios sea preparada, capacitada para toda clase de bien».

Cuando sabemos lo que Dios dice, qué significa lo que dice y lo aplicamos a nuestra vida, el resultado es convertirnos en una persona mejor para la gloria de Dios. ¿Será esto posible? No solo es posible, sino que es la voluntad revelada de Dios.

Vale la pena repetir que tanto la interpretación como la aplicación se basan en una correcta observación del pasaje bíblico, por tal motivo es de suma importancia que desarrollemos nuestra habilidad de observar cada texto con detenimiento. Esto tomará tiempo y esfuerzo, pero vale la pena. A medida que practiquemos nuestra observación creceremos también en nuestra interpretación y aplicación del pasaje bíblico.

No nos desanimemos si al principio lo resultados no parecen ser tan impresionantes como quisiéramos. Este método resulta con la práctica, y cuanto más lo practiquemos más fácilmente aparecerán las enseñanzas.

Nunca olvidemos que la Biblia es la Palabra de Dios, por lo tanto seamos siempre sensibles a la guía del Señor en nuestro estudio. Cuando alguna palabra o frase impacte tu mente, detente y piensa la razón, profundiza tu comprensión del pasaje y atesóralo en tu corazón. Quizás Dios desee decirte algo específico. Presta atención. La memorización de esos pasajes que impactaron tu vida de forma especial será una ventaja al adelantar en tu estudio.

Cuando alguna enseñanza bíblica te toca el corazón busca acondicionar tu vida a la nueva enseñanza recibida.

Un cuarto paso

Otro elemento clave es el de la correlación. Si bien no es un elemento que sea parte del método inductivo, es importante para el estudiante de la Palabra de Dios.

¿Qué es la correlación?

A medida que avanzamos en nuestra lectura de la Palabra, habrá versículos o pasajes bíblicos que impactarán nuestra vida de una manera especial. Cuando así sea, no los dejemos pasar ni los olvidemos. Hagamos alguna anotación en la Biblia, en nuestro diario de lecturas bíblicas (si es que tenemos uno) o de alguna otra forma. De esa manera, con el pasar de los años iremos creciendo en nuestro conocimiento bíblico y en nuestro archivo de pasajes bíblicos impactantes para nosotros. A medida que hagamos esto, iremos añadiendo a nuestra mente muchos pasajes que nos irán hablando de una manera especial.

He aquí un ejemplo. Digamos que estamos leyendo 1 Corintios 15.3-8, donde Pablo nos habla del evangelio: «Cristo murió por nuestros pecados… fue sepultado y resucitó al tercer día…». Entonces nos acordamos que habíamos marcado un texto en el libro de Hechos, donde Lucas nos dice que Jesús, después de enseñarles varias cosas a los discípulos ascendió a los cielos —que parece ser la continuación del pasaje de 1 Corintios. Los discípulos: «lo vieron elevarse y ser recibido por una nube…» (Hechos 1.9). Es decir, aquí tenemos la historia completa… o casi. Sabemos que Cristo murió, resucitó y ascendió, ¿qué más hay? Podemos saber qué pasó con Jesús después. El apóstol Pedro nos lo dice: «Jesucristo… subió al cielo y está a la derecha de Dios, y a quien están sujetos los ángeles, las autoridades y las potestades» (1 Pedro 3.21-22). Ahora sí tenemos la historia completa: Cristo murió, resucitó, ascendió y está sentado a la derecha del Padre. Con otros versículos, podríamos añadir otras enseñanzas que nos digan qué está haciendo Jesucristo en ese lugar.

A medida que vayamos creciendo en nuestro conocimiento bíblico podremos hacer más interrelaciones o correlaciones bíblicas, y eso nos permitirá comprender el texto bíblico más cabalmente.

No nos cansemos de observar cada detalle del pasaje elegido, comparémoslo con otros pasajes paralelos —por ejemplo, si es un pasaje de un evangelio, busquemos el mismo episodio en otro evangelio y comparemos nuestra observación. Si es alguna enseñanza de Pablo, busquemos otra enseñanza paralela y comparémosla —tanto en los demás escritos de Pablo o en otros. Hagamos esto todas las veces que haga falta hasta que estemos seguros de comprender el pasaje.

A través del estudio diligente de la Palabra de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo, podremos desarrollar la fortaleza necesaria para sobreponernos cuando las tormentas de la vida nos lleguen. Conoceremos más a Dios y podremos descansar en él de una manera más segura. Daniel 11.32 dice: «El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará».

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