Preguntémonos ¿Para qué? en vez de ¿Por qué?

«De Jehová son los pasos del hombre; ¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?» (Proverbios 20.24)
A lo largo de la historia las personas se han preguntado por qué ocurren ciertas cosas, en especial aquellas que parecen no tener una explicación clara. El sufrimiento, los problemas y la muerte son algunas de las experiencias que nos impulsan a buscar respuestas. ¡Queremos conocer las razones que se esconden detrás de todo lo que nos sucede!

Pero si deseamos avanzar en la vida y mantener el entusiasmo, aprovecharemos mucho mejor el tiempo si lo empleamos en tratar de averiguar el «para qué» de las cosas en lugar del «por qué.» En otras palabras, si nos esforzamos en pensar en las lecciones que aprendemos de cada situación que vivimos.

Desde el momento en que recibimos a Jesús y le pedimos que dirija nuestra vida, todo cobra un nuevo sentido. Ya no vivimos de un lado para el otro como quien no sabe para qué está en la Tierra. ¡Todo lo contrario! Ahora, al hablar con Dios en oración y leer la Biblia cada día, descubrimos de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos.

Por eso, cada día y en cada circunstancia de la vida intentemos concentrar nuestra atención en descubrir el propósito de Dios detrás de cada cosa. ¡Veremos qué diferente se ve todo desde esa perspectiva!

Sumérgete: Hay cosas para las cuales nunca lograremos hallar una explicación. Sin embargo, es posible aprender de todas las experiencias aunque no las comprendamos. Tratemos de rescatar los valores, principios y lecciones que se ocultan detrás de cada situación.

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