«Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.» (Lucas 15.7)

La Biblia enseña que Dios busca a los seres humanos. Por lo general, las religiones establecen una serie de reglas que hay que seguir para conocer al ser superior. ¡Pero con Dios ocurre lo contrario! Es él quien toma la iniciativa y se acerca a nosotros para que podamos creer en él y disfrutar su amor, perdón y paz.
En una ocasión Jesús relató dos historias acerca de personas que habían perdido algo. El primer caso era el de un pastor que tenía cien ovejas y se le había extraviado una. El segundo, una mujer que acababa de perder una moneda valiosa.
Ambas personas estaban tan preocupadas que no dudaron en hacer de todo para encontrar lo que tanto querían.
El pastor dejó su rebaño y no se detuvo hasta encontrar a la oveja. La mujer revolvió toda su casa hasta hallar la moneda. ¡Y cada uno celebró junto a sus amigos la alegría de haber encontrado lo que estaba perdido!
Los hombres y las mujeres estamos separados de Dios debido al pecado, cuyo origen narra el relato de Adán y Eva que hicieron lo que deseaban antes que hacerle caso a su creador. ¡Estamos perdidos en nuestra propia manera de vivir!
Pero la buena noticia es que Jesús llega a nuestro encuentro, nos invita a confiar en él para tener la posibilidad de reconciliarnos con Dios. ¡Podemos ser encontrados por él!
Sumérgete: Dios viene a nuestro encuentro cada día y desea compartir tiempo con nosotros. ¿Respondemos a su llamado?